Capítulo 49 - Fiesta de cadáveres

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El sol comienza su desfile por el cielo muy temprano en la mañana, llenando de colores y vitalidad cada rincón al que ilumine con sus flameantes rayos. Nina había olvidado lo hermoso que es amanecer a mitad de la nada, rodeada por árboles que se balancean de un lado a otro en una perfecta sinfonía de hojas que se pelean entre sí para bailarle a la estrella máxima, quien yace contemplándolos desde arriba. Nina observa la pacífica imagen desde su ventana, jamás había sentido tanta paz como en ese momento. Es algo indescriptible, como si esos árboles le estuvieran abanicando a ella una brisa suave y celestial que le diera fuerzas para seguir adelante. Por un instante, siente olvidarse del mundo, y perderse entre la inmensidad natural que la rodea, la cual, le recuerda todo el tiempo a los ojos esmeralda de aquel chico que le transmite paz y confianza en cada momento. Los robles ahí afuera tienen el color de su mirada, tan seductora y penetrante como nunca antes había visto.

—¡Buenos días, princesa! —Le saluda Edu, regresándola del viaje que había emprendido a través de la ventana—. Veo que ya te despertaste. Te traje el desayuno.

—Gracias, Edu —responde ella con vergüenza. Se siente estúpida ante su presencia.

—¿Volviste a verlo?

—No. Pero me da miedo que vuelva a aparecer... se veía tan real —Recuerda Nina, aún cuestionándose si aquel era su padre o solo un error de su cordura.

—El demonio toma mil formas para manipularte, Nina. Tenemos que estar atentos —argumenta él, convenciéndola de inmediato con sus palabras envolventes—. Por cierto, hoy podemos empezar con la venganza. ¿Qué te parece si hacemos un dos por uno?

—¿Un dos por uno?

—Sí, matamos a las dos que más odiás en un solo día.

—Me da miedo, no sé —Le dice temblando, no está segura de querer exponerse así.

—¿No las detestás? ¿No querés vengarte de ellas? O tal vez preferís quedarte toda tu vida acá escondida mientras te tiran tanta mierda, ¿no?

—¿Y si nos atrapan?

—No lo harán. Mirá... estuve investigando a la tal Bárbara, y este fin de semana se queda sola en casa. Es el momento perfecto para atacar —Le explica Edu, incitándola a convertirse en el monstruo que dicen que ella es—. ¿Ella no es tu enemiga?

—Es solo una infelíz —responde ella con indiferencia, pero extrañada de que tenga tanta información—. ¿Y vos cómo pudiste saber todo eso?

—Contraté un detective para seguirlas —responde él con el encanto de siempre—. ¡Ah! Yo tengo mis contactos, bebé.

—Estás bien loco, eh. Pero me gustás mucho —Le confiesa con ingenuidad. Parece que ese hombre de ojos esmeralda se ha vuelto su mesías—. Tá, está bien, vamos por ellas. Vamos por Bárbara e Isabella primero.

—¡Genial! Hoy Nina... vas a ser la anfitriona de una fiesta de cadáveres. Así le llamo yo —Le dice con entusiasmo, haciéndola sentir una auténtica estrella de rock a punto de dar un concierto—, vamos a cavar sus tumbas y a bailar sobre ellas. Va a ser muy divertido, vas a ver.

Las horas pasan, y el sol se oculta dándole su debido lugar a la luna, quien resplandece con su belleza al resto de estrellas que danzan en círculos a su alrededor. Parece una noche tranquila, empero, en el averno del anonimato se cuece un plan maquiavélico para darle fin a una infortunada vida que acaba de saborear la fama debido a la historia de secuestro inventada por una mente igual de maliciosa que cualquier demonio del séptimo infierno. Isabella termina tarde en la noche de dar su testimonio para el noticiero con más audiencia del país: Subrayado. Con el propósito de engañar a los periodistas que afuera del canal la esperan, decide tomar un atajo que la lleva por una calle con apenas un solo foco de luz encendido. Por lo que, únicamente puede contar con el resplandor de la luna para guiar su camino a casa. Mucha gente ya está en su casa, y más a esas horas, en aquella zona donde reina la inseguridad. Isabella se percata de ello, pensándose dos veces antes de siquiera revisar su celular y verse víctima de un robo. Mas lo que no imagina, es que algo mucho más peligroso se oculta entre los muros que se confunden en la inquietante oscuridad. Hay algo ahí, detrás suyo, una presencia que consigue percibir, pero no ver. El miedo a aquello que se esconde de ser visto, se incrementa de manera exponencial. Isabella comienza a agilizar el paso, pero detrás suyo siente a alguien muy cerca respirándole la oreja. Isabella, envuelta en lágrimas, se da vuelta, y apenas consigue ver a una persona enmascarada que la deja inconsciente en el acto ante el impacto de un objeto ensordecedor, el cual la hace ver estrellas antes de desvanecerse por completo.

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora