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-¿Y qué dices? ¿Vendrás conmigo?- Zac preguntó.

Lo miré por unos segundos. El chico parecía entusiasmado desde la punta de sus pies hasta la cabeza. Sin más, suspiré evitando sus ojos azules como el océano y miré al frente. No estaba interesado en volver a poner un pie dentro de una discoteca otra vez, ni mucho menos ser de tercero para a un muchacho que había estado siguiéndome a todas partes en este último tiempo. Zac Elton había estado cerca mío cuando descubrió que teníamos la misma rutina en el gimnasio de la universidad. Insistió en practicar junto conmigo y aquí lo tenían ahora, intentando llevarme a un boliche para ligar con chicas de esta ciudad.

Apreté mis labios sintiendo como el viento golpeaba mis mejillas y a la tela de mi campera deportiva. Temblé intentando evitar el frío. Había sido estúpido en tomar una ducha luego de la rutina de ejercicios y salir con el cabello mojado al congelado invierno. Vacilé con mis manos intentando colocarme el gorro de mi campera. Nunca había sentido que mi departamento estuviese tan lejos de la parada del autobús. Sólo quería llegar a mi habitación y meterme debajo de las mantas calientes, cerrar los ojos y dormir hasta el otro día, hacer el vago hasta que las vacaciones terminasen y yo volviese otra vez a clases.

-Vamos Jungkook, solo necesito que me acompañes un rato. No conozco mucho de aquí y me gustaría saber como son las discotecas.- Zac caminó a mi lado, su cabello rubio caía por su frente y sonreía haciendo que sus ojos se estiraran. Bufé mordiendo mis labios.- En Australia no eran divertidas ¿Sabes? Las chicas me rechazaban y...

-Aquí te rechazarán igual.-murmuré al mismo instante en que el semáforo se ponía en rojo y nos limitábamos cruzar la calle.

-No importa.- movió sus hombros.- No conozco a nadie, excepto a ti y falta poco para que el carnet de intercambio se finalice...Por favor, acompáñame. Te compraré algún tipo de suplemento o algo que quieras, lo que sea.- susurró y yo simplemente volví a bufar. Zac negó con su cabeza, convencido de que yo no accedería a su pedido y metió ambas de sus manos en los bolsillos de su sudadera.

Una triste sonrisa nació en mis labios. Miré a Zac por un momento. Sus ojos llenos de angustia ante una respuesta y su espíritu lleno de esa juventud, de enloquecerse y beber hasta endemoniarse ¿No había sido yo igual? Sí, definitivamente yo había sido igual. Insistiendo a Hoseok a que me acompañase a algún sitio sólo para perder la conciencia, pasar la noche con alguien, reír y emocionarme por la cerveza ¿Qué demonios me había pasado? Cierto, las cosas ya no eran como antes. Desde que mi corazón se había roto hacía unos meses atrás con la esperanza de una promesa que murió en el aire de otoño, yo no había vuelto a ser el mismo. Era triste, me sentía tacaño y un viejo, como si la vida estuviese a punto de terminar.

No había diversión. No había ilusión y la esperanza en mi ser se esfumó, en ella solo quedaron cenizas y recuerdos que vagaban por mi mente todas las noches antes caer en el sueño.

Que difícil había sido seguir así, y que difícil seguía siendo. No había nada que lograra emocionarme y la única satisfacción que sentía era cuando lograba aprobar algún examen. Lo demás se había marchitado. Mi corazón había dejado de latir y mi mente sólo vivía de recuerdos, intentando revivir cada uno de ellos con una sonrisa en mis labios mientras la persona que tanto amaba me sostenía en sus brazos y besaba mi mejilla, mientras sus besos se hacían próximos a mi alma y el calor de su cuerpo cerca del mío me protegían. Pero no había nada que se pudiese hacer. Terminó.

Terminó.

Y créanme que estaba lejos de aceptarlo porque no podía.

-Dime, Jungkook ¿Qué haces para divertirte?- Zac me sacó de mis recuerdos. Aturdido lo miré, mi cejas fruncidas y labios apretados.- Supongo que tienes tus jugadas ¿No?- sonrió pícaro y golpeó mi hombro.

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