Un chico del personal del barco cogió nuestras maletas. Cam se despidió de mí con un simple movimiento de cabeza. Yo me adentré en el barco para buscar mi habitación. Cruzaba los dedos para no tener que compartirla con él. Decidí ir a dar una vuelta para seguir manteniendo la esperanza. Lo que me llamó más la atención fue la increíble piscina y el gimnasio. Iba a apuntarme a algunas de las clases de cardio. Tenía que ocuparme al máximo o me volvería loca. No lo retrasé más y fui a buscar mi habitación. La gente empezaba a movilizarse.
Las maletas estaban en un lado de la habitación, obviamente todas. Me estremecí. Tenía una nevera, una mesita de té con varias sillas y una cama enorme. Empecé a deshacer mi maleta y a colocar la ropa en las perchas. Me di cuenta que el armario estaba ya medio lleno con trajes de fiesta de hombre y mujer. Hice una mueca, ¿también les hacen la compra a los ricos? Cerré de golpe la puerta, enfadada. ¿Cuántas tías superficiales pagarían por estar aquí y hacer el bragetazo de su vida? Y yo a cada segundo me odiaba más. En el baño de la habitación había un yacuzzi y decidí estrenarlo. Había unas velas y sales aromáticas.
Me permití el lujo de tomarme una copa de vino. Puse el cerrojo por si acaso a Cam se le ocurría venir a la habitación. Cogí el móbil y un libro que me había traído. La cobertura fallaba mucho pero obviamente había wifi y le envié un mensaje a John diciéndole que estaba bien. Puse una lista de reproducción de música clásica mientras me relajaba en el agua. Mi cabeza me decía que me iba a ser imposible relajarme en esa situación pero las burbujas hacían milagros en mis músculos. Me dejé llevar por este estado y me entró el sueño, había dormido muy poco en los últimos días, así que me puse algo ligero y me eché en la cama.
Escuché un ruido a mi izquierda y me moví, incómoda. Abrí los ojos lentamente y me encontré a Cam, mirándome mientras se ponía una pajarita.
- Lo siento, no quería despertarte. Pero lo cierto es que son las 19:20 y en una hora y diez exactamente debes estar lista para la cena. Deberías coger alguno de los vestidos que han dejado, no creo que lleves algo en esa maleta lo suficientemente sofisticado para la ocasión. - Fruncí el ceño, intentando despejar el sueño y entender lo que decía. - No hace falta que diga que no puedes hacer alusión alguna de dónde nos conocimos. Deja que lo explique yo. En la mesa estará mi familia y algún socio y proveedor importante. Sé que lo harás bien, solo tienes que comportarte como siempre y fingir que estás loca por mí y no por mi dinero. - Añadió con una sonrisa altiva.
- Eres imbécil.
- Dime algo que no sepa. - Dijo con socarronería. - Vendré a buscarte en un rato, prepárate.
Tres cuartos de hora después, ya estaba lista. Solo me quedaba maquillarme un poco. Había escogido un vestido verde; sencillo pero elegante y bastante recatado. Me lo probé con el collar que me había regalado Jeff y me quedaba perfecto pero lo guardé en mi bolso. En su lugar, me puse una cadena de plata con un colgante que parecía una moneda de la vieja azteca. Estaba poniéndome un poco de sombra en los ojos cuando noté una presencia que me observaba. Le miré a través del cristal y él no apartó la mirada.
- ¿Has acabado? -Dijo analizándome, asentí con la cabeza. - Vámonos. - Añadió abriéndome la puerta. - ¿Qué has hecho durante el día? Aparte de dormir, claro. - Suspiré.
- Me he puesto en el yaccuzzi y he dormido. Estaba muy cansada.
- ¿Por qué? - ¿En serio me pregunta eso? Ayer no pude dormir pensando que volvería a verte.
- ¿Qué has hecho tú? - Pregunté a la vez, sin contestarle.
- He estado de reunión en reunión. Nada que entusiasme demasiado, lo bueno viene ahora.
ESTÁS LEYENDO
Caminar Juntos
RomanceGina se ha enfrentado al mayor reto de su vida: la muerte de su madre. No le ha quedado más que sobrevivir. En su ciudad solo encuentra los fantasmas de su vida con su madre. No tiene nada. Decide mudarse y recomenzar para que su tristeza no la hu...