41. Valeria

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Salí de la habitación exactamente dos horas después de haber entrado; completamente distinta. Él se había largado en seguida. Me arreglé sola y lo agradecí. Temblaba entera.

Tenía que aparentar ser fuerte pero cuando se fue, me desmoroné. No me citó para la siguiente vez que debía verle. Solo de pensar en el número diez me entraban arcadas. ¿Lo aguantaría?

Cogí otro taxi y me dirigí a casa. Me notaba magullada y sucia. Esperaba que Lily no se hubiera levantado y hubiese notado mi ausencia. Quería sacarme ese vestido y lanzarlo a la basura. Cuando llegué, la vi dormida. La contemplé desde la puerta un rato con los ojos anegados en lágrimas. ¿Qué pensaría de mí si supiera lo que había hecho?

Desesperada corrí a la ducha, los recuerdos en el hotel invadieron mi mente. Froté con fuerza cada parte de mi cuerpo. Sin embargo, el jabón no conseguía quitarme ni su olor ni mi suciedad. Me quedé bajo el agua caliente un buen rato, deseando que aliviara el picor de mi piel. O quizás solo quería que el agua se confundiera con mis lágrimas.

Me sequé el pelo con rapidez. Quería ir al hospital. Me lavé los dientes y me vestí con ropa limpia. Cogí el vestido y lo lancé. ¿Cómo iba a mirar a los demás a los ojos?

Necesitaba ir al hospital. Cogí las llaves del coche. ¿Debía despertar a Lily? Ella todavía no sabía nada de la operación. La sacudí ligeramente.

- Lily, van a operar a Michelle. - Ella estaba medio dormida pero aún así se lo dije. - Cuando quieras venir al hospital, llámame y vendré a buscarte. - Le prometí y besé su mejilla.

* * * *

Sentía que había ido de aquí para allá durante todo el día. Estaba agotada, no podía más. Aún así, las puertas correderas del hospital me parecieron lentas. Me apresuré y entré en el ascensor. Mis piernas se movían pero yo no me sentía en mi cuerpo. Me parecía que este se movía y yo no tenía dominio alguno de mí misma. Apreté el botón de la cuarta planta mil veces pero no subía con suficiente rapidez. Estaba ahí pero a la vez estaba muy lejos. Intenté calmarme pero mis nervios estaban completamente descontrolados y destrozados.

Pisé fuerte y me acerqué a la sala de espera, todos estaban ahí menos los padres de Michelle que estaban más cerca de ella.

Cuando digo todos, me refiero a todos. Abracé a Dan que todavía llevaba la vía intravenosa e iba en silla de ruedas con la pierna en alto. Él se consoló en mi hombro; me hubiese gustado hacer lo mismo pero me sentía absolutamente vacía. Le abracé fuerte. Ninguno de los dos teníamos fuerzas para hablar. Jeff estaba a su lado y le abracé también; despidiéndome de él en mi interior. Quería recordar su olor y la fuerza que usaba al estrecharme entre sus brazos.

Vi lágrimas en sus ojos. Se acercó para besarme pero me aparté, haciéndome la distraída. Puso un beso en mi frente y sentí por un instante paz. Era evidente que no había visto el mensaje. Después abracé a mi padre, Elliot, Kristine y Jason, con sorpresa vi que también estaba Vicky. Jack me miraba receloso e inquisitivo, desvié la mirada y me senté al lado de mi padre. John me explicó que les llamaron del hospital porque habían conseguido una subvención y que fueron muy rápidos en intervenir. No sabían nada más. La operación era de un riesgo muy alto.

La silla parecía más dura de lo normal. Nadie hablaba. Me quedé sentada al lado de John. No sabíamos cuanto iba a tardar la operación. El primero que tuvo que irse fue Dan aunque había resistido durante mucho rato. Tenía dolores muy fuertes aún. Jeff le acompañó a su habitación para que se tumbara.

Aproveché entonces para ir a las máquinas. Allí, me encontré con una chica. Noté que me miraba de reojo, intentando no parecer entrometida.

- No te ofendas pero parece que vayas a desmayarte de un momento a otro. ¿Estás bien? - Me saludó.

Caminar JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora