38 •

36.2K 3.7K 3.1K
                                        


El hecho de haber visto a Ian en frente mío, confesándose nuevamente, hizo un reflejo en mi memoria de lo sucedido hacia años atrás e insistió en mí la sola idea de recordarme también, que yo no le había contado aquella anécdota a Jimin y que este último era completamente ajeno a lo ocurrido. Había pasado por alto aquel hecho, o más bien, tenía angustia de abrir mi boca y contarle lo sucedido temiendo su reacción. No quería esconderle ningún tipo de secretos y la sola idea de estar ocultándole aquello me hacía remover el estómago.

Quería contarle, maldita sea.

Inquieto me moví en el pequeño asiento del taxi, un gruñido cansado y sin fuerzas se escuchó por parte de Jimin a mi lado, su cabeza estaba apoyada en mí hombro y su mano derecha estaba encima de mi rodilla, sus dedos dándome leves caricias y mi corazón descontrolándose por aquel efecto que su toque proporcionaba en mi sistema. Sin embargo, a pesar de que sus ojos estaban completamente cerrados por el cansancio que su cuerpo había acumulado desde tantas semanas de prácticas para el baile de fin de año, Jimin mantenía una pequeña sonrisa en sus labios. La conformidad naciendo de él.

Suspiré sintiendo la cercanía del pelinegro y como el bombeo de mi corazón golpeaba mis entrañas con fuerzas. Internamente maldecí porque parecía que mi cuerpo nunca lograría tranquilizarse teniéndolo a el cerca. Cerré los ojos también, llenándome por la comodidad y lo reconfortante que se sentía tenerlo al lado mío.

Jimin confiaba en mí.

Y ¿Yo confiaba en el?

Sí, entonces ¿Por qué no podía abrir mi estúpida boca y comenzar a relatar los hechos? Bufé reincorporándome en el asiento y abriendo mis ojos de inmediato.

Sonreí con sorna. Jimin me tenia agarrado desde las puntas de mis cabellos como si fuese una marioneta cuyos cables sobresalían de su cuerpo pequeño. Y las melodías que salían desde el reproductor de música no lograron calmarme para nada. Su sonido bajo y acorde con el tiempo, parecía encajar con las nubes grises y violáceas en el cielo. Reconocí una canción de los años ochenta o noventa quizás, y el taxista parecía disfrutarla porque su silbido nació en un instante. No fue incómodo y mucho menos embarazoso, pero si traumático para mi inestable situación. Se detuvo en un semáforo en rojo y el reflejo de la ventanilla a mi costado mostró el nerviosismo en mi rostro, una gota de sudor caía por el puente de mi nariz a pesar de que el aire estaba congelando. Y entonces mi boca se decidió en abrirse.

-Jimin, yo...- mis palabras no salieron y entonces mi voz calló. Mordí mi labio inferior y miré hacía abajo.

¿Por qué no podía?

-¿Tú, qué?- preguntó en un murmuró mientras se incorporaba a mi lado, su mano aún quieta en mi rodilla y su aliento fresco golpeando contra mi mejilla.

Lo miré de repente, mi mirada quedó con permanencia observando a sus ojos con nerviosismo y luego a sus carnosos labios. Jimin tenía las mejillas rojizas y unos aros morados adornaban por debajo de sus ojos. Me rendí de inmediato y me recosté contra el espaldar del asiento, bufé.

No podía hacerlo y otra vez, estaba siendo tan cobarde.

-¿Y a ti que te sucede?- preguntó con cierto recelo. Negué con mi cabeza, el taxista me miró unos segundos por el retrovisor del automóvil y luego se limitó a seguir con su deber.

Sabía que recordar a Hoseok, Yoongi y Taehyung cenando juntos, los tres en este momento, no era nada más y nada menos que una distracción para desviar el tema en mi cabeza y me sentía demasiado estúpido como para hacer eso. Así que abriendo mis ojos par en par e incorporándome nuevamente, observé a Jimin con una pequeña mueca en mis labios.

Home • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora