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-Ya pareces igual que esos padres que botan a sus hijos en las películas de adolescentes deprimidos ¿Sabías?- respondí ante el insistente timbre de llamada que papá había estado haciendo. Bufé recostándome contra la pared al lado de la ventana y con mi pie derecho toqué a esta.

-Jungkook, hijo.- dijo después de unos segundos.

Rodeé mis ojos y negué con mi cabeza. Mordiendo mi labio inferior, llevé mi mano izquierda a mi frente y cerré mis ojos. No quería renegar, no ahora porque si renegaba entonces eso significaría que colapsaría hasta terminar en el hospital. Y el dolor de mi cabeza no estaba siendo para nada bueno. Me dolía exactamente todo, las piernas, mi espalda, mi pecho se hundía y mi corazón quería llorar, dolía el recuerdo de la discusión con Jimin también y el feo gusto que me había dejado aquello. Sintiéndome de alguna forma, herido porque había creído en un azar de segundos que este había desconfiado de mí y eso me había caído fatal.

Todo me caía fatal últimamente.

Ah, solamente quería cortar esta llamada y dormir porque mañana sería otro día en donde Jimin y yo estaríamos bien, tan bien. Mi cuerpo ya estaba pidiendo auxilio e hice una mueca de dolor, cerrando mis ojos e intentando no caer dormido en el suelo de cerámica. Parecía que la entropía me había caído de golpe. 

-¿Qué ocurre?- pregunté sin ganas, lamentablemente ya no quería saber nada, sí ocurría o no, nada.

Sentí unos susurros detrás de la línea como fondo y a varias hojas caerse, ruidos de máquinas impresoras, dedos presionando los teclados con rudeza y un teléfono sonando desde el más allá. Suponía que en Estados Unidos apenas comenzaba la mañana o era la tarde, que sabía yo. Pero de lo que si estaba seguro era que mi padre se encontraba en el trabajo y había descansado unos segundos para acordarse de que su hijo aún seguía vivo y llamarlo. Si se le podía llamar hijo también a aquella cosa que les estaba narrando esto.

-¿Cómo has estado?- preguntó.

Nuevamente hice una mueca y caminé hasta la cama en mi costado, sentándome y colocando mi codo izquierdo en mi rodilla, recargando mi frente en ella. Hice un pequeño chasquido de irritación cuando una oleada de sueño me había consumido. La cama estaba siendo tan cómoda.

-Bien.- silencié unos segundos, no quería ponerme de mal humor ahora porque sabía que me haría mal. -¿Y tú?

Papá pareció no haber escuchado mi pregunta porque de pronto lo oí charlando con alguien a través de la línea. Se disculpó con aquella persona y volvió a levantar el tubo del teléfono. Mi respiración comenzó a cortarse ¿Para qué demonios llamaba en medio de su trabajo? Este hombre nada podía hacer bien, después andaba quejándose cuando sus jefes lo reprimían por no cumplir las normas que ellos ponían.

-Lo siento hijo.- dijo de inmediato.- ¿Qué me decías?

Negué rápidamente.

-Nada, olvídalo.- apreté mis labios y abrí mis ojos, lo primero que había visto en ese momento fue los zapatos de Jimin y la opresión en mi pecho chilló. - ¿Qué es lo quieres? Dilo rápido y no des vueltas por favor, estás en el trabajo. << y quiero dormir>>- comencé a enfadarme y me odié por ello, no tenía y no debía hacerlo. Detente.- Tú no llamas en medio del trabajo al menos que sea demasiado importante.

Porque sabía que lo que tenía para decirme era importante y por alguna razón, podía asimilar el hecho de que <<Jungkook, volveré a Busan dentro de dos días así que por favor prepara tus cosas y te llamaré cuando vaya a recogerte ¿De acuerdo?>> estaba seguro que diría eso.

Sin embargo, papá bufó. Había bufado tanto que podía jurar que su respiración traspasó el teléfono móvil a través de la línea. Haciendo una mueca, observé el cielo negro en la ventana y la rama juguetona del árbol golpeaba el vidrio con delicadeza, produciendo un sonido incómodo y combinándose con los ruidos de las ollas allá abajo.