32. Contigo

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- Explícamelo todo.

Mientras conducía, se lo conté todo. Me desahogué con él por todo lo de la biblioteca, que creo que ya sabía pero daba igual. Me sentía tan frustrada y luego estaba Bryce que me sacaba de quicio. Añadí que estaba preocupada por Jack; le había visto fatal. Apreté el volante con fuerza. Estaba más afectada de lo que pensaba. Iba mirando a Jeff de reojo pero no podía adivinar qué estaba pensando, solo me escuchaba atentamente.

- ¿Por qué no me llamaste a mí? - Fruncí el ceño, descolocada.

- ¿Qué quieres decir? - Me giré un poco para mirarle y vi que tenía el semblante serio.

- Podrías haberme llamado, sabes que habría venido a ayudarte. - Me quedé en blanco. La verdad es que no había pensado en esa posibilidad. - Siempre que tienes problemas, me tropiezo contigo pero si no es así tú no piensas en mí, ¿verdad? Has pensado antes en Jack. - ¿Era eso un ataque? No lo había dicho con asco pero ahora ni me miraba, su vista estaba centrada en el paisaje de su ventana.

Estábamos a punto de llegar a Seur. No dije nada, no quería tener esa conversación en el coche. Los minutos se alargaron porque el silencio era aplastante y opresor. Tragué saliva. Sentía que habíamos vuelto otra vez a esa primera cita; que la última solo había sido un espejismo de la realidad. Me daba miedo girar la cara y verle. ¿Seguía sin confiar en mí?

Estaba a punto de parar el coche frente a su casa pero me lo pensé mejor, necesitaba hablar con él a solas, sin la posibilidad de que cogiera y se fuera. Así que arranqué de golpe, a toda velocidad.

- ¡Se puede saber qué haces!

- ¡Que no te haya contestado antes, no quiere decir que no quiera hablar! - Paré el coche en un camino con viñas a los lados. Abrí la puerta y salí dando un portazo. Necesitaba aire porque la atmósfera del coche cada vez era más irrespirable.

- Cuando acabes con el numerito del coche, el acelerón y el portazo quizás podrás decirme eso que tienes que decirme.

- ¿Mi numerito?¿Y el tuyo? Pensaba que ya habíamos pasado la fase de desconfianza. - Él frunció el ceño, parecía dolido.

- ¿Desconfianza? En ningún momento he desconfiado de ti.

- ¡¿ Y los celos absurdos por Jack puedes decirme a qué vienen?! He tenido un día duro hoy, ¿sabes? Y lo último de lo que tenía ganas era de discutir contigo. ¿Por qué todo es tan complicado? No lo entiendo.

- No eran celos. - dijo impulsivamente. - Bueno, quizás sí. Perdóname, he reaccionado mal. Tienes razón. No debería centrar esa conversación en mí solo es que me ha dolido que pensaras antes en Jack que en mí, es todo. Sé que no hay nada más. - Mientras me decía esto último, se acercó un poco a mí. - Confío en ti, de verdad. - Añadió mientras me cogía la mano, me la besaba y tiraba de mí hacia él. Sonreí.

- Está bien... te perdono. - Sentí sus brazos a mi alrededor y me calmé. - Pensé en Jack porque el vive en Tasle, y tú no pero prometo llamarte la próxima vez que pase algo.

Me estrechó contra él y me quedé ahí, apoyando mi cabeza en su pecho. Disfrutando de su contacto.

- ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Te quedarás con tu abuela? - Me dijo, sentía su aliento en mi oreja cuando hablaba y me estremecí.

- Supongo que sí, no tengo ningún otro sitio.

- Entonces estaremos más cerca; bien por mí. - Me eché a reír y disfruté de sus caricias en mi espalda.

Caminar JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora