Capítulo 32 - Ella es un monstruo

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Por fin, los días de encierro en aquel infierno para Nina han culminado, y es momento de reinsertarse en la sociedad. Con una gran cantidad de expectativas e incertidumbres, y tal vez, con una nueva cara hacia la vida.

Su madre acude al centro de salud mental a primera hora, llena de emoción por ver de nuevo a su querida hija. Esas dos semanas sin ella, parecían dos milenios potenciándose entre sus lamentos. Y por cada lágrima derramada, los días se extendían cada vez más de su duración natural.

Miles de pensamientos y preocupaciones se le vinieron a la cabeza en aquellos tortuosos días. Laura sabe que el Centro Klinos tiene mucho prestigio y es uno de los más confiables en todo Montevideo —además de sus evidentes buenas condiciones, frondosos jardines floreados, esculturas, y decoraciones protagonizadas por una tonalidad mayormente blanca, con la intención de dar buena presencia a los visitantes y recién llegados—, pero aun así no puede evitar pensar cómo pasó su hija todos esos días. Cómo fue tratada, cómo se sintió... Es difícil no cuestionarse el futuro incierto cuando caes en un pozo de depresión interminable. Y eso es lo que le sucedió a aquella desdichada mujer, fueron dos semanas en las que sintió que la vida le arrebataba a una hija más. Una pérdida que ya no podría soportar.

Luego de las indicaciones de los psiquiatras y psicólogos de la institución, quienes le explican la situación de Nina, el tratamiento que debieron darle, y que debe seguir por el resto de su vida; Laura comienza a cuestionarse en qué estado saldrá su hija. De qué forma la va a mirar, qué reacciones tendrá. Y es que, después de estar encerrada durante catorce días en un psiquiátrico, y de ser obligada a tomar medicación tan fuerte, es muy poco probable que alguien salga como entró a ese lugar.
La conversación con los profesionales parece extenderse más de la cuenta, cuando entran en los detalles y porvenires de su diagnóstico, y de los pronósticos en cuanto a la evolución de Nina. Hay una frase que incrementa sus pulsaciones hasta hacerlas impactar contra un paredón de temores: su hija, tal y como la conoce, no volverá a ser la misma.

Después de señalarle unas cuantas directrices a seguir a partir de ahora, llega el ansiado momento de ver retornar a su consentida niña. Tal y como se lo vaticinaron los profesionales, su mirada se ve perdida por completo, como si lo que estuviera mirando, es algo que pertenece a otro plano fuera de esta dimensión. Su rostro luce decaído, no tiene siquiera reacción, y apenas logra andar con ayuda de un acompañante. Sea lo que sea que hayan hecho con ella, debe haber sido tan fuerte como para dejar incluso a su propia alma dopada. Sin dudas, esa no es la hija hermosa que ha criado, con todos los lujos dentro de sus posibilidades, y con todo su amor hacia la vida. Ni rastro queda de aquella chica que parecía comerse al mundo entero de un bocado cuando iba por ahí, ni cuando deleitaba a todos con su arte. Ni huellas de su angelical belleza que destacaba más por la vitalidad que irradiaba, y que ahora se esconde detrás de hilos, ojeras, cicatrices, y ojos que arden al estar abiertos.

—Vení bebé, vámonos a casa —Le dice Laura secándose una lágrima, y recibiéndola con una sonrisa—. Yo te voy a cuidar, ¿tá?

Las horas siguientes se suceden entre silencios que dicen tantas cosas. Laura se encargó de dejar toda la casa en condiciones para el regreso de su hija —comenzando con quitar el retrato de la vista de cualquiera, haciéndolo desaparecer entre cenizas—, a partir de ahora irá a cuidar de su bienestar más de lo que antes lo hacía. Es un dolor inconmensurable el que la abruma al ver a Nina así, parece un zombie —y no por su aspecto desmejorado—, le resulta difícil verla tan callada cuando antes era una persona con tanta vitalidad y aparente seguridad en sí misma. De vez en cuando se le escapa alguna palabra pidiéndole alguna cosa a su madre, quien se pone a sus pies para cuidarla y protegerla de todo, y de todos.

—Me siento muy cansada... estas pastillas me hacen dormir todo el día —comenta Nina, sintiéndose algo desorientada.

—Sí mi amor, es que son muy fuertes los medicamentos que te están dando —argumenta Laura notando el malestar de su hija cuando se tapa la frente con una mano—, los primeros días te vas a sentir así, pero después te van a bajar las dosis y estarás mucho mejor. ¿Te duele la cabeza?

El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora