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-¡Bájame maldita sea!- grité, su mano izquierda sujeta firmemente en mi cintura y la otra en la maleta.

Abrió la puerta sin siquiera estar escuchando mis súplicas y salió del pequeño departamento rápidamente.

-¿¡Puedes explicarte al menos!?- pedí mientras mis piernas golpeaban su abdomen. Jimin gruñó e inmediatamente sentí como golpeaba mi trasero y grité. -¡Auch!¿¡Pero qué mierda haces!?- me quejé.

Taehyung apareció por las escaleras sujetando una bolsa de cartón con la mirada postrada en su teléfono celular que se encontraba en su mano derecha. Al sentir todo el ajetreo que provenía del pasillo, se dio cuenta de la situación y observó a Jimin. Este se giró para observarlo y entonces yo no podía ver nada más.

-Me lo llevo. - lo oí decir. - Y a tu auto también.

-Todo tuyo.- Taehyung entró a su departamento con desinterés alguno y cerró la puerta.

Jimin comenzó a bajar las escaleras, escalón tras escalón conmigo encima suyo mientras yo hacia todo lo posible para saltar pero no podía. Era imposible que esta pequeña rana de alcantarilla fuese demasiado fuerte ¡Si era un gusano con patas! Bufé, el no me bajaría ¿Pero qué rayos estaba haciendo llevándome así?

-¡Cállate!- gritó.

Su grito hizo un eco en el pasillo de las escaleras que se escuchó por todos lados. Mi piel se erizó y algo dentro de mí se removió. Quizás estábamos locos, o solamente era el porque cuando estábamos en la planta de abajo, aquel hombre canoso que solía llamarse así mismo portero, nos miró con sus cejas juntas y ojos curiosos. Sentí la vergüenza recorrerme por completo y volví a suplicar pero todo había sido en vano. Jimin no estaba escuchándome.

Así que cuando habíamos llegado finalmente al estacionamiento del subsuelo, Jimin caminó hasta el automóvil de Taehyung y en cuanto abrió la puerta, me tiró como si fuera una bolsa de patatas en el asiento del copiloto e inmediatamente cerró la puerta con seguro porque cuando yo quería abrirla, ya no podía hacerlo.

Volví a bufar y rendido me recosté hacia atrás. ¿Qué demonios era esto? No podía pensar con claridad, todo estaba borroso en mi mente y apenas podía localizar lo que estaba pasando actualmente. Jimin entró tiempo después al automóvil y lo puso en marcha, no sín antes acorralarme contra el asiento y ponerme el cinturón de seguridad. Comenzó a conducir.

-¡Detente por favor!- pedí por enésima vez, Jimin puso sus ojos en blanco y suspiró.

-No.

-¿A dónde me llevas?- pregunté, sus ojos puestos en la carretera y mis manos sujetas en mi pantalón de pijama.

-A casa.- respondió, su voz fría como el hielo y el invierno crudo.

-Claro,a casa.- dije con sarcasmo mientras negaba con la cabeza y enfadado miraba hacia la ventanilla. - No quiero volver, llévame a Hoseok. No iré a tu casa.

Jimin rió.

- No.- dijo.

-¿No qué?- pregunté mirándolo de repente, mi rostro poniéndose rojo por la molestia que se estaba impregnando en ella. El no respondió, sin embargo volvió a reír con esa risa irónica y demasiado características de él. Fue ahí cuando una de mis cejas se levantaron. - ¿Me vas a dar una explicación del porqué me estás llevando de vuelta?- segundos pasaron y el no respondió. Reí rendido, llevando mi lengua hacia mi mejilla derecha inferior. Miré de nuevo hacia mi costado. Irritado. -¿Me estás secuestrando entonces?

Jimin se detuvo en un semáforo en rojo. Sus dedos golpeando contra el volante y sus labios apretados. La vena hinchada en su frente era increíble, el estaba enojado. Pero no había respondido mi pregunta, y mi paciencia se convirtió en menos cero. De repente visualicé a un policía que estaba detenido junto a su camioneta en la esquina. Sus luces llegaron hasta la cabina del automóvil. Decidí molestar a Jimin un poco, si el realmente no quería responder entonces quizás podría utilizar la fuerza psicológica para hacerlo. Aunque pareciera estúpido, pero me estaba matando su silencio sin ninguna explicación.