En otro lado, alejado del hospital, pero no de la situación, Nina sale furiosa de la oficina del rector, ante la mirada atónita de todo el mundo, en ese mismo momento, siente una adrenalina mortal, un temblor en las manos que le causa un éxtasis. Algo que la potencia, que la llena de energía, como si de una fuerte sensación de rabia y de odio se tratase. Hay algo que es cierto, ellas son sus enemigas, y enfrentarlas desata un elixir de sensaciones mortíferas, y a la vez placenteras.
Después de un rato de caminar sin rumbo, llega a una plaza tan vislumbrante y esplendorosa como lo es la de Tomás Gomensoro. En la que predominan los colores vibrantes, los jardines colgantes a través de escaleras antiquísimas, y un vigoroso rosedal en su centro, que es custodiado por enormes palmeras a los extremos de aquella plaza que abarca más de dos cuadras. Sus preciosos caminos son iluminados por bellos faroles, y asientos a sus costados para disfrutar del paisajismo de la rambla, la cual separa al mar de querer abrazar a aquel pedazo de paraíso en Montevideo. Nina se sienta en uno de sus bancos vacíos, observa los árboles; las flores; a los niños jugando; adolescentes realizando acrobacias imposibles con sus bicicletas; y escuchando buena música que contrasta con el suave cantar de los colibríes. Esa escena la llena de mucha paz, de tal forma que recuesta su cabeza en el respaldo y mira hacia el cielo despejado e iluminado por un sol radiante que le impide mantener los ojos abiertos, cerrándolos luego, y dejándose abrazar por la tranquilidad y el calor penetrante de la estrella que la ilumina desde el cielo.
Minutos más tarde, su celular comienza a vibrar, al principio se niega a atender, empero, ante la llamada insistente, decide fijarse de quién se trata. Es su madre.—Hola Nina, no te olvides que hoy tenés psicólogo a las seis.
—No me olvidé —responde desanimada.
—¿Estás bien? ¿Qué pasa? Te oigo algo angustiada —pregunta Laura, preocupada desde la otra línea.
—No entré a clases hoy, tuve un problema más... voy a casa. Después te cuento, chau.
Nina cuelga de inmediato el celular dejando a su madre con la palabra en la boca. No quiere darle explicaciones a esa posesiva mujer que se la pasa encima de ella como si fuera aún su pequeña niña, como si recién estuviera aprendiendo a caminar. Respira profundo, observa una vez más a la enigmática plaza, y emprende el camino hacia casa, despidiéndose así del momento leve de paz que le provoca aquel lugar. Para distraerse en el trayecto, decide conectar unos auriculares y escuchar la música que a ella tanto le gusta. Lo que parece una caminata apacible, comienza lentamente a perturbarse cuando Nina percibe que alguien la está siguiendo. Su respiración se agita y acelera el paso, tiene pavor de mirar hacia atrás y encontrarse con lo desconocido. Esta tensa situación se prolonga por unos minutos más y culmina cuando decide al fin girar con rapidez su cabeza y contemplar lo que allí se encuentra.
—Joven, ¿le pasa algo? —Le pregunta extrañado un policía uniformado que se aproxima a ella.
—¿Por qué me está siguiendo? —increpa mostrando su molestia.
—Noté que estaba nerviosa y con un ojo morado, me preocupé y por eso quería asegurarme que todo estuviera bien. ¿Le hicieron algo?
—No —responde tajantemente.
—¿Segura? Puedo ayudarla, ¿la asaltaron?
—Le dije que no —brama furiosa, abriendo los ojos de par en par. En efecto está muy molesta ante la persecusión de la policía, de la que desconfía que hay doble intención—, ¡déjeme en paz!
—Confíe en mí, puedo acompañarla hasta donde tenga que ir si quiere —insiste el policía.
Aquellas palabras lejos de convencerla, encienden más su estado de alerta, por eso procura un gesto o algún movimiento que confirme que ese hombre le está mintiendo. Mas finalmente asiente con la cabeza aceptando su compañía. A pesar de que no ha habido apariciones extrañas, Nina siente algo confuso y muy oculto dando vueltas, nada está encajando. Las palabras de aquella chica que la enfrentó, taladran de forma constante en su cabeza. "¿Qué quiso decir con que más pronto de lo que creo se va a saber la verdad?", la paranoia la carcome hasta erizar su piel, y no tiene más duda sobre este insistente policía, él tiene algo que ver con esto.
Al fin y al cabo, Nina llega a su casa, tira su mochila al suelo, y se dirige hacia la cocina por un vaso con agua. Sacude levemente el recipiente entre sus manos, acaricia unas flores posadas sobre una mesada, y suspira de abatimiento, tratando de atar cabos en su mente.
De pronto oye a su madre bajar por la escalera que da al ático, y se acerca a ella.—Que bueno que llegaste, estaba limpiando un poco arriba que hace mucho no lo mantenemos y había mucho polvo, telarañas y todo eso... —explica Laura secándose unas lágrimas, y continúa—, contame qué pasó.
—En la universidad no me dejan en paz, siguen culpándome por lo de Carol, y ahora por lo de Isabella... además estoy recibiendo amenazas.
—¿Amenazas? —pregunta consternada.
—Sí, creo que ya no voy a poder pisar más ese lugar. —Nina nota a su madre un poco conmovida—. ¿Ves por qué no subo al ático? Allá hay muchas cosas de Michael, ¿para qué recordar? Tendrías que hacer lo mismo.
—Sí, ya sé, pero soy terca... soy madre. —Detrás de su leve sonrisa, se esconde una gran tristeza y resignación.
La conmovedora escena se ve interrumpida cuando tocan a la puerta, Nina se dirige a la entrada y al atender, su sorpresa es de tal magnitud, dejándola en un estado de shock que le imposibilita mover un solo dedo.
—¿Cómo estás, Nina? —Saluda Carol con un tono irónico en su voz.
—Ho... hola —Las palabras no le salen, sus manos tiemblan, sus ojos también, y bañándose en lágrimas, presiente su fin.
—¿Puedo pasar?
—Sí... pasá —Carol entra a la casa con total serenidad, saludando a la madre de su mejor amiga, quien también queda impresionada ante su visita.
—¡Que alegría que te hayas recuperado, Carol! —Celebra Laura con un poco de temor. En ese preciso instante, siente su rostro temblar a medida que sonríe de forma vacilante—, ¿del todo? ¿También la memoria?
—Todo. —Le dedica una enorme sonrisa que confirma todas las sospechas.
—Perfecto, entonces vayamos al grano —Como si el diablo la llevara, Nina se acerca amenazante y la increpa—, si te acordás de todo con lujo de detalles, ¿qué querés? ¡Acabá con esto de una vez!
ESTÁS LEYENDO
El Monstruo Interior © WATTYS 2020 (Universo Monstruoso # 1)
TerrorGANADORA DEL WATTY A MEJOR HISTORIA DE TERROR 2020 La cordura de Nina será puesta a prueba y tendrá que demostrar que es víctima de una aterradora maldición. *********** Nina recibe un hermoso cuadro de sí misma por parte de un anónimo, pero hay alg...