Capítulo 6 - Golpe mortal

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Nina logra abrir sus ojos progresivamente y observa el entorno.
Ya se puede notar el intenso reflejo del sol entrando por la ventana que se encuentra a su izquierda, debajo de ella hay un sillón y una mesita con un ramo de flores. La habitación que la rodea es blanca en su totalidad, y en una de sus paredes se alcanza a divisar unos cuadros con distintos paisajes representados con acuarela, montañas nevadas, playas caribeñas y senderos con hermosos y coloridos jardines a su alrededor. Parecen la representación en pintura del paraíso.

Una sábana blanca y fría recubre su cuerpo, y unas barandillas del mismo color se alzan a los costados de la cama. Poco a poco comienza a recordar lo que ocurrió anoche, aunque lo último que recuerda es que llamó a su madre y le pidió que viniera de inmediato.
Y es en ese momento en que Laura entra a su cuarto, su rostro de preocupación es inenarrable.

—¿Mamá? —dice Nina, tratando de reponerse en la cama con ayuda de sus brazos.

—¡Mi amor, cuidado! —avisa, corriendo con apuro a asistirla—. Tenés un brazo herido, dejá que yo me encargue de acomodarte. Vos no te muevas mucho.

—¿Qué hora es?

—Dos menos diez —contesta Laura mirando su reloj—. Los médicos dijeron que necesitás hacer reposo para que curen las heridas, fueron muy profundas.

—Está bien... —admite evidentemente exasperada y rodando los ojos.

—¿Quién te hizo esto, Nina? ¡Cuando llegué estabas inconsciente y desangrándote!

—Hay unas sombras que me están persiguiendo, mamá... —revela Nina—. Anoche intenté huir de ellas y me lastimé con un alambrado de púas.

—¿Unas sombras? —enfatiza Laura consternada.

—Sí, algo muy malo me está ocurriendo y no sé qué es —asevera expresando en su rostro un temor inminente—. Necesito que me ayudes.

—Pero, decime, ¡¿qué son estas sombras?! —insiste su madre con desesperación—. ¡No estoy entendiendo nada!

—¡No lo sé, mamá! ¡No lo sé! —grita notoriamente frustrada—. Solo sé que me persiguen y algo quieren de mí.

—Nina, te la pasás estudiando y pintando, tenés que despejar la mente —afirma Laura acariciando su mano.

—No sé, puede ser que mi mente me esté jugando una mala pasada —supone.

—Capaz necesitás un descanso ahora mismo, para que acompañes a Carol como se debe —informa Laura—. Ella está en este mismo hospital.

—¡¿Qué?! ¡¿Ella está acá?! —subraya Nina alterada.

—¡Sí, mi amor! Acabo de encontrarme con sus padres en el pasillo. ¿Por qué? ¡¿Qué pasa?!

—¡Quien atacó a Carol fui yo! —asegura angustiada y fuera de sí—. Creí que me iba a atacar y le golpeé la cabeza con lo primero que encontré.

—¡Dios mío! —Laura se queda sin palabras ante el impacto de tal revelación—. ¿Te das cuenta de la magnitud de lo que hiciste?

—¡Sí mamá, lo sé! —sermonea casi en estado de cólera—. Pero no me pueden hacer nada, ¿verdad? ¡Fue en defensa propia!

—No sé, no sé... por ahora dejame ir a ver cómo se encuentra.

—Lo bueno es que no está muerta como creí... eso me deja aliviada —comenta tratando de aliviar su ansiedad.

—Voy a averiguar más de su estado, tenemos que pensar en cómo salir de esta —recomienda Laura mientras se dirige hacia la puerta.

Tratando de asimilar todo lo que su hija le acaba de decir, se dirige lentamente hacia la recepción con la mirada perdida en el suelo y entre múltiples pensamientos que nublan su entendimiento. En su mente hay una revolución, y su corazón late con aceleración a causa de los nervios, su amada Nina se ha metido en un grave problema y todo depende de Carol.

—¡Despertó! —pregona su gigante padre, Brandon, acercándose deprisa con los brazos extendidos y un rostro de enorme felicidad.

—¡¿En serio?! ¿Ya está despierta? —Una sonrisa nerviosa se dibuja en el rostro de Laura, acompañada de una expresión de asombro y temor en la mirada.

—¡Sí, sí, sí! Se recuperó más rápido de lo que pensábamos. Ahora va a venir la policía a hacerle algunas preguntas.

Laura se paraliza en ese mismo momento, como si la tierra entera se detuviera para dar inicio a su destrucción. Comienza a acariciar sus brazos como si de frío se tratase lo que siente. Sabe que a partir de lo que declare Carol, todo podría empeorar para Nina en un segundo.

—¿Puedo ir a verla? —Le pide.

—¡Sí, por supuesto! Pero, ¿Nina va a estar bien quedándose sola por un rato?

—No te preocupes, es más, ella quería que me fuera para poder descansar —comunica Laura con una sonrisa falsa en su cara.

—Está bien, vamos entonces.

Ambos se dirigen hacia la habitación en la que yace la última esperanza que quedaba, Laura comienza a respirar hondo y se la puede ver evidentemente agitada.

—¿Te pasa algo? —pregunta extrañado Brandon.

—Me ponen nerviosa los hospitales y el olor al alcohol, perdoname —explica ella mientras intenta disimular su preocupación.

Al llegar a donde se encuentra Carol, Laura se sorprende al verla, un vendaje enmarca su rostro indudablemente hinchado y con moretones en su lado derecho. Aquella rubia melena que la caracteriza, apenas se deja ver mezclada entre tantas vendas.

—¡Dios mío! ¡Pobrecita! —Su expresión de horror apenas consigue disimularla, tapándose la boca con una mano.

—No recuerda nada de lo que pasó —murmura su madre, Jennifer—. Solo puede recordar información que ya tenía incorporada desde hace años.

—Según los médicos, tiene suerte de haber sobrevivido, ya que el golpe fue letal, como verás —agregó Brandon.

—¿No se puede mover? —indaga Laura con curiosidad, sin quitarle un ojo de encima a Carol.

—Tiene dificultad para moverse y un poco para hablar. Los doctores quieren que permanezca como mínimo por cinco días internada para monitorear que no habrá otro tipo de secuelas —describe Jennifer, y continúa entre sollozos—. Su recuperación va a ser lenta.

Laura no puede evitar contenerla con un amistoso abrazo, pues, a pesar de todo, entiende el dolor y la conexión que una madre tiene con sus hijos, un hilo que permanece para toda la vida. Empero, la ansiedad carcome su mente y coagula la sangre en sus venas.
De repente, sienten la voz de Carol...

—Necesito... ir... al baño —suplica con dificultad.

—¡Sí, Carol! Dejá que te ayudo —responde Brandon, apresurándose a socorrerla.

Carol consigue sentarse en la cama con dificultad, y su padre extiende uno de sus brazos, sobre su propio hombro. Sujetándola con cuidado, la acompaña hacia la salida de la habitación. En pleno camino por aquel extenso pasillo de la Sociedad Española, Carol susurra...

—Solo recuerdo un rostro borroso... y unos cabellos largos —musita.

En ese instante, las miradas de Nina quien no se aguanta las ganas de salir a buscar a su madre y Carol se cruzan, ambas malheridas, confundidas y con un profundo temor. El tiempo parece detenerse cuando sus miradas perturbadas se cruzan, una sintiendo pánico, y la otra, presa en una espiral de confusión. Nina siente una opresión muy fuerte en el pecho al ver que su amiga está plenamente consciente, por lo que da unos pasos hacia atrás sin esconder siquiera su reacción de sorpresa.
Con su mano temblorosa extendida hacia atrás busca la puerta de su habitación, y cuando por fin la percibe con las yemas de sus dedos, entra de forma veloz y de un portazo la cierra.

—¡Carol, Carol! —repite Brandon—. ¿Qué viste? ¿Por qué no me contestás?

—Nada, solo vi a una tipa extraña...

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora