Capítulo 13 - Tras las pistas

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Ante las miradas persecutorias de todo el mundo, regresa a su casa, cansada, moribunda del dolor y humillada por todos. A lo lejos —pero no tanto como para no darse cuenta—, alguien la observa.

—Oficial Rodriguez... estoy visualizando a Nina Varsi volviendo a su casa, se ve muy golpeada —informa la agente Kauffman a través del radiocomunicador.

—Bien, Karen. Andá a averiguar algo y me avisás de inmediato.

Nina regresa de un infierno para ingresar al de su propia casa, golpeada, y con la moral por el piso. El hecho de verlos a todos observándola con desprecio como si de un juicio se tratara, o con lástima por verla tan lastimada, y que aun así nadie se preocupe por asistirla o preguntarle aunque sea qué fue lo que sucedió o quién le hizo semejante acto de crueldad, la hace sentir una auténtica basura. Ya no tiene dignidad, tampoco respeto, ni una vida como soñaba. Todo ha dado un giro inesperado.

—¡Nina, Dios mío! ¡¿Qué te pasó?! —pregunta horrorizada su madre al verla.

Ella no logra responder, un nudo en la garganta la deja sin habla, y las lágrimas empañan su vista mientras caen como gotas que duelen al suelo. Laura corre a abrazarla en un intento de contenerla, insiste en saber qué le sucedió, pero Nina, totalmente derrotada, llora con intensidad, y solo así consigue expresar lo que con palabras no puede. Apoya su mejilla en el hombro de su madre, y alza la mirada hacia el cuadro.
Aquella mancha alrededor de un ojo, ahora es más morada, tal cual como la del golpe recibido por parte de Isabella. De inmediato cesa el llanto a causa del asombro, se separa de su madre y comienza a acercarse con suspicacia al extraño retrato.

—¿Qué pasa, mi amor? —Laura no consigue entender nada de lo que está sucediendo, y empieza a asustarse.

El insólito momento se ve interrumpido cuando llaman a la puerta. Es la policía.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? —pregunta Laura con una cuota de preocupación.

—¿Qué tal? Soy la agente Karen Kauffman, estoy investigando la zona junto a algunos colegas más debido a unas denuncias de robo, y también estamos cuidando que no les pase nada a ustedes, que reportaron un hurto incluso, ¿recuerda?

—Ah, sí, sí, ¡claro! Y... ¿pasó algo? ¿Encontraron alguna cosa?

—No, pero vi llegar a su hija en muy mal estado y me gustaría hablar con ella, si no es mucha molestia.

—Por supuesto que no, pase —Laura extiende su brazo habilitándole el paso a la agente, y aunque intente disimularlo, aún sigue nerviosa—. Por acá... Nina, una policía quiere hablar contigo.

—¿Conmigo? ¿Por qué? —Se voltea extrañada.

—Usted y su madre denunciaron que la habían asaltado, estamos custodiando la zona y ahora la vi entrar con esos moretones, ¿qué pasó? —afirma Karen.

—Me golpearon, ¿no ve? —Le señala entre lágrimas.

—¿Quiénes? ¿Los mismos de la otra vez? —insiste la agente.

—No, fue en donde yo estudio. La que me golpeó fue Isabella Martínez —asegura Nina—. Ella siempre tuvo un odio irracional hacia mí, pero nunca creí que llegaría al punto de... intentar matarme.

—¡¿Qué?! —Laura no puede creer lo que está oyendo, y rápidamente se acerca a consolarla—. ¡Nina, por Dios! ¡Esa pendeja es una salvaje!

—Reláteme con detalle qué le hizo y qué vinculación tiene usted con ella —ordena la agente.

—Isabella es una compañera de donde estudio, aunque estábamos juntas en el liceo también. Siempre me odió sin ninguna razón, creo que porque me iba mejor que a ella y eso le dolía... pero era una rivalidad inocente... una cosa de gurisas, supongo. Nunca pensé que llegaría al extremo de intentar asesinarme. —Se toma un respiro y continúa pensando qué decir—. Yo estaba en el baño sola, y entró detrás mío, empezó a golpearme. Le supliqué que por favor parara, y ella solo se reía y disfrutaba de lo que estaba haciendo. Es una sádica desequilibrada, no cansada de agredirme, me golpeó la cabeza contra el piso, pero milagrosamente pude resistir, fingí estar inconsciente y cuando ella se fue, me pude levantar, casi sin fuerzas, y me volví a casa... Eso fue todo.

—Entiendo, vas a poner una denuncia contra ella, ¿no?

—Sí —Nina duda por dentro, pero su rabia puede más y está dispuesta a ir hasta las últimas consecuencias contra Isabella—. Ella es una psicópata y tiene que estar tras las rejas. ¡Es un peligro para la sociedad!

—Entiendo, ¿estaban ustedes dos solas? —interroga la policía mientras anota la declaración de Nina.

—No, había otras dos gurisas también... pero no las conozco —afirma.

—Bien, tu declaración va a ser evaluada por mis superiores, y vamos a proceder contra la victimaria.

—Gracias, de verdad, me deja muy aliviada. —Le agradece Laura mientras la acompaña hasta la salida.

—No se preocupe, y cualquier novedad les avisamos.

—Muchas gracias, ¡hasta luego! —Saluda con una falsa sonrisa mientras cierra la puerta y respira profundo—. Por fin se fue... Nina, ¿es cierto todo eso que dijiste?

—Mamá... creo que me estoy volviendo loca —dice asustada.

—¿Qué pasa ahora?

—El cuadro... mirá —señala Nina con miedo a darse vuelta y confirmar lo que hace un momento vio.

—¿Qué tiene de malo? Está bien, creo que hay una mancha ahí, pero no sé de qué —Laura mira con atención al retrato pero no logra percibir nada extraño.

—¡No es una mancha, el ojo está morado! —Se voltea desesperada para demostrar lo que está diciendo.

—Sí mi chiquita, tu ojo está morado pero pronto va a sanar. Si querés vamos al médico para que te examinen. —Su madre la acaricia mientras Nina mira sorprendida hacia ella y en dirección al retrato, el cual, sorpresivamente, ya no presenta ese manchón que había visto antes.

—Creo... que voy a descansar —responde confundida—. Necesito dormir.

—Hacé eso sí, yo voy a estar acá por si me necesitás.

Mientras tanto, la agente Kauffman se encuentra en su vehículo analizando la declaración que acaba de dar Nina, la cual, le genera más dudas que certezas. Esta información necesita analizarla junto a su jefe, el oficial Anthony:

—¿Oficial Rodriguez? Tengo información...

—¿Qué pudo descubrir, Karen?

—Nina Varsi denuncia a una tal Isabella Martínez por intento de homicidio en el baño de su propio instituto educativo. Dice que la odia y solo por eso la atacó —explica.

—Hmmm... ¿opinás lo mismo que yo?

—Honestamente, creo que debe haber algo más, y tal vez esa tal Isabella nos pueda ofrecer alguna información que Nina nos está ocultando —afirma la agente.

—Pienso exactamente lo mismo, vení a la comisaría, tenemos mucho que hacer.

El odio ha cegado tanto a Nina que tal vez, acaba de complicar aún más las cosas. Empero, el deseo de venganza puede mucho más, es una fuerza incalculable que envenena el alma de quien la padece, hundiéndola en una falsa ilusión de felicidad ante el regocijo del sufrimiento ajeno.

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora