Capítulo 28 - El presagio de los arcanos

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La lluvia continúa cayendo como cascada del cielo, dando apenas señales de los astros en el espacio. No tiene pensado terminar pronto, y todos en la ciudad observan con atención el diluvio; algunos con admiración mientras toman un café; otros, con algo de miedo debido a los truenos. Parece ser que la única alma a la intemperie, es la desprotegida Nina, quien se dirige a la casa de Carol, para aclarar algunas cuestiones.

Al sonar la puerta con fervor, Jennifer, su madre, atiende, y observa consternada su aspecto. No solo le extraña que esté descalza y con un pie vendado, sino, que se encuentra en medio de la tempestad tan solo con un poco de ropa, como si se hubiera escapado de su hogar sin avisarle a nadie. Y lo peor de toda esa cuestión, son los prominentes cortes que tiñen grotescamente su belleza, convirtiéndola en algo parecido a una bruja de los cuentos de horror que de niña le contaban.

—¡Nina! Pasá... ¿qué te pasó, linda? ¿Por qué estás tan malherida? ¿Qué te hicieron? —pregunta Jennifer preocupada.

—Necesito hablar con su hija, perdone la hora, es muy impertinente venir en este momento, pero necesito hablar con ella, ¿está en su cuarto? —Ante la respuesta afirmativa de aquella mujer que con cada segundo que pasaba, más que certezas, tenía aún más dudas; Nina se dirige a la habitación de Carol, quien yace dormida—. Carol, Carol... despertate.

—¿Hmm...? —Se refriega sus ojos—, ¿Nina? ¿Qué... qué hacés acá? Te estuve llamando hace un rato, pero no respondías.

—Tenías razón, mi madre está detrás de todo esto, y no estoy segura ni en mi propia casa —Le asegura desesperada, en voz baja, para evitar que Jennifer escuche algo—, ese puto cuadro volvió, así... no sé, mágicamente. Y ella me había asegurado que se deshizo de él cuando estuve internada, pero no, lo tenía guardado la infelíz esa... Ella me quiere volver loca, Carol.

—Tranquila, mirá... no creo que tu madre te quiera hacer mal. Vos sabés cómo es, me sorprende que pienses así de ella. Debe haber otra explicación.

—¡No! Ahora todo tiene sentido, desde que ella está conmigo comenzó todo esto. Ella es la única que tiene acceso a mi casa. Si no fue ella, ¿quién fue entonces? Además... ¿vos no me dijiste que tiene un secreto escondido? Quiero ir a lo de esa vidente y saber de qué se trata.

—¿Qué? ¿Hablás del mensaje que dijiste recibir de mi parte? —Le pregunta Carol confundida—, te juro que no sé de qué me hablás. Yo no te envié nada.

—No tenés que fingir, las dos sabemos la verdad. Ahora no te puedo mostrar el mensaje porque dejé el celular en casa, pero venía desde tu correo electrónico.

—A ver, dejame buscar —Carol busca con dificultad entre sus mensajes enviados, perdiéndose entre botones virtuales y correos que nada tenían que ver con el tema. Esto debido a que uno de los efectos del golpe que recibió, es que le cuesta concentrarse; pero a fin de cuentas, no encuentra nada en absoluto, ningún rastro del dichoso correo—, no, acá no está, mirá.

—¿No lo habrás eliminado? No sé, fijate en el resto de carpetas. Igual tengo ese mensaje en mi teléfono, pero tenés que acompañarme a buscarlo, porque mi madre está allá, en mi casa.

—Está bien Nina, pero está demasiado extraño todo esto. No me gusta el rumbo que están tomando las cosas, porque me están metiendo en quilombos que no tengo nada que ver. Igual si querés, mañana te llevo con la vidente a primera hora, hoy dormís acá —Se levanta de su cama, y busca un poco de ropa limpia y confortable para su amiga, quien la observa con detenimiento, y se da cuenta de que a Carol le cuesta un poco mantener el equilibrio, como si estuviera confundida. Desde su recuperación, no la había observado bien—. Ponete esto, creo que te va a quedar cómodo, somos casi la misma talla, aunque vos sos un poco más tetona —Unas risas tímidas rompen el hielo y recuperan parte de la confianza que habían perdido.

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora