El espía del emperador II

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El despertar fue violento. Teon le estaba balanceando de un lado a otro para que se levantara.

—¡Suéltame, mocoso! —dijo, agriamente.

—Perdonadme, mi señor, pero... pero no despertabas y me ordenaste que os trajera a los Negros, y aquí están.

Lucan se levantó de la cama y vio en la entrada de la habitación a dos hombres con largas y enmarañadas barbas castañas que vestían prendas totalmente negras y cotas de malla del mismo color ocultas bajo ellas. Podía apreciar también los bultos de sus armas bajo sus ropas y sus capas negras. De no conocerlos de antemano le habrían parecido siniestros.

—¡Ah... Wurt, Mengos! Voy a necesitar de vuestros servicios esta noche.

—El señor paga, el señor manda —dijo el más alto.

—¿Tenéis hambre? Ha sobrado un poco de estofado.

Los dos hombres asintieron y bajaron las escaleras hasta la cocina.

‹‹Desde luego estos nunca dicen que no a nada que suponga un beneficio.››

Nada más bajar los Negros, Lucan se dirigió a Teon:

—Ahora ve y averigua dónde se encuentra ese carcelero del demonio. Si quieres pásate rápido por las cocinas y toma un poco de ese estofado, pero sal rápidamente. Quiero que encuentres a ese cerdo antes de la noche. Llévate al mozo de cuadras y, cuando encuentres al carcelero, mándame al chico y tú te quedas allá donde esté para no perderle de vista. ¿Has comprendido?

—Sí, mi señor.

Lucan se dio la vuelta y volvió a quedarse dormido. Cuando despertó le dolía la cabeza a horrores y estaba muy cansado. Tomó un poco de agua y bajó al piso de abajo pensando en la cena. Los dos Negros esperaban tranquilos en una mesa junto a la puerta principal mientras tomaban un vaso de vino, o eso pensó al principio, pero cuando se acercó más pudo ver unas cuantas copas vacías sobre la mesa; también habían dejado varios puñales encima. Los Negros estaban siempre alerta y siempre tenían un arma cerca.

‹‹Se están poniendo las botas a mi costa. No debería ser tan generoso con ellos, aunque su trabajo siempre es excelente. Lo mejor es tenerlos siempre contentos.››

Las pocas personas que había en el comedor permanecían sentadas a una distancia prudencial de ellos; desconfiaban de aquellos extraños hombres de negro. Los miraban con cara de pocos amigos, preocupados, temiendo que en cualquier momento se levantaran y organizaran una riña con los otros clientes. Supieran o no que pertenecían a la orden secreta de los Negros, su aspecto les indicaba que se trataba gente a la que era mejor no molestar. Los dos permanecían callados; apenas hablaban entre ellos y menos con el resto de las personas que había allí. Todo lo que hacían era por el dinero, y hablar muchas veces era contraproducente, o al menos eso pensaba Lucan de aquella intrigante organización. Nunca hablaban más de lo necesario; muchas veces su compañía era poco grata, pero no les contrataba para que le dieran conversación.

Los Negros eran una pequeña organización muy útil para el negocio. Supuestamente eran mercenarios que se vendían al mejor postor, pero eso era sólo su tapadera, a lo que realmente se dedicaban era a hacer trabajos sucios para la gente más adinerada: asesinatos, robos, hurtos, extorsiones, secuestros... Hacían lo que les mandaban siempre que el dinero mereciera la pena, y desde luego no dudaban a la hora de quitar una vida. Eran rápidos, silenciosos y, sobre todo, eran muy eficaces. Eran los mejores. Normalmente trabajaban de noche, al amparo de la oscuridad, lejos de miradas indiscretas. En ocasiones trabajaban de forma independiente, al menos siempre que necesitaban dinero o supieran de un golpe sencillo del que mereciera la pena correr el riesgo. Oficialmente no existían; actuaban en silencio y trabajaban en el anonimato. Las autoridades sabían de su existencia, pero poco podían hacer para erradicarlos. Lucan los había utilizado en varias ocasiones; sus habilidades eran sumamente útiles para el oficio que desempeñaba. Si había algo en lo que destacaban era en el arte del asesinato. Eran sumamente precisos y letales. Si aceptaban eliminar a algún individuo, éste podía darse por muerto.

Sangre y Oscuridad II. La Venganza del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora