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Bufando, me puse de pie y levanté los utensilios que yo había utilizado con pesadez, los dejé en la pequeña pileta de comida y comencé a lavarlos. Jimin seguía allí, lo observé de reojo mientras sus manos estaban cruzadas, sus codos por sobre la mesa y su barbilla apoyada en sus manos mirando hacia la televisión. Rodeé mis ojos siguiendo en lo mío. Otra vez nadie decía nada.

Entonces la imagen del rostro de Min Yoongi apareció de repente en mi mente. ¿Qué estaba haciendo el aquí? Mis cejas se fruncieron y negué con mi cabeza. De todas las personas que menos quería volver a ver en mi vida era a ese individuo, que con tan solo recordar sus palabras y esa mentira saliendo de su boca me hacía irritar de una manera increíble. Mordí mis labios y apreté la esponja fuertemente contra el plato. Esto era fantástico. Ahora tendría que rogarle a todos los santos para no cruzarme con el rubio en algún lado. Bueno, como si fuese que yo salía de esta casa siempre. Solo iba al colegio, volvía y los fines de semanas ni siquiera pisaba la vereda. Solo quería a Min lejos de mí.

Bufando otra vez y cansado por todo, los ojos cerrándose por el cansancio mental y mi cuerpo pidiendo una siesta de inmediato, me limpié las manos con torpesa y tiempo después guardé cada utensilio en su lugar. Sin embargo, en el momento que había colocado el vaso en la encimera, algo cayó de arriba llamando la atención de Jimin.

-¿Qué mierda es eso?- apuntó la revista tirada junto a mis pies. Abrí mis ojos sorprendido al ver la tapa de esta y sonreí, era la revista que Sumin me había dado para que viese algunas recetas para preparar el pastel del pelinegro. La levanté de inmediato.

-Oh, una revista. - le dije.- Sobre pasteles,  Sumin te obsequiará un pastel para tu cumpleaños, es una sorpresa. - moví mis hombros con desinterés y coloqué la revista en donde había estado. Jimin rió con ironía.

-Se suponía que era sorpresa, no debías contármelo.- dijo.

-Es lo mismo.- hablé.

-No y no aceptaré su pastel, ve diciéndole cuando ella vuelva de nuevo.- cortó, enfadado.

-¿Y por qué no le dices tú? No te creas, al menos aceptálo y después me lo comeré yo. No seas un imbécil, ella está muy emocionada de preparartelo.

-Quizás lo acepte si lo preparas tú. - confesó, su rostro lleno de burla.

Su voz rebotó en mi cabeza haciéndome apenas sonreir sin mostrar mis dientes y luego una risita falsa nació de mí.

-¿Qué tratas de insinuar ahora?- pregunté, rojo por la risa.

-Hoseok dijo que eres bueno preparando cosas dulces, quiero probar tu pastel.- confesó mientras texteaba algo en su teléfono celular, su voz saliendo como si estuviera dándome una orden y estaba equivocado si tenía la idea de que yo cedería a eso.

-Que lástima. - fingí un puchero.- Eso no sucederá nunca, no gastaré mi fuerza física para hacer algo por ti otra vez.- lo oí reír fríamente antes de salir de la cocina y subir las escaleras.

Ese chico debía de tener algo en su pequeño cerebro de patán. Yo sabía que sus palabras diciéndome que le preparase un pastel era una completa broma de su parte, sin embargo no evité sentir ese estorboso golpeteó en mi pecho haciéndome dar náuseas como si hubiese estado dando vueltas por hora.

Me tiré de lleno a mi cama con el pecho encima del colchón y cerré los ojos. Tenía pensando pasarme todo el día durmiendo y despertar en la noche para poder cenar ese exquisito pavo al horno y disfrutar de una hermosa lata de cerveza. No evité sonreír por la idea. Entonces la viva imagen de Jimin y yo sentados en las sillas mientras comíamos aquella comida y mirábamos la televisión aparecieron otra vez.

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