Me mudé con John durante el verano. Los días de playa me permitían relajarme pero me daban demasiado tiempo para pensar. Así que me apunté a una academia para hacer un intensivo de baile. Había un grupo de mi nivel así que sentí que aprovechaba el tiempo. Siempre me quedaba un par de horas más después de los ensayos e iba a casa a preparar la cena para John.
Las noches eran lo peor. Mi cabeza no paraba de lanzarme imágenes que había intentado suprimir durante todo el día. Daba vueltas sin parar. Había días que no conseguía dormir. Por eso había decidido tomarme unas pastillas. John notaba que algo pasaba pero supongo que lo atribuía al accidente, mi preocupación por Michelle, etc. Me daba mi espacio.
Había una actuación en un mes. La representación se hacía en uno de los pubs con más prestigio de la ciudad. La exigencia era alta. Compañeros se quejaban de tener poco tiempo para disfrutar de las vacaciones pero a mí me iba genial.
Mi padre estaba también muy ocupado con el trabajo pero siempre cenábamos juntos. Era consciente que había sido un esfuerzo para él que estuviera ahí y adaptarse a vivir con alguien más.
Ya quedaba poco para la representación; una semana. John quería venir a verme. Esa mañana estaba preparándome la bolsa de baile cuando me llamó:
- ¡Gina! Te he preparado el desayuno.
- ¡Ahora mismo bajo papá!
Nada más sentarme, John empezó a hablarme de cosas del barrio. Yo iba comiendo sin intervenir mucho. Normalmente yo no tenía muchas cosas que contar así que él tenía que llenar los silencios.
- Bueno, mi compañero nos ha invitado hoy a cenar a su casa. Su mujer y él quieren conocerte, les he hablado mucho de ti. ¿Tenías algún plan para esta noche? - Hice una mueca involuntaria. No me apetecía nada.
- No, en realidad no. - Él me miró, entendiendo.
- No te apetece, ¿verdad? - Arrugué la nariz.
- No pero iré. - Me encogí de hombros. - Quizás necesito cambiar un poco la rutina. - añadí sonriendo un poco, él me sonrió en respuesta.
- Ya verás como sí. Te caerán bien.
- Te veo por la noche entonces papá. - Le di un beso en la mejilla, despidiéndome.
- Hemos quedado a las ocho y media! Acuérdate!
Subí al coche y puse la música a todo volumen. Tenía dos llamadas perdidas de Michelle. Hacía un mes que me había mudado y no había vuelto a Seur. Lilly había venido a visitarnos e insistía en que fuéramos a verles pero mi padre estaba ocupado y yo tampoco quería regresar.
Me hubiese gustado mantener el contacto con Jack pero me daba demasiado miedo. Aún así, nos llamábamos alguna vez.
Michelle era con la que más hablaba. Se estaba recuperando bien, casi había vuelto a la normalidad. Tenía una pequeña lesión en el área que controlaba el movimiento de la pierna izquierda. Iba a rehabilitación e iba mejorando. Su relación con Dan era fuerte, más de lo que había sido con Jason, a pesar del poco tiempo que hacía que se conocían.
Entrenaba duro. Quería ser la mejor. Cuando bailaba, creía que podía ser otra persona distinta. Sentía que podía sacar lo mejor de mí en la pista. Mis compañeros me tenían por tímida porque casi no hablaba con nadie. El entrenador me miraba como si supiera que escondía un secreto. Ése día fue como los demás, una breve pausa para comer y más entrenamiento.
Después de ducharme y despedirme de mis compañeros, me dirigí a casa para arreglarme. Todavía no había llamado a Michelle. Vi un mensaje de Valeria, la hermana del niño que había estado a punto de morir. Quería mantener el contacto con ella y que me hablara de su familia, especialmente de su hermano.
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Caminar Juntos
RomanceGina se ha enfrentado al mayor reto de su vida: la muerte de su madre. No le ha quedado más que sobrevivir. En su ciudad solo encuentra los fantasmas de su vida con su madre. No tiene nada. Decide mudarse y recomenzar para que su tristeza no la hu...