Capítulo 39 - Cita con los arcanos

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Los días sin Nina se vuelven monótonos. La casa sin ella se siente vacía y sin alma que sujete sus muros. Los ventanales se empañan de lágrimas que se evaporan con el tiempo e impiden la visión hacia un futuro, allende del horizonte que permiten las ruinas de lo que alguna vez fue, el departamento de una artista llena de sueños. En aquel sitio, quedan dos habitaciones a merced del olvido, como un alma errante sin destino: el cuarto de Nina, y el de su hermano, Michael. Cada uno, a su manera, ya no están. Y lo peor de todo, es que cada rincón evoca el recuerdo de ambos. Cada brisa trae consigo el aroma de los dos, a tal punto de evitar que la imaginación haga lo suyo, y los imagine juntos de nuevo, en aquel hogar. Laura siente su soledad más que nunca, y ya no la puede soportar, por lo que decide pasar el menor tiempo posible en aquella casa. Pasa las siguientes semanas en el hospital, cuidando de su marido, y averiguando un poco más sobre la naturaleza de aquel cuadro maldito que las somete a tanto martirio.

En su búsqueda, encuentra algunas leyendas sobre retratos similares, de niños que lloran, y algunos que se mueven de lugar. También encuentra datos sobre la figura histórica de una mujer distinguida del siglo XIX, que con su mirada transmitía tormento y abuso de poder. Y que además, tras ser descubierta por sus crímenes, incendió su mansión y huyó a París, no sin antes, dejar su alma impregnada en un lienzo. Se dice que ella sabía el secreto del control de almas, y así como había logrado manipular a aquellos esclavos negros a los cuales torturaba con barbarie, y los retrataba en macabras pinturas, también consiguió manipular su propia existencia para perdurar luego de su muerte. Ella era el monstruo que aterrorizó a las calles de Nueva Orleans hace dos siglos atrás, y tanta era su maldad, y el poder que tenía, que dejó un legado imperceptible a los ojos de la humanidad. Un secreto que perseguirían grupos extremistas, ocultos entre las sombras y la codicia, durante los siglos venideros.

Entre una de esas páginas conspiranoicas —que más que informar a la población, buscan herir sensibilidades y generar más dudas existenciales—, aparece como una especie de señal del destino: el contacto con una vidente llamada Mercedes. Aunque Laura se haya rehusado tanto a creer en estas cosas, ahora mismo es inevitable no pensar en cualquier idea loca que se pueda cruzar por la cabeza, todo puede estar conectado, y todo puede ser posible. Así como la ayuda de aquella mujer, puede ser la respuesta a sus interrogantes. La cita está fijada, luego de una llamada telefónica y una introducción a los acontecimientos, la sabia mujer acepta ayudarla.

—Te estaba esperando, querida, entrá, entrá, por favor —Le dice la señora que todo parece saberlo, escondiendo su preocupación en un gesto de cordialidad—, vení, sentate. Tu visita estaba escrita en el destino desde mucho antes que tuvieras noción de eso, hija. Ellos han hablado conmigo, me han dicho cosas, pero tu mirada dice más que todos ellos juntos.

—¿Cómo sabía que yo iba a venir? —responde Laura intrigada.

—¡Ah, querida! El destino está conectado por un hilo infinito que va y viene continuamente, conformando así, una red interminable de vivencias y fantasías que se ven las caras en algún momento de nuestras vidas, aunque uno no quiera —argumenta la sabia Mercedes, penetrando sus ojos con aquella frase—, por eso, toda tu vida has huído de este momento. Pero por más intentos que hicieras, los acontecimientos que te han sucedido, han conducido en dirección al destino del que intentaste huir durante toda tu existencia.

—Y sí que me han pasado cosas, señora... —Le confiesa Laura con una sonrisa de resignación en el rostro.

—Lo sé, querida, lo sé... pero vos me dirás para qué me buscás.

—Como ya le he comentado... mi hija consultó hace un tiempo a una vidente, por un cuadro que cambia de forma, que lo tiramos y vuelve a aparecer, colgado en la sala principal de la casa... ella me dijo que ha visto apariciones. Es más, entre sus cosas, encontré el dibujo de lo que parecen ser sus... visiones, mire —Laura le enseña aquel dibujo macabro de la criatura oscura con ojos brillantes y sin un rostro distinguible, que, con los pocos cabellos quebradizos que le salen de la nuca, reafirman la apariencia espectral y diabólica de dicho ser, estremeciendo incluso con un insignificante dibujo—, esa cosa creo que es lo que ella ha visto, en varias ocasiones. Yo no quería creerle, me rehusé un montón de veces, pensé que estaba loca porque, a ver... era lo lógico, ¿no? Hasta que vi que el cuadro apareció otra vez, y daba la sensación de que se estaba borrando... —argumenta Laura con la vista perdida en medio de la confusión—, y desde ahí Nina ha sufrido heridas graves en el rostro, al punto de usar una máscara porque según ella, le borraron la cara completamente, y ahora está internada en un centro de salud mental por tiempo indefinido. Y sabe, otra cosa también... yo dejé bien escondido un celular en aquella sala donde aparentemente, pasaba todo, y resulta que desapareció. Hasta ahora no lo he encontrado, y por eso la llamé desde el teléfono de la casa de mi hija. Quiero saber qué está pasando en realidad, doña Mercedes, ¿qué hay de cierto en todo esto?

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora