Capítulo 33 - El muro interminable

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El sol ya se asoma, desfilando con su tenue alba, la cual ilumina con esperanza el camino de Nina. Está decidida, debe recurrir a la ayuda de la única persona que le ha demostrado lealtad. Le da pavor siquiera suponer lo que puede pensar Carol cuando la vea en el estado en que está. Cualquiera podría aguantar unas cicatrices que vienen y se van con el tiempo, sanando por completo, o perdurando como huellas casi imperceptibles a la vista. Pero, además de aquello, ¿podría lidiar con su nuevo rostro? ¿Con los cortes que desfiguran su boca en una sonrisa casi eterna y macabra? ¿Qué sucederá cuando intente besarla? ¿Serán sus labios los que besará, o los múltiples puntos e hilos que unen aquel asqueroso tajo?

Múltiples preguntas le vienen a la mente en su transcurso, mientras los vecinos, y las pocas personas que se hallan comenzando su día, huyen despavoridos —pero con cierto disimulo—, de aquella chica, que con cada día se vuelve más extraña; más siniestra, y su cabeza, una laguna de enigmas para cualquiera.

Nina llega en el momento justo a casa de Carol, quien se encuentra saliendo para la facultad. Al verla, el horror en su rostro es inenarrable, pero, por alguna razón, Nina ya se lo esperaba, puesto que ella también tendría la misma reacción.

—¿Podemos hablar?

—¿Qué te hiciste, Nina? —La rubia observa con espanto su boca, lo que observa es indescriptible, y confirma el porqué de la angustia de su madre.

—Te cuento todo adentro... —Nina comienza a sentirse incómoda con las miradas pavorosas de los que circulan por la acera, por lo que Carol accede a entrar, pero aún viéndola de forma escéptica.

—Bueno, ¿me vas a contar qué pasó? —Le pregunta cruzando los brazos, por extraño que parezca, Nina ya no percibe a la Carol amigable y fraterna de antes—, supe que fuiste internada en un centro psiquiátrico pero no mucho más. Aunque viendo ese corte que tenés... ¡Dios!

—¿Te da asco verme o me parece a mí? —Su indignación se hace notar con aquella pregunta, curiosamente, lo menos que le interesa en estos momentos es su apariencia física.

—No, pero...

—¿Pero qué? Decímelo, no hay problema Carol.

—Hasta ahora te he defendido, he estado de tu lado en todas, me enfrenté a tu madre y a toda la facultad. Yo pensaba que estabas algo trastornada... —Antes de desatar una reacción inesperada en Nina, continúa—, pero por las cosas que te estaban pasando. Es normal que alguien estalle de los nervios con todo eso, yo lo entiendo, pero... esto ya es un extremo.

—No respondiste mi pregunta, Carol. Igual... pensás que estoy loca, ¿no?

—No sé qué pensar...

—Mi madre me quiere hacer creer que lo estoy, hace unas semanas que estoy tomando antipsicóticos pero los sucesos extraños continúan —Busca con desespero entre su celular, aquel mensaje aterrador que recibió la noche anterior—. Mirá, ¡¿crees que estoy loca?! ¿Sabes cuál fue el regalo que me dejaron en el ropero? Una versión... hecha mierda del cuadro. ¡Se ve horrible! En fin, necesito que me ayudes, solo cuento contigo. ¡No podés pensar que estoy loca ahora!

—¿Creés que eso te lo mandó tu madre? —inquire Carol, bajando la guardia y analizando lo que su amiga está diciendo, sabe que está siendo sincera en lo que dice, por cómo lo hace.

—¿Quién más sino? Solo estuvo ella en casa todos estos días, ¿no? Pudo haber preparado todo el terreno para cagarme... lo que no entiendo es qué quiere lograr, ¿no estoy ya hecha mierda lo suficiente? —Señala su rostro desfigurado y notoriamente demacrado—. ¡¿quiere que me suicide?! ¡¿Por qué?! ¿Qué quiere conseguir con todo esto?

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora