Al estar yo sentada, me pareció más alto que de costumbre. Me sentía perdida al llegar al bar, pero teniéndole ahora a él cerca, me sentí insignificante.
Parecía siempre tan seguro de sí mismo, incluso cuando le habían dejado plantado en la cena. Tenía el pelo negro algo revuelto, le quedaba bien.
Sus ojos me miraban, pidiéndome permiso. Le indiqué con la mano que podía sentarse.
− Gracias por la bebida. Ha sido todo un detalle. - él se puso a reír mientras yo bebía un poco más y deseaba que me tragara la tierra.
− Bueno, era lo menos que podía hacer. Parecía que necesitabas otra bien calentita. ¿Tienes afición a ir andando bajo la lluvia? - me preguntó, haciéndose el gracioso. Puse los ojos en blanco.
− Sí, es genial quedarte congelada en la calle. He tenido un problemilla, ¿vale? Nada que no pueda solucionarse. - ahora entendía porque sus citas lo enviaban a paseo. Será repelente.
− Eh, tranquila. - me dijo levantando la mano. - Estaba de broma. - le miré con cara de pocos amigos. - Vale, ya veo que no es momento de bromas. Lo siento. - Entonces suspiré y dejé ir mi orgullo.
− Tranquilo, perdona por ser una borde es que no he tenido un buen día.
− Sí, ya veo. Entonces, si no tienes afición a andar bajo la lluvia... ¿qué hacías por aquí?
− He ido de excursión. Pero como puedes ver, la situación se me ha descontrolado un poco. - Antes que añadiera un comentario mordaz, seguí hablando. - ¿Y tú?
− Tenemos una pequeña casa en el pueblo, solemos venir algunos fines de semana. Ya sabes, cambiar de ambiente y estar un poco más relajados.
− Eso está bien.
Nos quedamos callados, sin saber qué decir. No sabía si esperaba que le contara qué me había pasado pero no dijo nada.
Supongo que no quería forzarme a explicar nada. Después de todo, no le conocía. Entonces me di cuenta de la hora que era y busqué mi teléfono.
Tenía que avisar a Lily y decirle que al final no podría ir a cenar. Lo mejor era ir a ese dichoso albergue y quedarme ahí toda la noche para mañana poder recuperar mi estúpido coche.
− Mierda. - dije al ver que mi móvil estaba sin batería.
− ¿Necesitas llamar a alguien? Puedo dejarte el mío. - me dijo el hermano de Olivia amablemente.
− Gracias, quizás más tarde.
No quería decir eso pero me resultaba muy violento que me dejara el móvil. Aunque quizás no volviera a proponérmelo... tenía que controlar mi boca de vez en cuando. Opté por cambiar de tema.
- Todavía no me has dicho cómo te llamas. - Sonrió.
− Jeff. Encantado otra vez. - me dijo mientras me tendía la mano. Me reí y se la estreché. - Gina, ¿verdad?
− Ni más ni menos.
− Hoy creo que un poco de menos... - me dijo sonriendo otra vez.
Pero sus ojos eran precavidos, atentos para comprobar si aceptaba su broma. No pude más que reír por su chiste malo. En mi soledad, había encontrado una cara amiga.
- En serio, coge mi móvil si necesitas llamar a alguien. - suspiré y me debatí en si explicarle mi situación. Decidí hacerlo, podía ayudarme a encontrar el albergue.
− Tendría que llamar a Lily para decirle que al final no puedo ir a cenar.
− ¿Lily Redfield? ¿Sois familia? - iba a contestar con un rápido no pero entonces recordé la carta y me lo pensé mejor.
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Caminar Juntos
RomanceGina se ha enfrentado al mayor reto de su vida: la muerte de su madre. No le ha quedado más que sobrevivir. En su ciudad solo encuentra los fantasmas de su vida con su madre. No tiene nada. Decide mudarse y recomenzar para que su tristeza no la hu...