Capítulo 4 - El miedo persecutor

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Ya es medianoche, empero, eso no detiene a Nina a correr por las oscuras y algo lúgubres calles de Montevideo. Saliendo de su zona de comodidad en Carrasco, se toma un taxi directo a Cordón, en pleno corazón de la ciudad, allí donde los edificios de la avenida principal parecen haberse quedado en el tiempo, precisamente en los años treinta. Esos edificios viejos y con herrumbres que por las mañanas se ven como museos, por las noches, son testigos de las desoladas calles que son reclamadas por la delincuencia, y amenazan a cualquiera que se atreva a circular por allí a altas horas. Es en ese lugar donde vive su mejor amiga. A quien despierta en medio de un golpeteo desesperado...

—¡Soy Nina, por favor abrime! —suplica, con su mano derecha adolorida de tanto golpear la puerta.

Carol se despierta exaltada al escuchar semejante alboroto, se calza sus pantuflas y con mucha pereza se dirige hacia la entrada.

—¡Ya voy Nina, calmate! —Le grita evidentemente preocupada, aquellos golpes frenéticos la despiertan mejor que un buen baldazo de agua fría.

Agarra las llaves y abre la puerta, en ese mismo momento, Nina entra corriendo y cae de rodillas al piso mientras apoya su frente en el mismo. Carol no puede evitar observarla con un terror que ni ella misma se explica. Mas se acerca a ella en cuanto la escucha llorar con desconsuelo.

—Nina, ¿qué te está pasando? —pregunta en tono de preocupación, tratando de contrarrestar el llanto con una suave caricia—. Me dejaste muy preocupada hoy cuando te fuiste, no te pude alcanzar.

Nina levanta su mirada, se puede ver el rastro del cansancio en su rostro, las ojeras son un notorio marco que se cuece sobre su piel...

—Ayudame... —Su voz se quiebra, le cuesta hablar producto de la agitación.

—¡Calmate por favor! —Con sus pulgares intenta secarle las lágrimas que se escurren por su delicada piel, apenas puede entender qué le está sucediendo—. Respirá hondo y contame qué ocurre para poder ayudarte.

—Algo me está persiguiendo Carol, no sé qué es, pero me está asustando... —Le explica entre sollozos—, ya no puedo dormir tranquila, siento que algo está ahí observándome.

Carol la observa con cierta confusión, pero acaricia su pelo mientras Nina continúa explicándole...

—Siento que mi casa ya no es segura, hay algo ahí que tal vez quiere que me vaya... —sostiene con un tono más calmado—. Sé que parezco una loca con esto que te digo, pero es la verdad, no sé qué está ocurriendo, y vine corriendo hacia acá.

—No te preocupes Nina, no creo que estés loca, yo también pasé por situaciones paranormales.

—¿En serio? —La mira con asombro.

—Sí, fue poco después de venirme de Argentina a vivir acá. Cuando vivía con mis padres, el espíritu de una bruja vudú nos atormentaba... —confiesa Carol, recordando aquella oscura época—, llamamos a un cura, pero no funcionó, al tiempo nos fuimos de ahí.

—Wow, nunca me lo contaste, ¿entonces la casa estaba embrujada? —pregunta Nina con mucha curiosidad.

—No sé, solo sé que aparecían muñecos por todos lados, y sucedían tragedias... —Carol baja su mirada, mientras niega en silencio—. Pero eso no importa ahora, lo importante es que te vas a quedar hoy acá y yo te voy a cuidar, ¿dale?

—Gracias, Carol, me quedo más tranquila sabiendo que tengo tu compañía. —Le da un fuerte abrazo y sonríe con tranquilidad.

—Para eso estamos los amigos —responde—. Ahora intentemos dormir que ya es tarde, son casi la una de la mañana y tenemos clase a las ocho.

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora