Capítulo 3 - Ojos de diamante

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Aquel momento es interrumpido violentamente por un gran estruendo que las sorprende a ambas. Ocurrió un accidente frente al hotel, y todos los curiosos comienzan a acercarse como moscas hacia el lugar del hecho.
Nina y Carol se miran entre ellas, y como si se tratase de una complicidad telepática, ambas se levantan y van a ver lo que ha ocurrido, el morbo las consume a medida que aceleran el paso hacia la escena, buscando un lugar en primera fila para presenciar tal espectáculo.

Al llegar allí, Nina queda petrificada del impacto que le genera el acontecimiento, no logra emitir palabra alguna aunque lo intente, su cara oscila condenada entre el horror y la tristeza, en realidad no puede creer lo que está viendo.
En un charco de sangre, yace el cuerpo destrozado de un chico, pero a pesar de tal grotesco escenario, lo que más le impacta es que ese chico es su hermano Michael. Su rostro está bañado en sangre, y los médicos están tratando de salvarlo...

"Esto no puede estar pasando, esto no es real" se repite una y otra vez en su mente mientras observa horrorizada.
"Solo es alguien muy parecido a él, nada más" piensa para sí misma. Nina debe asegurarse que en realidad no está viendo a su hermano, de tal modo que frota con fervor sus ojos al punto de rasparlos ante el tacto furioso. Inenarrable es su sorpresa cuando los abre, y lo que ve, es peor aún... él ahora la está mirando fijamente.

—Ayudame por favor, me estoy muriendo. —Le dice, con una mirada casi inmutable.

En ese momento ya no quedan dudas, esa es la voz de Michael, Nina descarga su miedo en un grito desgarrador, huyendo despavorida del lugar, sin que Carol pueda siquiera alcanzarla. Nina corre sin rumbo durante al menos una hora, hasta que al fin llega a su casa, con el corazón saliéndosele por la boca, y se toma unas pastillas para poder descansar.

—Apenas pude dormir, es eso —concluye Nina.

Afligida por lo ocurrido y sintiendo los efectos de las pastillas, camina arrastrando sus pies por el piso en dirección hacia su cama.
Cuando se para frente a ella, a punto de recostarse un rato, mira hacia la cómoda y luego hacia la puerta de su habitación, decide empujar de nuevo el mueble para que tranque toda posibilidad de que alguien pueda entrar y molestarla de nuevo. Debe asegurarse que podrá descansar en paz al menos por unas horas. Finalmente su dormitorio está seguro, nadie más que ella y su sombra pueden estar allí. Descendiendo cada vez más hacia un momento de relajación, se acuesta tapándose con la sábana hasta la cabeza.
El lugar está iluminado por la luz de afuera que entra a través de su ventana, dándole así una seguridad irracional que nadie se explica a día de hoy. Ella, al igual que mucha gente, le teme a la oscuridad. Y con la luz de afuera entrando por la ventana, puede dormir tranquila. Sus ojos se van cerrando aunque ella intente abrirlos, empero, por más esfuerzo que emplee, cae rendida ante el sueño.

Ya han pasado varias horas, y la habitación apenas se encuentra muy poco alumbrada por la luz de la luna. Nina siente un escalofrío que le sube por la médula y cada vez se hace más intenso e incapaz de soportar. La sábana le genera incertidumbre, con ella encima no puede vigilar lo que sea que pueda estar ahí, de tal modo que se destapa de inmediato y se sienta con rapidez en su cama mirando hacia todos los rincones de su cuarto con los ojos bien abiertos y en plena señal de alerta. Allí no hay nada, pero la oscuridad le genera incomodidad, por lo cual, debe encender la luz. Para ello debe llegar hacia el interruptor que está al lado de la puerta y a una distancia considerable de la cama. Nina enciende su celular para vislumbrar un poco su panorama; tiene cuatro llamadas perdidas de su amiga Carol.

—La habré dejado preocupada, mañana le voy a explicar todo. —De forma súbita, a su móvil se le acaba la batería.

Mira hacia el ropero y recuerda con perfección los ruidos de anoche, teme que ocurran de nuevo.

—Dejá de pensar en esas cosas —se cuestiona, creyendo que está siendo muy estúpida al suponer todo eso.

"Solo tengo que llegar hasta el interruptor, es rápido" analiza. Se sienta sobre su cama poniendo sus pies en el piso, empero, al mirar hacia abajo experimenta una extraña incomodidad que la obliga a arrollar los dedos como un caracol que se esconde del peligro. Apunta su mirada hacia el interruptor y, como si se tratase de una carrera, corre lo más rápido que puede hacia él. Finalmente enciende la luz con el corazón a punto de estallar producto del pánico.

Nina siente su garganta cada vez más reseca, necesita tomar agua, pero para eso, es preciso salir de la habitación. Toma valor y empuja el mueble, esta vez desde su lado derecho hacia el lugar donde debe ir.
De nuevo vuelve a sentir aquel escalofrío en la espalda al darse cuenta de que se encuentra justo al lado de la puerta, absolutamente desprotegida.
Debe abrirla e ir a beber algo, por lo que tendrá que repetir el mismo proceso de la cama hacia el interruptor, pero esta vez del cuarto a la cocina y con una distancia aún más considerable.

"No hay opción, tengo que hacerlo", piensa Nina mientras cierra los ojos y se da unas suaves palmadas rápidas y repetitivas en una de sus piernas.

Finalmente abre la puerta y sale corriendo entre la oscuridad, se detiene en la sala, observa el cuadro y nota algo demasiado extraño.
Su versión retratada ya no mira hacia la nada, o al menos eso cree ver, pero está todo muy oscuro como para afirmarlo. Siendo así, decide acercarse y confirma que en efecto, la pintura está mirando hacia el ventanal de la sala principal.

Nina gira con lentitud, presintiendo una de las peores experiencias en su vida, pero aun así, siguiendo la dirección a la que apuntan los ojos del retrato. Allí está la enorme ventana con unas cortinas blancas que no permiten divisar bien hacia afuera, se acerca más y logra ver una sombra difusa que se confunde con el potente reflejo de la luna, y que de forma inexplicable, provoca que se le iluminen un par de ojos que brillan como estrellas.
El miedo la paraliza de nuevo, tapándose la boca mientras contempla con horror a aquella cosa. Extendiendo su brazo a un ritmo letárgico y taciturno, comienza a correr la cortina para poder ver realmente qué es lo que está allí afuera, pero a medida que va corriendo la tela, esa extraña figura se va aproximando, como si levitara en dirección a ella, y el brillo de su mirada se vuelve cada vez más enceguecedor.

Nina tiembla del miedo al punto de querer desistir y huir de nuevo, empero, está decidida a develar el misterio. Cuando solo falta un tramo para poder observar en detalle a ese extraño ser, el mismo se encuentra enfrente de ella y su mirada refleja una luz siniestra. La sombra ya no es difusa, ya no se confunde, es contundente e infernal. Aun así, Nina corre en su totalidad la cortina y para su sorpresa, no hay nadie allí, solo un par de diamantes en el piso. En ese preciso instante comprende que algo anda muy mal en su casa, por lo tanto, recoge las llaves y sale huyendo nuevamente. Ese lugar ya no es seguro.

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora