Capítulo 7 - Ansiedad al límite

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Nina regresa a su camilla con sigilo y terriblemente consternada al ver a su amiga de pie. "¿Cómo es posible que esté despierta?", se cuestiona en su mente.

"¡Ahora lo va a contar todo!", piensa consumida por el pánico. Lágrimas de desesperanza comienzan a brotar por su rostro que se seca rápido con sus manos cuando la enfermera entra a la habitación.

—¡Hola, Nina! —Le saluda con amabilidad la auxiliar—. ¿Cómo te encontrás hoy?

—Bien —responde Nina con cierta desconfianza.

—Vamos a revisar esas heridas, ¿sí? —propone acercándose a la camilla, y al notar sus ojos llorosos, pregunta—. ¿Estuviste llorando?

—¡¿Qué le importa?! —protesta Nina mirándola de arriba hacia abajo—. Haga su trabajo y déjeme sola, por favor.

—Disculpame... —responde avergonzada.

Del otro lado del pasillo, en el cuarto de Carol, Laura y Jennifer se encuentran sentadas platicando.

—¿Qué le pasó a tu hija? —pregunta Jennifer.

—Se enredó con un alambre de púas cuando intentaba escapar de unas... personas que... le querían robar, sí... —responde Laura mostrando sus dotes para la improvisación.

—¡Pobre Nina, que doloroso! —exclama Jennifer horrorizada—. ¿Eso pasó anoche también?

—Sí... parece que son amigas hasta en las malas, eh —comenta riéndose de forma nerviosa.

—Al parecer...

En medio de la charla, ingresan Carol y su padre, Jennifer se levanta de su asiento y asiste a su esposo en la tarea de recostar a su hija de nuevo en la cama. Aquella esposa nota a su marido con la vista perdida y aparentemente preocupado, como si se estuviera preguntando alguna cosa que no le termina de cuadrar.

—¿Estás bien, Brandon? —indaga ella.

—Sí... —responde él, con muy poca seguridad—. Vení, acompañame, y dejémosla descansar.

—¿Qué pasa, Brandon? —insiste Jennifer.

—Carol me comentó algo que me dejó un poco sorprendido —afirma.

—¿¡Qué!? ¡Contame! —exige ella.

—Creo que recuerda algo del hecho, me dijo que se acuerda de un rostro borroso y unos cabellos largos.

—¿Cabellos largos? —inquire Jennifer tratando de llegar a una hipótesis lógica—. Entonces, ¿pudo haber sido una piba quien la atacó?

—Puede ser, yo también pensé lo mismo —confiesa él—. Pero, ¿quién podría hacerle daño?

Laura alcanza a escuchar la conversación y se ahoga con un vaso de agua, en un intento de aliviar su sofocante ansiedad. De forma inevitable agita una pierna con un movimiento inquieto y persistente.

Mientras tanto, en el cuarto de Nina, la enfermera revisa con minuciosidad las heridas y refuerza el vendaje.

—Tus lesiones van a ir curándose sin problemas, no te preocupes por nada —comunica.

—Gracias... perdón por haberte hablado así —reconoce Nina arrepentida.

—No hay problema, entiendo que puedas estar estresada por todo esto.

—Sí, la verdad lo estoy... pero más por una amiga que fue internada en el hospital y eso me tiene preocupada —explica Nina.

—Lo siento, ¿se puede saber qué le pasó?

—Ella sufrió un golpe, y creo que perdió la memoria. Aunque no sé si va a poder recuperarla o no, ¿me podrías decir si hay posibilidades de que vuelva a recordar todo antes del accidente?

—Depende de cómo y dónde fue el golpe... —aclara la chica—. A veces pueden perder la memoria de forma permanente, y en ocasiones solo es temporal. También puede ocurrir que su cerebro ya no recepcione la información que le llega después del impacto.

—Entiendo... —asiente Nina—. Entonces, ¿es solo cuestión de tiempo saber qué va a pasar con su cerebro?

—En realidad, sí. No hay una ciencia cierta con esto, además, un golpe en la cabeza no solo afecta a la memoria, sino que también podría alterar sus funciones cognitivas, su psicomotricidad y también a su personalidad —señala la auxiliar, y agrega—. Es muy complejo cómo el cerebro funciona, y en qué medida le afecta un traumatismo encéfalo-craneano.

—Seguro que sí —añade Nina devolviéndole su amabilidad con una simpática sonrisa—. Muchas gracias por aguantarme y darme una clase de neurología.

—Por favor, no me agradezcas, es mi trabajo. Te explico desde mi humilde conocimiento del tema —dice entre risas—. Ahora me tengo que ir porque hay más pacientes esperándome, pero cuando necesités algo tocás el botón que está arriba tuyo, y voy a venir yo u otro colega enseguida

—Ah, tá, no me había dado cuenta del botoncito —comenta mientras mira hacia aquel redondo botón rojo—. De nuevo, gracias.

"Ojalá que no recupere la memoria, o que no recuerde puntualmente lo que pasó", dice con crueldad una voz interna en su cabeza.

—¡Ay, Dios! ¿¡Qué me está pasando!? —Nina trata de negar lo que está pensando y se espanta ante tal macabro pensamiento—. ¡No puedo estar teniendo estas ideas tan egoístas!

Entretanto, por si la situación que se está viviendo en la habitación donde se encuentran Laura, Carol y sus padres, no es lo suficientemente tensa, allí aparecen dos oficiales, un hombre y una mujer con caras muy poco amigables.

—Buenas tardes, mi nombre es Anthony Rodriguez, y ella es la oficial Karen Kauffman —señala el uniformado.

—Mucho gusto, soy Brandon Dennis, y ella es mi esposa Jennifer González —confirma—. Somos los padres de Carol.

—Encantado, ¿cómo sigue ella? —pregunta desviando su mirada hacia la joven—. Me dijeron que despertó finalmente.

—Sí, gracias a Dios —afirma Brandon—. Ahora está durmiendo, pero logró caminar, con dificultad, no habla mucho y tampoco recuerda eventos recientes.

—Contales lo que te dijo hace un rato —le ordena Jennifer acompañado de un pequeño codazo en su brazo.

—¿Qué es lo que nos tienen que contar? —interroga la oficial Karen.

—Bueno... ella me dijo que lo único que más o menos recuerda de antes del ataque, es un rostro borroso de alguien con pelo largo —añade Brandon.

—Por lo que deducimos que es una mujer quien atacó a nuestra hija —afirma Jennifer.

—Creo que estoy sobrando acá, me voy a ir a ver cómo sigue Nina —interrumpe Laura, poniéndose de pie mientras deja en evidencia su nerviosismo.

—¿Usted es familiar de Carol? —La interpela el oficial.

—Ella es Laura Varsi, la madre de Nina, quien es la mejor amiga de nuestra hija. —Le cuenta Jennifer al agente.

—¿Ella también está hospitalizada? —indaga Karen.

—Sí, sufrió algunas heridas cuando intentaron robarle —asegura Laura—. Desgraciadamente los policías no están cuando tendrían que aparecer.

—¿Podríamos hablar con ella? Puede realizar con detalle la denuncia —señala Anthony—. Y de paso, nos gustaría hacerle algunas preguntas para ver si nos puede aportar algún dato significativo sobre Carol y sus relaciones.

Laura comienza a temblar, pero de forma instintiva, esconde sus manos detrás de la espalda. Por nada del mundo estos policías deben intuir que Nina tiene relación con el ataque hacia Carol. Traga saliva intentando recuperar un poco del aliento que perdió, las miradas de aquellas cuatro personas apuntan directamente a ella, expectantes por su respuesta. El momento se hace eterno, Laura toma aire y responde...

—¿Cómo no oficial? Los llevo con gusto... —concreta, con una sonrisa fingida e inquieta.

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora