Decisiones drásticas I

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Todo estaba pasando muy deprisa y los acontecimientos se precipitaban. No había tiempo que perder ahora que Vanion estaba a punto de sucumbir ante los ejércitos imperiales. A esas alturas de la guerra, todo Lindium sabía ya las últimas nuevas de aquel conflicto. Y lo cierto era que casi la mitad del reino estaba siendo controlada por el Imperio, mientras los escasos ejércitos de Vanion contenían en solitario al enemigo. ¿Pero cuánto aguantarían? ¿Cuándo lanzaría Sharpast su ataque definitivo? Había que actuar con la máxima presteza. Por ello los reyes de Hanrod y Landor no perdieron tiempo a la hora de reunirse para decidir qué hacer respecto a la guerra y tomar una postura conjunta.

La reunión había sido concertada en Límite, junto a la frontera entre los dos reinos, pero en el lado de Hanrod, ya que había sido el rey Mendor el que convocara a Faleth al encuentro. Límite era una ciudad pequeña y sin murallas, de poca importancia si no fuera la puerta de entrada por la que los mercaderes de los dos reinos pasaban para comerciar en el reino vecino, lo que en cierto modo la había convertido en un centro comercial de gran relevancia. Allí concurrieron las cortes de los dos reyes. El lugar de la reunión era la residencia del alcalde de la ciudad. El edificio era grande y espacioso, lleno de ornamentos que decoraban la estructura, lo que denotaba el poder económico que había alcanzado el alcalde, pero aun así no era el edificio más adecuado para acoger a las cortes de nada menos que dos reyes, pero dada la urgencia de aquella reunión y las circunstancias que les habían llevado a ella, hacían que importara poco el hecho de que el lugar elegido para aquel evento no era el más pertinente.

El rey Faleth y su séquito, compuesto por el general Nulmod, varios oficiales, los consejeros del rey, otros cortesanos y una numerosa escolta, llegaron después que el rey Mendor, que había acudido antes para ejercer de anfitrión al ser una vez más su tierra el lugar de la reunión. Mendor los recibió a la entrada de la residencia del alcalde de Límite junto a un extenso séquito compuesto por sus más allegados, entre ellos el veterano general Valghard, que en gran parte había sido el artífice de aquella reunión. Valghard había asistido con recelo a la invasión de Sharpast en las tierras de su, en teoría, todavía aliado: Vanion. Había prometido su ayuda tiempo atrás, y el reino al que servía no había hecho nada para asistir a su aliado; había permanecido a la espera, con su ejército en parte movilizado, esperando una hipotética invasión que en realidad sí se produjo, pero no en su territorio, sino en Vanion. Luego vinieron las conversaciones de paz con Sharpast, permaneciendo él al margen al estar lejos de la corte junto al ejército. Fue una carta de su colega, el general Nulmod, la que le hizo reflexionar y decidirse a intervenir. Regresó junto al rey para apremiarle a que ayudara militarmente a Vanion junto a Landor. No le hizo falta convencerle, el propio rey ya había tomado su propia decisión tras un hecho que había cambiado radicalmente su parecer. La fuga del hermano del Emperador le había irritado enormemente hasta el punto de decidir proseguir con la guerra. No habría paz entre Hanrod y Sharpast. Todas las conversaciones de paz con el Imperio eran una pantomima, una maniobra de distracción, mientras tanto Hanrod se preparaba de nuevo para la guerra, pero para ello debían antes convencer al rey Faleth para que se les uniera. Sin el ejército de Landor no irían a la guerra.

También estaban invitados los embajadores de Tancor, que acudían con el rey Mendor a sellar una alianza que no dejara aislada a Tancor en el continente. Grendel observaba expectante junto a Fogo, su compañero de la embajada, viendo cómo los dos reyes se saludaban y hablaban tranquilamente como dos viejos amigos. Era una escena cómica: un rey gordo en lo alto de las escaleras a la misma altura de otro rey mucho más delgado, joven y alto, a un par de escalones más abajo que él. Mendor reía por un comentario de Faleth, que le decía que estaba más delgado y le encontraba muy en forma, a pesar de que Mendor seguía igual de gordo que siempre e incluso más. Al final los dos reyes entraron quejándose del frío, del viaje agotador y luego pasaron a hacer preguntas sobre la salud de los familiares de los dos reyes, fingiendo mostrarse alegres por saber que todos estaban bien de salud. Pronto Mendor desvió el tema y empezó a hablar de la comida que los esperaba a la cena, ensalivando al mismo tiempo que hablaba. Grendel se mostró disgustado al ver que su presencia pasaba inadvertida y no era presentado ante el rey de Landor como un embajador del Reino de Tancor, pero lo pasó por alto y siguió a los dos reyes junto a las comitivas de los dos reinos. No sería hasta el final de la copiosa cena que degustaron todos en el salón de ceremonias cuando Mendor se aprestó a presentarle ante Faleth, el cual le saludó sin mostrar mucho interés. Durante largo rato hablaron de temas ajenos a la guerra que se estaba librando, como si aquello no fuera con ellos, al mismo tiempo que bebían vino, aunque la mayoría con cierta moderación, salvo el propio Mendor, que bebió cuanto quiso; no obstante, en ningún momento mostró síntomas de estar ebrio.

Sangre y Oscuridad II. La Venganza del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora