Capítulo 11 - Que extraño, creí que no sonreía

2.1K 259 84
                                    

Al fin, regresan a casa después de un largo y silencioso viaje. Las patrullas están merodeando la zona, y en una de ellas, se encuentran aquellos dos policías que las hicieron sentir bastante nerviosas el día anterior. En el fondo temen que en realidad, esos dos oficiales estén ahí para vigilarlas a ellas, y no para garantizarles seguridad.

—¿Qué pasa, Nina? Estuviste todo el viaje sin decir una palabra.

—Nada mamá, no tiene caso hablarlo. —Intenta aliviar su frustración con un eterno suspiro.

—Nina, me interesa lo que pase contigo, sabés que podés decirme lo que sea, además estás pálida, como si hubieras visto a un muerto.

—Algo así...

—Vení, sentate y contame qué pasó esta vez, ¿por qué saliste corriendo del ascensor?

—Mamá —Nina mira a su madre y sus ojos se llenan de lágrimas—. ¡Tengo miedo! Algo me está persiguiendo ¡y no sé qué mierda es!

—¿Esas sombras de las que me hablaste?

—Sí... ¡No sé qué quieren de mí! —Su voz se quiebra hasta que rompe en llanto y no puede continuar.

—¡Tranquila, Nina! —Laura abraza a su hija tratando de calmarla, pero solo logra empeorar su lamento—. Yo también estoy asustada, tengo miedo de lo que te pueda pasar.

—No te preocupes, creo que voy a estar bien. Tal vez sea lo que decís, necesito relajarme un poco —comenta secándose las lágrimas.

—Podría conseguirte algún psicólogo, para que le cuentes todo esto —plantea Laura acariciándole—. ¡No digo que estés loca! Solo que, creo que te haría bien, contarle, no sé, lo que ves, ¿te dicen algo estas sombras?

—Sí... Es más... Nada, no dije nada.

—No, no, decime.

—Mamá, va a sonar demasiado descabellado, y no quiero que te alteres —Nina toma las manos de su madre y la mira fijamente a los ojos—. En estos días, Michael se me ha aparecido.

—¿Qué? ¡¿Qué estás diciendo, Nina?! —Laura se levanta furiosa del sillón, indignada y aturdida ante tal confesión, mirando con un profundo horror a su hija.

—¡Tranquilazate! Sé que suena extraño, ¡pero no estoy mintiendo! Te juro que lo vi, fueron un par de veces.

—¡Me parece muy injusto que juegues con esto, Nina! —reclama Laura apuntándole con el dedo—. Sabés que todavía no puedo superar la muerte de tu hermano, y quedamos en que ya no íbamos a hablar de él, ¡¿por qué lo hacés?!

—No, ¡no estás entendiendo! ¡¿Cómo podés pensar que yo jugaría con algo así?! Te juro de verdad que lo he visto. ¡Ni siquiera yo puedo explicarme esto!

—¡Bueno, yo sí, cruzaste los límites Nina! —Le reprocha envuelta en furia y lágrimas—. Esto ya se está saliendo de control, voy a llamar a tu padre, si es que lo encuentro en casa. Y no quiero oírte en toda la noche.

—¡Mamá, esperá! —Dichas palabras son ignoradas por Laura, quien sale de la casa dando un portazo.

La angustia se apodera de Nina, confirma que en efecto ella está sola en esto, tendrá que enfrentarlo por su cuenta y sin la ayuda de su amada madre, la que siempre está ahí para solucionarle sus problemas. Esta vez, ya no será así.
La noche comienza a caer y las penumbras se apoderan de la sala, Nina recuerda lo que vio en aquel ascensor, era ese cuadro, el mismo que está colgado en la pared frente a ella. Se estremece al verlo y recordar aquella escena, esos ojos parece que miran directamente al alma y la envenenan, ese cabello tan bien cuidado, esa piel pálida, suave y frágil, aquella sonrisa tímida en el extremo inferior de su rostro, la llena de curiosidad. "Que extraño, creí que no sonreía", piensa intrigada, de inmediato sacude la cabeza, pero sin poder evitarlo, continúa mirando aquella enigmática pintura, y de un momento a otro, esa sonrisa se dibuja en su cara, como si mirar a esa obra apaciguara todo su dolor, miedo y preocupación de alguna manera.

De repente las luces se encienden, mira hacia atrás asustada y ve a su madre.

—Todavía no estamos muertas para estar con las luces apagadas.

—Cierto —Nina sonríe con timidez, agachando la mirada.

—Ya hablé con tu padre, pero no sirvió de mucho, como siempre —agrega Laura sin mirarla a los ojos—. Mañana mismo te voy a conseguir un psicólogo.

—Está bien, si creés que eso me va a ayudar...

—Sí, lo va a hacer. Ahora me voy a dormir.

—¿Dónde?

—En el cuarto de tu hermano, ya que me hiciste recordarlo, le voy a echar más leña al fuego.

—¡¿Qué?! ¿Estás segura? —insiste confundida.

—Sí, Nina, buenas noches.

Después de tomar un café con leche y posteriormente lavarse los dientes, se dirige a su cuarto lista para dormir. Aunque siente unos sollozos provenientes de la habitación de Michael, apoya una oreja en la puerta para escuchar mejor, y cuando se decide golpear para preguntarle a su madre si necesita compañía, algo la detiene. Laura fue clara cuando dijo que no quería oírla en toda la noche, de tal modo que debe respetarlo.
Una vez en su dormitorio, se deja caer en su cama, agotada, comienza a cerrar sus ojos cuando se percata que en la posición en que está acostada la deja totalmente desprotegida frente a una repentina aparición de alguna de estas horribles sombras. Para empezar, está recostada boca abajo, y con los pies suspendidos en el aire, por lo que con suma rapidez se da la vuelta y se tapa con sus finas sábanas blancas. Mira al ropero, la puerta a su izquierda, y la ventana hacia su derecha, vigilando que nada raro ocurra, hasta que al fin se duerme sin darse cuenta de cuándo lo hizo.

Horas después, el sol comienza a asomarse y un golpeteo la despierta.

—¡Ya es hora de que te levantes, tenés que ir a clases!

—Ok, mamá, ya voy. —Se despereza e intenta abrir sus ojos, aunque se le hace difícil debido al cansancio que aún tiene.

Rato después aparece en la cocina para prepararse su desayuno, y desde allí ve a su madre mirando un programa matutino en la televisión, decide saludarla, pero apenas obtiene una respuesta seca y distante.

—Ya me voy a la facultad, mamá.

—Bueno —responde Laura de forma tajante.

—Ahí va... —Voltea los ojos ante tal actitud—. ¿Pudiste dormir bien?

—Sí, perfectamente.

—Está bien, entonces ya me voy, vuelvo a la tarde —responde Nina exasperada.

Se da la vuelta y no puede evitar observar de nuevo al cuadro, esta vez algo le llama con fuerza la atención, y es que alrededor de uno de los ojos, hay una mancha levemente más oscura al color de su piel. "Creo que se está ensuciando, luego le pasaré un trapo", piensa antes de marcharse.

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora