30. Oportunidades

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Intenté quitarle hierro al asunto.

- O quizás simplemente quiero mantener un secreto que no me pertenece. - Di otro sorbo a mi bebida y me encontré con su mirada fija.

- No importa. Puedo verlo en tus ojos. Sé que no te gusta Bryce. Si aceptaste, tiene que haber un argumento de peso detrás.

- ¿Estás seguro que no me gusta? - le pregunté, medio jugando.

- Vi tu cara el día de la cena benéfica. Hablaba por sí sola, créeme.

Me eché a reír y él se rió conmigo. Estaba tan guapo; era todo tan natural y espontáneo... simplemente genial. Me daba miedo que se fuera todo al traste si continuaba hablando de ese tema pero no dijo nada más. Suspiré aliviada.

Me había quedado embobada mirando el horizonte durante demasiado tiempo. Pero él no había dicho nada o quizás si y no lo había escuchado. Me giré para preguntarle algo pero me di cuenta que me contemplaba fijamente. Tragué saliva y creo que me subieron un poco los colores.

- ¿Qué estás mirando? - Mi corazón tenía prisa por algo porque de repente había acelerado su marcha. Él me sonrió.

- Te estoy mirando a ti. ¿A quién sino?
Me gusta la cara que pones cuando estás pensativa. - Fruncí el ceño, ¿iba en serio o era broma? - Me intriga saber qué pensabas.

- ¿Ahora? Sinceramente, no estaba pensando en nada.

- Entonces dime qué es lo que estabas sintiendo. - Mi corazón continuaba con su marcha al escuchar sus palabras.

- Creo que sentía paz. Es difícil de explicar... - Me interrumpió.

- Sé lo que quieres decir. Yo siento lo mismo y es sorprendente teniendo en cuenta qué pasó la última vez.

- No fue tan malo. - Alzó una ceja, incrédulo. - Vale, sí. Fue un desastre pero francamente no acabo de entender qué fue lo que pasó.

- Yo tampoco. Supongo que fue demasiado... ¿rígido?

- Si y parece que salieron todas nuestras inseguridades ese día.

- No es como si se hubiesen ido de repente pero... -Esperé a que continuara pero no lo hizo. Miraba su copa embelesado.

- ¿Pero qué? - Le insistí para que siguiera hablando. Se cruzó de brazos, ¿ahora ponía distancia?

- Creo que podríamos intentarlo. 

- ¿Intentar el qué? - Bufó.

- No te hagas la estúpida, sabes de qué te estoy hablando.

- Lo ves, ya me has insultado. En serio Jeff, estábamos llevándonos bien no lo estropees ahora.

- ¿Qué es lo que he estropeado?

- Así empezaste la última vez.

- Podemos volver al tema central de la conversación, por favor.

- Que era... - Volvió a bufar.

- Esto es increíble. Necesito salir de este sitio. - Añadió mientras se levantaba de la silla.

No tuve tiempo de decir nada. Así que le seguí mientras le escuchaba murmurar palabras ininteligibles.

- ¿Vas a decirme ahora porque me has llamado estúpida?

- No te he llamado estúpida, he dicho que no lo hicieras ver.

- ¡No lo hacía ver! Así que me has llamado estúpida. - Se pasó las manos por la cara.

- De verdad Gina, si quieres entenderlo entiéndelo porque puedes. Eres exasperante a veces. ¿Por qué te sientes tan ofendida por algo tan insignificante? - Me encogí de hombros.

- Supongo que tienes razón, ni siquiera recuerdo a qué venía todo eso. - Él puso los ojos en blanco.

- No claro que no te acuerdas. ¿Siempre haces eso? ¿Cierras los ojos y las orejas cuando hay algo que no quieres ver o escuchar?

- Lo estás volviendo a hacer.

- Tienes razón, lo siento. - Volvió a poner los ojos en blanco.

- ¿ A dónde vamos?

- Te estoy acompañando a casa de Lily.

- ¿Ya?  - Pareció sorprendido por el tono de voz con el que le contesté.

- Creo que será lo mejor. - Me dijo con precaución, intentando no herir mis sentimientos.

- ¿Por qué? - Creo que hice un puchero.

- Tengo que irme ya Gina, no quiero fastidiar la noche. No forcemos las cosas.

- Pero...

- Déjalo.

- ¿Te he ofendido en algo? ¿Qué has querido decir con eso de cerrar los ojos?

- Déjalo ya Gina, no creo que ahora sea un buen momento.

- No quiero dejarlo. - Le grité cogiéndolo del brazo y tapándole el paso. Me miró enfadado.

- No quieres saberlo. Es eso lo que quería decir con lo de los oídos.

- Sí que quiero saberlo.

- No, no quieres.

- Sí.

- Está bien, tú lo has querido. - Me cogió del brazo y me acercó a él. Estaba demasiado cerca de lo que sería habitual en una conversación. Sospechaba que... No, no podía permitirme tener ese tipo de esperanzas. El corazón latía con fuerza en mi pecho. - Me gustas Gina. Tenía muchas ganas de verte esta noche. Pienso cada día en ti. Me gustaría... - Me fijé en que tragó y me miró con más intensidad, si es que eso era posible. Mi corazón se detuvo y retomó su movimiento incrementando su ritmo exponencialmente. No podía casi ni respirar. - Querría que me dieras la oportunidad de conocerte mejor.

Abrí la boca para hablar pero no me salió ningún sonido. Él esperaba, nervioso, aun cerca de mí. A medida que pasaba el tiempo fue separándose. Su cara cambió. Pasó de expectante y nervioso a desesperanzado. Mi cerebro no funcionaba bien, a pesar de tener claro lo que deseaba, mi voz no encontraba las palabras adecuadas.

- Ya veo... - Murmuró. - No importa, de todos modos...

- Jeff espera. - Le interrumpí, cogiéndolo del brazo.

No pude decirle nada más. Cuando nuestras miradas se encontraron fue simplemente mágico. Compartimos todas las esperanzas y deseos. Una mirada que valía más que mil palabras.

Nuestras miradas descendieron a nuestros labios alternativamente. Y un segundo después me atrajo a él y sentí sus labios sobre los míos.

Caminar JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora