Capítulo 47 - La asesina sin rostro

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Días después

Tanto los medios como las fuerzas policiales, se han hecho eco del caso que ha acaparado los medios locales. Pancartas, afiches de todo tipo, reportes periodísticos, y una exhaustiva búsqueda se ha iniciado para encontrar a Nina Varsi. 'El caso de la asesina sin rostro', así le llaman coloquialmente los medios, para referirse de forma infausta a aquella chica, quien se ve obligada a permanecer escondida hasta que las aguas se calmen. En una cabaña junto al bosque justo a las afueras de Montevideo, en el que apenas un animalito silvestre se podría hacer presente. Nina ha sido testigo de la divulgación de sus fotos, empero, le dicen la asesina sin rostro, y apenas suponen cómo es la máscara que lleva puesta, porque a día de hoy, su cara dista mucho de lo que alguna vez fue. Ese rostro angelical, radiante y bello, literalmente parece estar borrado y cercenado.

—Apagá eso, Nina. Lo mejor va a ser que sigas recuperándote —sugiere Edu, al verla inmóvil frente a la pantalla del televisor—. Te traje algo para que comas, así tendrás más fuerzas.

—Odio verlas ahí... esas hijas de puta me tendieron una trampa, y ahora se pasean por todos los programas haciéndose las víctimas —musita Nina, cerrando el puño con rabia. En el sentido más literal, siente ganas de acabar con ellas.

—Ya te lo dije, Nina. Nos vamos a vengar de ellas. Una por una. Pero tenés que recuperarte —Le promete Edu, la única persona que parece comprenderla.

—No sé... no quiero convertirme en lo que dicen los medios de mí —confiesa ella con tristeza.

—Para ellos sos un monstruo, Nina. Si no fuera porque yo te salvé ese día, estarías en la cárcel, o en el mejor de los casos, encerrada con chaleco de fuerza.

—¿Por qué hacés esto por mí? —pregunta Nina, intrigada por la actitud del chico del que creía que la iba a rechazar.

—Quedé intrigado con la historia que me contaste... toda esa cuestión del cuadro, de las situaciones inexplicables. Me recuerda a mí. Yo también lo he visto —confiesa Edu, helándole de inmediato la sangre.

—¿A... Ojos de diamante? —inquire ella titubeando, le genera horror mencionar su nombre.

—Sí, por lo que me has descrito de él, sí. También quiso volverme loco. Y estoy seguro que él las ayudó a que te tendieran esa trampa.

—Sí... en casa siempre cerramos las puertas. ¿Cómo pudieron entrar?

—Él es un demonio, Nina. Puede hacer todo —Le asegura Edu, convenciéndola de que es momento de atacar—. Por eso tenés que recuperarte... hay que acabar con ellos. Empezando por esas trolas que te hicieron esto. Yo te voy a ayudar.

—¿Me querés aún viendo lo horrible que estoy?

—Eso no me importa, yo te amo Nina. Sos única —Le afirma tomándole sus manos, y mirándola fijamente a los ojos.

La mirada esmeralda de aquel hombre, la vuelve loca. Esos labios carnosos y seductores la incitan a hacer lo indebido, a sacar de adentro el fuego ardiente del deseo, y desatar así la lujuria más salvaje y desenfrenada que jamás imaginó. No obstante, se contiene de besarlo, porque no hace más que sentir asco de sí misma en cada momento, y creer que solo es un monstruo al que nadie podría volver a querer. Edu será su amor platónico, aquel hombre que le demostró su cariño salvándola de un destino borrascoso y lleno de penurias.

Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes

—¡No puede ser que Nina tenga tanta suerte! Estoy deseando que la atrapen y vuelva al manicomio de una vez —protesta Bárbara de brazos cruzados, ante la mirada desafiante de Carol, y la actitud cabizbaja de Katherine—. Todos estos días no he podido dormir tranquila, se los juro.

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora