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El viento frío entraba por la ventana abierta y chocaba contra mi piel, erizándola por completo y haciendo que mi cuerpo temblara de inmediato. Parecía ser una mañana helada otra vez porque los pájaros no cantaban y las hojas de los árboles descendían de estos cayendo hasta la tierra mojada y muriendo allí. Sin embargo había algo que no estaba bien después de todo, así que me removí en mi lugar tratando de volver a perder la conciencia y dormir otra vez pero el ruido de una escándalosa alarma que sonaba con desesperación en la habitación del frente me estaba sacando la cabeza. No le di importancia y seguí durmiendo.

Pero un agarre fuerte en mi cintura me hizo abrir los ojos por completo.

Me encontré con una criatura radiante a mi lado, aferrándose a mi cuerpo como si dependiera de ello. Su cabeza en mi pecho, su brazo envuelto en mi cintura y sus piernas cruzadas con las mías. Una pequeña frazada encima de nosotros dos. Sonreí.

A veces los sueños solían ser lindos hasta que uno despertace.

Lo observé detenidamente mientras sus ojos estaban cerrados, su pecho subía y bajaba lentamente junto con su cabello que caía por su frente. Relamí mis labios mirando atentamente los suyos gruesos y carnosos, mi corazón latió rápidamente haciéndome perder mi compostura y un sudor recorrió mi cuerpo. Entonces seguí con su pequeña nariz, tan delicada y bien delineada. Después sus mejillas, aquellos regordetes cachetes que siempre estaban de un tono carmesí iluminaron la habitación pintándola de un naranja cuyo color de mi había hecho nacer una sonrisa al recordar lo hermosa que eran sus mejillas cuando el también sonreía y finalmente estaban sus ojos. Aquellos ojos que ahora mismo estaban cerrados hacían mover mi mundo y perder prácticamente el sentido de la vida. Estos eran lo que más me volvían loco últimamente.

Así que sonámbulo, me quedé observando su rostro petrificado siendo iluminado por la luz tenue que entraba por la ventana de la habitación. Podía mirarlo todo el tiempo que yo quisiese. Después de todo esto no era más ni nada menos que un sueño más en donde yo soñaba con un bello rostro fino y delicado.

Toda la habitación ahora estaba consumida en neblina. El rostro de Jimin comenzaba a perderse en ella pero mis ojos no podían dejarlo irse. Los miles de sentimientos que estaba sintiendo en ese momento fueron inexplicable, jamas había sentido cosas así en mi vida. Esa sensación de querer estar a su lado para siempre, abrazándolo, anhelándolo y cuidándolo.

Quería protegerlo, para la eternidad.

Así que con los sentimientos al flote con un corazón latiendo y una mano temblorosa, alejé su cuerpo de encima del mío y tiempo después acaricié su rostro con mi mano derecha varias veces, observándolo con determinación y mordiendo mi labio inferior. De repente las palabras de Park Jihyun cayeron en mi mente como un balde de agua fría. Mi piel se erizó rápidamente y entonces mi garganta se secó queriendo nuevamente abrazar a aquel niño y quedarme a su lado por siempre.

No aguanté, sabía que esto era un sueño y no podría salir nada mal de aquello. Así que me acerqué a su boca y la besé lentamente mientras sujetaba sus mejillas. Tiempo después me subí encima de su cuerpo a horcajadas besando sus labios gruesos sin tener correspondencia alguna, acariciando su mejilla izquierda y cintura por debajo de su camiseta. Trazando líneas con mis dedos y dibujando delicias con mi boca postrada en la suya. Mi corazón latía cada vez más. No era suficiente. Yo necesitaba más de él, mucho más.

Así que moví mi boca acelerando el ritmo de las caricias y perdiéndome en la neblina del deseo otra vez junto con las miles y millones de sensaciones nacidas en mi estómago.  Mi corazón al borde de la taquicardia y mi respiración acelerándose de sobremanera. El ruido de mis besos me volvieron loco. Saboreé su cuello y subí hasta su mandíbula. Por último me quedé en su boca.

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