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Yo sabía perfectamente que estaba mal de la cabeza y necesitaba un psicólogo cuanto antes.

Ni aún encontrándome en ningunas de mis casillas, recordaba a la perfección que yo mismo me había negado en primer lugar a bajar al piso de abajo y presenciar la fiesta. Hasta que por ciertas razones del cuerpo humano, mi estómago me venció y entonces solamente había decidido bajar para comer algo, pero terminé encontrándome con una escena morbosa que hizo que mis demonios comenzarán a aparecer y correr hacía Jimin para reclamarle lo sucedido. Hasta ese entonces solo tenía la intención de reclamar y volver arriba para seguir durmiendo en la confortante cama que tenía allí; pero Hoseok y su hermana aparecieron e insistieron que me quedase un rato con ellos y charlar.

Pero solo por un momento fue así, hasta que la cosa se desató por completo y de un momento a otro terminé con una caja de cervezas en mis manos y solamente para mí. Porque la cerveza me pertenecía a mí, al igual que su embase y su aroma, gusto e inimaginable sabor.

Diez eran estas y a las diez me las bebí de un solo estar ¿Quieren saber la razón por la cual me dejé llevar tan rápido y me las bebí a las diez de un solo movimiento? Les diré: porque mi odio hacía el duende del bosque había vuelto a mi como si una ráfaga de viento se tratase. Entonces, que mejor que la cerveza para hacerme olvidar de ese remordimiento agridulce en mi pecho ¿No?

Y así es como había llegado aquí, en medio de la pista bailando desenfrenadamente al ritmo de la música mientras festejaba y levantaba mi mano derecha quien sostenía una lata de cerveza para después llevarla a mi boca y saborear su gusto. No sentía vergüenza alguna y todo en mi cuerpo estaba caliente, como si hubiese corrido miles de kilómetros en una maratón donde su premio al llegar era un automóvil a cero kilómetros. Solo reía mientras observaba a los demás bailar con ciertos pasos tontos y erráticos. Hoseok se había perdido horas antes con Taehyung y la verdad que no tenía ni idea a donde ellos se habían marchado.

La fuerte música sonaba cada vez más y era una sensación increíblemente excelente para mís oídos, todos parecían ser galletas de navidad que bailaban al compás de la música que el señor Santa Clause ponía desde su consola para hacer los regalos. Barbudo y blanco era este, las galletas comenzaron a descontrolarse y parecían hormigas que necesitaban buscar rápidamente su comida porque la fuerte llovía se avecinaba en sus tierras.

Reí fuerte cuando observé mis manos y me di cuenta que la lata de cerveza que había estado tomando de un momento a otro se había convertido en un vaso de leche. ¿Cómo era eso posible? Cierto, yo ya no estaba en mis casillas.

Pero gruñí cuando una galleta femenina me empujó haciendo que el vaso de leche se me cayera al piso.

-Insensible galleta sin relleno. - mascullé mientras hacia un puchero. La galleta sin relleno me observó molesta y después desapareció. Poca importancia le tomé porque de todas formas estaba en mi castillo y como todo rey que esta en su pueblo yo podía hacer lo que se me diera la gana. Entonces con mis pies apunto de desmoronarse por las migajas que mi cuerpo comenzaba a esparcir, caminé hasta el refrigerador en forma de una paleta gigante y de allí adentro saqué otro vaso de refrescante leche. Sonreí sastifescho al tener mi aperitivo listo y caminé otra vez hacia la pista donde las demás galletas bailaban.

Todo era tan mágico, la navidad comenzaba a llegar y Santa no tuvo mejor opción que hacer una increíble fiesta para festejar su llegada.

Ay Santa Clause ¿Desde cuando te volviste Taehyung?

Seguí bailando esa música navideña y reí mientras observaba a las palomas volar a mi alrededor, cerré mis ojos sintiendo la brisa pegar en mi frente y de un momento a otro un caballo bailaba al lado mio. Pero no era un caballo cualquiera, este era prodigioso y presumido. A lo lejos podían notarse sus rasgos ingleses y como este de seguro su dueño era el rey Arturo. Bailé junto al caballo un par de canciones mientras yo estaba sorprendido por sus movimientos, no imaginé que los caballos se movieran de esa forma tan elegante. Quizás era un caballo de los finos. Rechinó por un momento y después se fue. Observé detenidamente que, un Santa Clause relativamente furioso lo llamaba desde la cabina del DJ.

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