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Mí corazón latía en mi pecho cada vez más rápido. Mí respiración no estaba saliendo normal y mis manos comenzaban a sudarme. El conductor del taxi lo notó. Sin embargo, no dijo nada, se quedó callado y el rostro de Park Jimin no podía salir de mi cabeza haciéndome poner cada vez más inquieto.

Fueron solamente diez minutos en lo que el trayecto duró, pagué y tiempo después bajé del automóvil mientras agarraba la maleta con mi mano derecha. En ese instante había sentido como mis piernas anhelaban caerse y como el calor de mi cuerpo comenzaba a elevarse. De repente todo estaba hirviendo dentro de mí. Me quedé en medio de la vereda, estático tras haber sufrido un intento de descomposición y observé el gran edificio en frente de mis ojos. Fruncí mis cejas intentando asimilar todo lo que me estaba pasando pero sin embargo no podía tratar de pensar bien. No sabía que era lo que a mi cuerpo le pasaba.

Seré un chico tonto. Pero en estas circunstancias ya nada podía recuperarse y era la única opción que tenía.

Hoseok me matará en cuanto se enteráse, de hecho podía decir con exactitud que tenía mi tumba ya cavada y mis velas prendidas en la funeraria.

Siguiendo el sonido del vientesillo correr por mi rostro y golpear mi frente, comencé a caminar apenas, con un ritmo desequilibrado. Pero cada paso que avanzaba era como si la respiración se me paraba y como si estuviera poniendo demasiado esfuerzo para solo mover mis piernas. Mis manos temblaron y no bastó ni siquiera una milésima de segundos para que me diese cuenta de que estaba sudando como si hubiera corrido una maratón de diez kilómetros. Mis ojos se iban cerrando y podía sentir el aire demasido tranquilo como para caerme y dormir en el piso. Sin embargo le resté importancia a lo que a mi cuerpo le estaba pasando y comencé a caminar rápidamente hasta entrar dentro del edificio. Y menos mal que el portero me dejó hacerlo, ni siquiera me había pedido identificación. Solo me había mirado con sus cejas juntas y su boca cerrada en una línea recta.

Suspirando y preguntándome si realmente esto había sido lo correcto, llamé al ascensor y a los pocos segundos ya me encontraba dentro, tratando de mantenerme firme ante los varándales e intentando respirar con normalidad. Hacia mucha calor.

Cuando el timbre del elevador tocó segundos después, apenas podía mover mis pies y el dolor en mis músculos cada vez comenzaba a hacerse increíble. Pero desapareció cuando estuve en frente de aquella puerta de madera. Sin dudarlo toqué el timbre. Sabía de ante manos que el iba a matarme, pero no creía que lo hiciese antes que Hoseok. Este último probablemente dejaría de hablarme y se molestaría bastante conmigo.

Pero por favor créanme, no tenía a donde ir. No podía ir a su casa, su familia apenas podía lidiar con las pequeñas y yo sería sólo un estorbo más.

Taehyung abrió la puerta con los ojos cerrados, llevaba un pijama y su cabello desparramado por toda su frente. Yo hubiera creído que se trataba de un sonámbulo, pero el realmente estaba despierto.

Intenté hablar, mi cuerpo se estremeció al sentir golpear el viento helado que entraba por la ventana que tenía detrás, y el corazón haciéndome añicos junto a mi mente que solo me pedía tirarme en el piso y dormir. Todo estaba caliente, mi cuerpo ardía en llamas y Taehyung comenzó a nublarse de repente, comenzaba a desaparecer al igual que mis párpados que se iban cerrando de a poco. Pero resistí para mantenerlos abiertos.

Noté como Taehyung abrió los ojos, después de frotarlos una y otra vez, se sorprendió ante mi presencia y dió un paso hacia adelante, podía ver que estaba molesto por su mandíbula tensa pero no me importó. Cambió su expresión cuando me tambaleé hacia atrás e inmediatamente me sujetó del brazo derecho.

-¿Pu...puedo....- mí voz salía asfixiada, como si fuera que me estaba ahogando con el aire.

-¿Huíste?- preguntó, su mano aún sujetando mi brazo. Sus cejas juntas.