El cielo estaba nublado y por un milagro de Dios, hoy no corría tanto viento como lo había estado haciendo hacia unos días atrás. Salí colocándome la capucha y sujetando el bolso sobre mis manos, caminé a pasos rápidos hasta la parada de autobuses. En el transcurso de la caminata, me fijé la hora en mi reloj que estaba colocado en mi muñeca derecha y suspiré cerrando mis ojos, deteniéndome un rato para poder estar consciente.
Eran las siete y cuarto de la tarde.
Amargamente sonreí volviendo a tomar rumbo en mis pies. No tenía precio alguno quejarme a estas alturas, pero si que quería hacerlo. Esto me estaba consumiendo la cabeza, el cuerpo, el universo y la vida entera. Quería llorar. Había estado la mayoría del día en la Universidad, yendo de aquí para allá y tratando de poner en orden mi cabeza. Últimamente había hecho de la universidad mi nueva casa, porque utilizaba el departamento únicamente para dormir.
Llegué al departamento a eso de las nueve y media de la noche cuando los locales comerciales comenzaban a cerrar y en los restaurantes comenzaban a triunfar de gente que salían de sus trabajos. El autobús había tardado como el infierno ya que el tránsito estaba pesado debido a que entre las seis y ocho de la tarde, la gente se volvía loca y para que decir que dentro del transporte veníamos todos llenos de olor a sudor y transpiración rancia.
Un caos, recientemente todo se había vuelto un desastre inconfundible en mi vida. Quería desaparecer de este lugar y tomar unas vacaciones, y con vacaciones me refería a dormir todo el día. Pero lamentablemente faltaba mucho para pensar en las vacaciones.
Saliendo del ascensor, busqué la llave en mi bolso y al abrir la puerta, quité mis zapatillas y las dejé a un costado. Papá tampoco vendría a dormir ésta noche, así que sin ánimos y descabellado, encendí las luces de la cocina y me senté. Mi condición era como si fuera que estaba a punto de morir porque mi pecho y cabeza chocaron contra la mesa, el cansancio lo sentía por todo mi cuerpo. Cerré los ojos, relajándome con el silencio del lugar.
Aunque no había mucho silencio que uno se dijera.
Todo estaba yendo mal por estos lugares, me sentía un fracasado con todas las letras puestas. No podía creer que apenas estaba en primer año de la universidad y ya no aguantaba más. No era como si no me gustara la carrera, porque si lo hacía pero la sentía difícil. No señores, esto no era como la secundaria, no crean que los profesores se dejarán chantajear y mucho menos piensen que van a tener en cuenta su participación en clases. Tenía suerte apenas de que supiera ubicarme en cada aula donde me tocaba cada clase y odiaba a muerte cuando tenía horarios diferentes, porque tenía que estar vagando por ahí sin rumbo alguno.
Había pasado un tiempo, nos encontrábamos a quince de mayo y la primavera se hacía brillar por la ciudad de Seúl. Se estarían preguntando por el chico de cabello pelinegro del cual yo solía odiar mucho ¿No es así? Déjenme decirles que nosotros estábamos bien, en ese término, estábamos bien. O al menos eso era en lo que yo me aferraba a creer con cada día que pasaba.
Sí, al principio había sido todo normal ya que estábamos en vacaciones y no teníamos ningún compromiso de por medio. Estaban los días donde el venía a verme o yo iba a Busan. Íbamos al parque o cenábamos en algún restaurante de estos lados, salíamos al cine hasta incluso disfrutamos yendo a una discoteca y gracias a los cielos que Jimin estaba conmigo para controlarme.
Aún recuerdo cuando Kenny, su papá, se había sorprendido de nuestra relación ya que jamás imaginó a Jimin con un chico; pero nos aceptó rápido y me había dicho que era bienvenido a la familia. Me sentía feliz en ese entonces, podía seguir estando cerca de Jimin a pesar de que vivíamos un poco distanciados. Pero las cosas comenzaron a ponerse un poco pesadas cuando yo tenía que estudiar para el ingreso a la universidad. Nos veíamos los fines de semana y claramente, hablábamos por line todo el día. Quedamos en esa rutina hasta que ambos comenzamos con nuestros primeros exámenes. Dejamos de vernos ya que Jimin y yo habíamos llegado al punto límite de estudios y el se la pasaba casi todo el día en la academia, al igual que yo en la universidad. Jimin tuvo que dejar danzas, porque no tenía tiempo de asistir a ella ya que todos los días llegaba a casa a eso de las diez de la noche. El tenía el día más pesado que el mío.
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Home • Jikook
Фанфикшн"¿¡Vivir bajo el mismo techo de la persona que más odio!? ¿¡Estás demente papá!?" Jeon Jungkook detesta con toda su vida a Park Jimin, su compañero de clases quien únicamente es un chico popular más; pero todo eso cambia cuando al padre de Jungkook...
