18. ¿Cita?

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Me llevó a comer en un restaurante bastante rústico. Tenían la mejor ensalada de cabra que había probado. Jeff se rió de mi cara cuando la probé.

- ¡Oh Dios mío! Está tan bueno... con los frutos secos y el queso... Es casi orgásmico.

Jeff empieza a toser, al atragantarse con la bebida. Me mira con diversión.

- Jamás había utilizado esa expresión con la comida.

- Eso es que no vives la vida intensamente. Entonces... ¿con qué la habías utilizado? - le pregunté, intentando sonar causal e inocente.

Él alzó una ceja y me dedicó una sonrisa ladeada. Acabó de dar un trago a su cerveza y se rascó la barbilla.

- Pues, la verdad, ahora que lo preguntas no me viene ningún tema en mente.

Lo miré con incredulidad. ¿No quería entrar en el tema? Pues bien, yo iba a hacerle lo mismo cuando me lo preguntara él. Justo en ese momento, me dedicó una sonrisa mostrándome lo estúpido que puede ser a veces. De acuerdo, no lo conozco tanto, es solo que a veces me frustra. Continué comiendo, como si él no hubiese abierto esa bocaza.

- ¿Desde cuándo bailas?

- Desde los cuatro años.

- Vaya, eres persistente. ¿No lo dejaste nunca?

- La verdad es que no. Quería ir a clase incluso cuando estaba enferma. Obviamente mi madre no me dejaba ir.

- Es increíble que sigas arrastrando esa pasión...

- ¿Cómo sabes que sigo arrastrando esa pasión?

Le pregunté, mofándome un poco de su pregunta. Alzó las cejas, incrédulo y apoyó los codos en la mesa, acercándose a mí.

- Cualquiera que ayer tuviera un par de ojos para verte, lo sabría. Y mira que yo no entiendo de esas cosas. - Esperó a que dijera algo pero yo me quedé callada. - ¿Tengo o no tengo razón?

Aún estaba un poco molesta porque no me había seguido la corriente antes, así que aparté la mirada y me eché un poco para atrás en la silla. Él se dio cuenta y tensó ligeramente sus brazos.

- Supongo que sí. - Le dije mientras me limpiaba los labios con una servilleta, no muy interesada en nuestra conversación.

¿Por qué siempre hablábamos de mí? Me sentía profundamente aburrida. El aire había cambiado de repente, notaba la tensión y la vacilación en nuestros gestos.

El ambiente de naturalidad había desaparecido. Ambos avanzábamos con pies de plomo. No tenía ni ganas de iniciar una conversación, quizás estaba más cansada de lo que pensaba. Me había hecho tanta ilusión quedar con él pero ahora que lo tenía delante... Me cuesta reconocerlo pero... sí, sentí decepción. No sabía exactamente de qué. Aún así, intenté hablar. Éramos conocidos, nada más, ni siquiera éramos amigos.

- Tu hermana también tiene mucho potencial, me sorprende que no me lo hayas comentado. ¿O es que no abriste los ojos ayer?

Con esa frase acababa de darme cuenta de porque estaba de mal humor. Me molestaba que él solo me alabara por cómo me movía, al final, por cómo era mi cuerpo. Sí, sentía decepción. Aunque supongo que no tenía derecho, no nos conocíamos bastante y la primera atracción siempre es física. Es solo que... esperaba más.

Me miró sorprendido y yo le contesté con una mirada dura mientras seguía comiendo.

No sé porque había accedido a esta comida absurda. ¿Qué esperaba? ¿Qué tuviera un interés sincero? No quería nada serio con ninguna chica, no confiaba en ellas. ¿Por qué le interesaría conocerme?

Supongo que la pregunta con carga sexual que le había hecho era para descubrir qué quería. ¿Ser mi amigo? ¿Entonces por qué no paraba de hablar de cómo bailaba? Además Vicky me había dicho que "se le caía la baba durante mi número".

- Sí, por supuesto. Pero ella aún tiene mucho camino por recorrer.

Asentí con la cabeza, sin fuerzas para discutir nada. Mejor callar antes de acabar de estropearlo todo. Al fin y al cabo, se había portado bien conmigo. Empezó a hablar de su equipo de hockey favorito y yo iba asintiendo de vez en cuando. Hubo un momento en el que se me quedó mirando, creo que esperando una respuesta.

- ¿Qué?

- He dicho si quieres algo más o prefieres salir de aquí ya.

- Estoy bien, ¿salimos?

- Claro.

Insistí en invitarle pero él no me dejó, me quitó la cuenta de las manos. Así que aproveché para ir al baño. Cuando pasé por delante del espejo, me sentí extraña. No sabía exactamente quién era y una profunda emoción de inseguridad me invadió. Tenía ganas de llorar. ¿Cómo iba a salir con alguien si ni siquiera sabía quién era yo? No es que estuviéramos saliendo ni nada por el estilo, pero supongo que proyectaba en Jeff  la relación que me gustaría tener.

Me lavé la cara. Esto es absurdo Gina. Concéntrate y vive el momento. Salí del baño sin pensármelo. Él me esperaba a la salida del restaurante. Seguro que notaba que algo pasaba. El coche se quedó en silencio y yo miraba por la ventana intentando no desmoronarme. No podía concentrarme en nada más. Entonces él se aclaró la garganta.

- ¿Te dejo en tu piso?

¿Me dejaba? ¿Esto era nuestra cita? Vaya... Pensé que quería salir del restaurante, no irse.

- Ahí mismo. - Le respondí con una sonrisa forzada.

Al ver que no añadía nada más, puso la radio. Ni siquiera The Chainsmokers y Coldplay con su something just like this pudieron animar el ambiente que seguía viciado.

Tragué saliva cuando paró el coche. Él miraba hacia delante y yo me devanaba los sesos por arreglar la situación, de modo que no se convirtiera en incómoda cuando volviera a verle. Habló él antes de que consiguiera articular palabra.

- Gracias por la comida. - Frío, muy frío.

- Gracias a ti. - Susurré, forzando una sonrisa.

No, ésa no era una respuesta creíble pero era mejor que el típico " ha sido un placer". Antes de que acabara de hablar, empezó a picar con los dedos en el volante. Imagino que no era la única que simplemente quería salir huyendo de ahí.

Abrí la puerta, casi desesperada. Le miré de reojo, había dejado de jugar con los dedos y cogía el volante con fuerza. Nada más cerrarla, salió disparado y se perdió entre los coches.

Continuaba sin comprender qué era lo que había pasado. Antes de quedar hoy solos, todo había ido bien entre nosotros. Era obvio que existía cierta atracción, de lo contrario no me hubiese propuesto quedar y yo no hubiera accedido. Pero, la verdad es que había sido un completo desastre.

No sé cuántos minutos me quedé sentada en el portal del edificio, con la mente en blanco. Cuando entré a casa, no me molesté ni en saludar. Vicky estaba viendo una película mientras comía palomitas.

- ¿ Ya estás aquí?

- Sí, ya estoy aquí. - Le contesté mientras intentaba protegerme de sus preguntas.

- ¿Y eso? Es pronto. Pensé que hasta cenaríais juntos.

- No ha ido bien.

- ¿Cómo que no ha ido bien? ¿Qué significa eso? - me preguntó mientras pausaba la película y se ponía recta en el sillón.

- No lo sé. No ha ido como yo esperaba.

Caminar JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora