La actuación se celebraba en uno de los pubs más concurridos de la ciudad. La academia ganaba mucho dinero porque les garantizaba al menos una actuación profesional al año. Todo era puro negocio y a nosotros no nos pagaban nada. Todavía no llegábamos a la categoría profesional pero era currículum.
Ojalá pudiera dedicarme a esto siempre. Me había apuntado a la universidad a distancia, suerte que la de Tasle te permitía hacer esta modalidad. Solo tendría que moverme para hacer los exámenes y la academia me mantendría lo más alejada de allí posible. Respiré hondo. Terminé de ponerme la camiseta y me hice una coleta alta. En cinco minutos iban a maquillarnos a todos. No tenía una pareja de baile estable, todos nos íbamos moviendo entorno al escenario y cambiando de posición. Salir al escenario era refrescante. Conseguía olvidarme de todo, necesitaba hacerlo.
- ¡Gina! ¿Estás preparada? ¡Estoy de los nervios! Creo que voy a gritar. - Dijo mi compañera y de hecho gritó. Me tapé los oídos. - Está mi nuevo ligue ahí fuera y quiero que flipe al verme.
- ¡Estoy segura de que va a flipar! ¡Ponte un poco tranquila sino perderás concentración!
- Es verdad, es verdad. Tienes razón. Inspira, espira, inspira.... - añadió mientras se alejaba y yo pude respirar mejor.
Las luces se apagaron e inevitablemente busqué unos ojos verdes entre la multitud. Sabía que no estaba pero ese pensamiento había acudido a mi mente sin querer. Intenté distraerme para que la grieta de mi pecho no se abriera en ese momento. La música me salvó y me dejé llevar.
* * * * * *
Abracé a mi padre al terminar. Había venido con su compañero de trabajo y su mujer a verme. Eran una gozada de personas. Me felicitaron y alabaron mi trabajo y les di las gracias.
- Supongo que vas a querer quedarte a celebrarlo con tus compañeros, ¿verdad?
- Sí, me quedaré un poco. - Contesté. Estaba cansada pero me apetecía tomarme una copa con mis nuevos compañeros.
- Claro que si. Te toca desconectar y pasarlo bien. - Me dijo el compañero de mi padre. - Además seguro que tienes garantizadas un par de copas gratis después del espectáculo. - Le sonreí.
- Envíame un mensaje cuando llegues a casa. Ten cuidado.
- Lo tendré, no te preocupes. - Y me despedí de los tres.
La mayoría de bailarines se habían quedado la primera media hora a tomar algo pero la gente se dispersaba rápidamente. Quedamos cuatro charlando y bebiendo alrededor de media noche. Estaba bien pero ya deseaba irme. Justo cuando iba a despedirme se acercó a mí un camarero.
- Me han pedido de la sala VIP si puede subir. Quieren invitarla a tomar una copa. - Me quedé mirándolo con una ceja alzada. Mis compañeros se quedaron con la boca abierta.
- Perdone, ¿qué?
- Tienes que subir Gina, a veces hay caza talentos en la sala que se quedan a observar la actuación. - Fruncí el ceño.
- ¿Y por qué solo me llama a mí? - Ambos se encogieron de hombros. El camarero seguía esperando.
- Acompáñeme por favor. - Los demás me animaron así que no me quedó otra que ir pero no estaba segura de ello.
Me guió hasta una puerta, al lateral de la pista de baile, la abrió e inmediatamente empezó a subir por unas escaleras. Estaba a oscuras a excepción de unas luces de colores que daban la iluminación suficiente como para no tropezarse. Era un paso estrecho y parecía que las paredes se iban estrechando. Respiré hondo. No me gustaba la sensación, me sentía acorralada. Pero el sentimiento desapareció cuando llegamos al segundo piso. Era una sala amplia, también a medio oscuras y con luces tenues. La visión del escenario desde ese ángulo era impresionante; permitía verlo todo. La zona de sofás y mesas quedaba de tal forma que podías ver el escenario y la sala de baile perfectamente. Sin darme cuenta, me había pasado unos cuantos minutos observando y el camarero había desaparecido de mi vista. Giré sobre mí para ver si lo veía cuando escuché una voz que me heló la sangre:
- La vista es perfecta, ¿no crees? - Tragué saliva y conté hasta cinco antes de enfrentarme a él.
- Cam. - Él sonrió y tomó un sorbo de su bebida. - No debería sorprenderme encontrarte aquí.
- Por supuesto que no. ¿Me acompañas? - Dijo alargando un brazo para que pasara primero. Lo miré procurando tantear qué quería. No estaba dispuesta a pasar más tiempo del necesario con él. - Tenemos que hablar. - Añadió más serio al ver que no me movía.
Me dejé caer en el primer sofá que encontré. Enfadada conmigo misma por haber seguido al camarero. Por supuesto, dudaba que él se hubiese dado por vencido. Había pasado prácticamente todo el verano sin tener noticias... había conseguido poner a un lado esta pesadilla para que renaciera otra vez. Él se sentó frente a mí. Le miré entre resignada y desafiante.
- Suéltalo ya para que pueda largarme.
- Vaya, vaya... ¿te has vuelto impaciente durante este mes?
- Solo contigo. Si esta no es una noche de las que te debo, desearía irme. - Añadí cruzándome de brazos. Él frunció el ceño.
- Siempre puedo convertirla en una, ya sabes. No me afecta en absoluto. - Sonrió al finalizar la frase. - No vas a quitarme el buen humor. - Le interrumpí.
- ¿Cómo sabías que estaba aquí?
- Sabía que no estabas en Tasle y francamente tampoco era tan difícil sospechar que estarías con tu padre.
- ¿Cómo sabes que...?
- Como te dije, tengo contactos. Y ahora, ¿no tenías prisa por terminar? - Me quedé muda, fulminándolo con la mirada. - La semana que viene necesito cinco de mis noches.
- ¿A la vez? - Palidecí. No podría soportarlo.
- De hecho, deberás viajar conmigo. Es un asunto de negocios y te necesito para cerrarlos. - Tragué saliva.
- ¿Qué? No voy a viajar contigo, me estás pidiendo más de lo que quedamos.
- Puedes hacer lo que quieras durante el día, necesito tu presencia a la hora de la cena.
- ¡Pero me obligas a estar ahí! Vivo con mi padre y tengo unas obligaciones. - Me miró como si le aburriera.
- Ése es tu problema. Arréglalo. Te vendré a recoger el lunes a las 8 de la mañana. - Abrí los ojos de la sorpresa. - Espero que no me obligues a echar la puerta abajo.
- ¿El lunes? - Me recorrió un sudor frío por toda la espalda. - Pero hoy es viernes.
- Lo sé. - Respiré hondo varias veces, él parecía divertido.
- ¿A dónde viajamos?
- Estaremos prácticamente todos los días en un barco. Es un crucero por el mediterráneo. Tómatelo como unas vacaciones. - Añadió mientras apoyaba la espalda en el respaldo de la silla en actitud relajada.
Yo me quedé mirándolo. Intentando asimilar todo lo que había pasado en los últimos cinco minutos. Sabía que esto iba a pasar pero no imaginaba que me pediría cinco noches seguidas y menos después de un mes sin saber absolutamente nada de él.
- Dime la verdad. ¿Qué es este viaje en barco? - alzó las cejas, divertido.
- Un simple viaje de negocios.
- No creo que sea un simple viaje de negocios si requieres de mi presencia.
- Lo sabrás el lunes.
- Necesito una sala donde seguir ensayando. No puedo descuidarme ni un día sin bailar.
- No te preocupes. Ya lo tengo solucionado.
Añadió con una sonrisa en los labios y me guiñó un ojo, completamente seguro de sí mismo. Me sorprendió que lo hubiese tenido en cuenta. Me levanté de la silla y me largué sin decirle nada más.
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Caminar Juntos
RomanceGina se ha enfrentado al mayor reto de su vida: la muerte de su madre. No le ha quedado más que sobrevivir. En su ciudad solo encuentra los fantasmas de su vida con su madre. No tiene nada. Decide mudarse y recomenzar para que su tristeza no la hu...