Cap. 22

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-Mierda.- susurré -

-Qué te ha pasado en el labio!?- preguntó alarmada y ví salir al conserje por la puerta -

-Mierda, no puedo estar aquí.- dije mirando al conserje y ella lo miró extrañada -

-Qué pasa aquí?-

-Lo siento de verdad.- dije corriendo a la moto y subí rápidamente -

Me puse el casco y salí disparada hacia casa.
Necesitaba curarme el labio y los golpes de las costillas.
Aparqué delante de casa y entré corriendo.
Mi madre estaba haciendo la comida, me miró alarmada, extrañada y preocupada.
Dejé el casco sobre la mesa y la abracé con todas mis fuerzas.

-Dónde has ido? Por qué tienes una moto?-

-Tenía que arreglar unos asuntos, pero ya está arreglado... tú cómo estás?- pregunté sonriendo forzadamente -

-Qué te ha pasado en el labio?- preguntó alarmada -

-Nada mamá... me caí en las escaleras.- reí -

-Ven que lo cure.- me llevó al baño y me sentó en el retrete -

-Aria ha ido a clases?- pregunté mientras ella sacaba las cosas para curarme del cristal armario del baño -

-Sí, no la has visto?-

-No la verdad...- dije nerviosa y se acercó para curar mi labio - AAAAH!- grité -

-Qué quejica eres.- dijo acabando de curarlo - Listo.-

En ese momento Lyna vino a mi cabeza, la había dejado fatal, le debía una disculpa.

-Mamá, puedo ir un segundo a hablar con alguien?-

-Claro cariño, trae a tu hermana cuando salga del colegio.- asentí y me puse el casco saliendo de casa -

Arranqué la moto y salí disparada hacia el colegio.
Eso es una puta locura.
Mi vida, es una locura.
Un desorden.
Aparqué delante del colegio y ya nadie había en la calle.
Mierda.
Bajé de la moto y dejé el casco en el manillar.
Caminé a la entrada y me apoyé en la pared fumando un cigarro.
Miré la hora, no quedaba mucho para que acabaran las clases.

-Fumar es malo.- dijo una voz familiar a mi lado y le miré de arriba a abajo -

Como siempre, preciosa.

-Y no deberías fumar en el recinto escolar.- dijo mirando al horizonte y tiré el cigarro al suelo -

-Siento haberme ido de esa manera antes.- dije mirándole directamente a los ojos -

-Qué te había pasado?-

-Me caí por las escaleras...- dije agachando la cabeza -

-Y por eso no vinistes hoy a clases?- preguntó de brazos cruzados -

-Tenía asuntos que atender.- dije apretando la mandíbula recordando a mi madre -

-No te pido que me lo cuentes, sólo te recuerdo que puedes confiar en mi para lo que sea, sí?- dijo mirándome a los ojos y me derritió como un maldito chocolate en microondas -

-Gracias...- sonreí y comenzó a sonar el timbre -

-Te quedas aquí?- preguntó mirándome con el ceño fruncido, cosa que me pareció tierna -

-Espero a mi hermana...- dije en un suspiro y ví que ella miraba hacia la puerta del colegio - Tú también esperas a alguien?- pregunté con la mirada en el horizonte -

-Mi... mi marido.- argh, su marido... -

Seguro que su marido era un ricachón suertudo, fuera como fuera, ya le había cogido manía por ser el marido de Lyna.
Celos? No lo sé.
Ni si quiera sabía qué era lo que sentía por Lyna.
La gente salió por la puerta habando tranquilamente, cuando de pronto salió Aria cabizbaja pero molesta y enfadada, pegando un portazo.
Le cogí del brazo haciendo que me mirara y soltó el aire por la nariz molesta.

-Nos vamos a casa.- dije seria -

-Déjame.- dijo con los ojos cristalinos -

-Aria, porfavor, te necesito en casa, y no sólo yo.- dije seria y entendió ese "no sólo yo" -

-Está bien, pero lo hago por ella.- dijo cruzada de brazos y ví que Lyna observaba la situación preocupada -

Nuestras miradas hablaban sin necesidad de palabras.
Ella un "está todo bien?" Y yo un "ella es difícil de tratar".
No es bonito? Hablar con la mirada?
Si ella supiera que no sale de mi cabeza...
Un coche negro aparcó en la puerta, Lyna se acercó a él y yo seguí detrás de ella hacia mi moto.
Eso no lo esperaba.
Para nada.
El hombre de antes.
El de los documentos.
Espera... qué!? Era el marido de Lyna!?

-Hasta mañana...- dije mirando con el ceño fruncido al hombre, igual que él me miraba a mi -

Nos miramos extrañados, y Lyna al darse cuenta me miró extrañada.
Cogí el casco mirando cómo Lyna subía al coche.
Ojalá fuera detrás mio, en la moto, cogida a mi...
Suspiré, sabiendo que nunca la tendría.

Después de clasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora