Cuando salí del examen me sentí libre. Tenía ganas de bailar y gritar, aunque estaba exhausta. Muchas emociones se arremolinaban en mi interior. El cansancio de trabajo era mucho mejor que el desequilibrio anímico al que me había visto sometida este último año. Pasé por la cafetería a por algo de chocolate, mi pequeño premio por mi esfuerzo. Y me encontré con Jack, como no. Nada más verme, salió disparado hacia mí.
- ¿Te puedes creer que he acabado y entregado el trabajo a tiempo?
- Claro, tuviste una canguro todo el día.
- Te debo una y bien grande.
Me contestó mientras me daba una pequeña palmada en la mejilla y se giraba para irse con sus colegas de la facultad. Se fue demasiado rápido pero tenía mi respuesta en la boca: "pórtate bien con Vicky y ya es suficiente para mí".
Por suerte, no tenía más clases ese día. Salí con unas chicas, íbamos compartiendo los resultados del examen. Dos de ellas iban por delante y yo iba hablando con Bianca detrás. De repente, se detuvieron por lo que nosotras casi nos chocamos con ellas. Bianca les echó una mirada asesina.
- ¿Pero qué hacéis? - Se giraron hacia nosotras, lanzando miradas furtivas hacia al lado.
- Hay un chico a las cinco en punto que está para comérselo. ¿Lo habíais visto antes?
- Yo no lo había visto nunca por aquí.
Bianca se había quedado mirando hacia allí y ellas dos se miraban entre ellas. Yo ni siquiera prestaba atención, estaba pensando en el resultado de la pregunta cinco que discutía con Bianca hacía cinco segundos.
- Está mirando todo el rato a la puerta principal y parece nervioso. Seguro que espera a su chica.
- O a su chico.
- ¿Qué dices? No parece gay en absoluto.
- Me he encontrado muchas sorpresas en mi vida...
Estaba un poco cansada ya de tanta discusión por alguien que ni siquiera conocían. De repente, sentí que tenía prisa por irme. Sus hormonas revolucionadas me estaban incomodando.
- ¡Disimulad! Está mirando hacia aquí.
Fue entonces cuando alcé la mirada para verle. Estaba viniendo hacia nosotras y le reconocí.
- Esto chicas... tengo que irme. ¡Nos vemos por ahí!
¿De verdad estaban hablando de Jeff todo el rato? ¿Se habían puesto nerviosas al verlo? Podía imaginar porque pero tanto murmullo me parecía artificial... y Jeff era una persona muy natural, espontánea... Seguro que no congeniaba bien con esa manera de ser, y yo tampoco. Me sorprendió mi sonrisa al tener ese pensamiento.
¿Había venido a verme? ¿Por qué? ¿Eso significaba que nuestra relación había dejado de ser tensa e incómoda? Si era así, me alegraba de verle. Aunque tampoco había llegado a serlo, solo habían sido predicciones mías. Nos encontramos a medio camino.
- Hola. - Le notaba nervioso, no paraba de mirar por todos lados. Se había puesto las manos en los bolsillo de los pantalones. Sus ojos no expresaban esa alegría que le caracterizaba.
- ¿Qué haces por aquí?
- Pues en realidad, te estaba buscando a ti. - Creo que me sonrojé. Él pareció no darse cuenta. Debía estar nervioso de verdad. Me quedé cortada, no sabía qué contestarle. No me miraba a los ojos y se pasó la mano por el pelo antes de volver a hablar. - Necesito pedirte un favor.
- Claro, lo que sea. - ¿Le había dicho lo que fuera? Mierda, esperaba que no se lo tomara al pie de la letra. ¿Por qué me había ofrecido así? Dispuesta siempre a todo, acabaría teniendo problemas por esto. Me golpeé a mi misma mentalmente.
- ¿Te importaría quedarte con Olivia después de tu clase? Sé que es demasiado pero no quiero llevarla a casa hasta que solucionemos... - se atascó en esta parte de la frase y se aclaró la garganta, sin querer terminar. - ¿Tienes tiempo?
- ¿Ahora o para quedarme con Olivia? - Se quedó quieto, mirándome. Parecía no haber procesado la información que le estaba dando. Contuve el aliento. Algo no iba bien, lo intuía. - Jeff, ¿qué ocurre?
Él se puso la mano en la cara y la descendió lentamente de los ojos hasta la barbilla. Deducí que era un gesto que hacía cuando se sentía angustiado. Nunca lo había visto así. Le cogí el brazo que todavía sostenía frente a su cara y se lo bajé. Le busqué con la mirada y no hablé hasta asegurarme de que me prestaba atención.
- Vamos a ir a hablarlo tranquilamente, en otra parte. - Él solo asintió.
De camino a un bar, el primero que encontramos, siguió tan ausente como en la conversación. Iba chutando las piedras que nos encontrábamos por el camino. Me sentía afortunada que me hubiese pedido que cuidara de su hermana cuando estaba así. Y también de que hubiese acudido a mí, por supuesto.
Nos sentamos uno frente a otro. Por la forma en la que se sentó; apoyando la espalda en respaldo de la silla; con los pies estirados hacia delante y con las manos en los bolsillos, intuí que en realidad, no deseaba hablar de ello. No tardó mucho en verbalizarlo.
- No sé si quiero hablar del tema. - Me miraba... ¿desafiante? En la facultad mostraba angustia y ahora, de repente, ¿se ponía a la defensiva? Sentía que debía ir con pies de plomo con él. Esos cambios de humor... Recuerdo que me dijo que cuando volvió su madre, su actitud cambió y tuvo algunos problemas.¿Podía ser? No sabía si sería capaz de enfrentarme a su rabia si mi hipótesis no era cierta.
- ¿Qué ha pasado?¿Ha vuelto tu madre? - Le pregunté con voz débil.
Se puso rígido en la silla y entonces supe que era cierto. La camarera se acercó para servirnos las bebidas. Me contempló con los ojos entrecerrados.
- ¿Cómo lo sabes?
- No lo sabía, solo era una suposición. Estás muy raro.
- Hoy vuelve a venir y sé que la conversación va a subir de tono. No quiero que Ollie lo escuche.
- ¿No crees que eso deberían decidirlo tus padres?
- Mi padre me ha pedido que me quede con ella pero no pienso mantenerme al margen. Voy a estar ahí, para apoyarle.
Abrió la lata con bastante fuerza. Habría esperado que, con la rabia que transmitía por todos los poros de su piel, su mano temblara. Pero sus movimientos eran certeros y bruscos. Sentí un extraño cosquilleo en la barriga.
- ¿No piensas mantenerte al margen de qué?
Entonces me explicó todo lo que había pasado la noche anterior. Se formó un nudo en mi garganta al percatarme de la amenaza que supondría esa visita para su estabilidad familiar. Había demasiadas heridas abiertas.
- Eso es un ... desastre.
Le veía más sereno después de habérmelo contado. Estuvimos un rato en silencio. No sabía qué decir y me parecía estúpido intentar llenar el espacio con promesas vacías.
Le apreté la mano y él no la apartó. Se las quedó mirando fijamente. No conseguí descifrar ninguna expresión en su rostro.
No sé cuanto rato estuvimos así, compartiendo ese aire espeso y manchado con la angustia de sus últimas palabras.
Tampoco me atreví a mover la mano hasta que él cambió de posición. Miró su reloj. Yo le contemplaba, prudente. Sus ojos verdes seguían siendo los más bonitos que había visto, aunque ahora estuvieran teñidos de preocupación. Se pasó la mano por el pelo, incómodo.
- Tengo que irme. Gracias por lo de mi hermana.
- Claro. La llevaré a mi casa cuando acabe la clase. Puedes venir a buscarla cuando quieras.
Se limitó a asentir con la cabeza y vi como volvía a ponerse las manos en los bolsillos cuando salía por la puerta.
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Caminar Juntos
RomanceGina se ha enfrentado al mayor reto de su vida: la muerte de su madre. No le ha quedado más que sobrevivir. En su ciudad solo encuentra los fantasmas de su vida con su madre. No tiene nada. Decide mudarse y recomenzar para que su tristeza no la hu...