Decisiones drásticas IV

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—¡Lo hemos conseguido! —dijo Teon sin creérselo al ver cómo los jinetes desaparecían en el llano—. ¡Hemos llegado a Vanion! ¡Estamos a salvo!

—Ha faltado bien poco —dijo Mencror, pletórico—. Hubiera apostado a que hoy era mi último día en la tierra de los vivos.

—Por Drom, ¿cómo habéis logrado escapar, mi señor? —preguntó el sargento de la guarnición, que todavía no cabía en su asombro—. Creía que estabais bien guardado por nuestros enemigos.

—Es una larga historia, oficial, pero estoy aquí, en los dominios de mi hermano, que es lo que importa. Ahora solo deseo descansar y volver a ver a mi familia.

—Os llevaremos con el Emperador, mi señor. Podéis descansar cuanto gustéis. No tenemos ninguna habitación digna de vos, solo algunas literas en la segunda planta, pero por supuesto os las cederemos con gusto.

—En los últimos meses he dormido en una fría y húmeda celda, en la tierra y en el barro, sobre raíces y rocas; con viento y lluvia, con el ruido de las hojas, las ramas y cientos de animales. Amigo... hasta el colchón de paja donde dormís me parece obra del mismísimo Targos.

Dracan era el único que no estaba contento. Estaba molesto por la muerte de su compañero, y parecía importarle poco que estuvieran ya a salvo. Todavía no veía terminada su misión, y hasta que ese día llegara no estaría tranquilo.

—Deberíamos continuar —dijo Dracan—. No es prudente que nos quedemos aquí, tan cerca de la frontera de Hanrod. Hay que seguir.

—¡Estás loco! —saltó Mencror—. No dormimos nada desde ya ni me acuerdo cuando. Estoy agotado, y vosotros también. Necesitamos descansar. Mañana reanudaremos la marcha y en nada veremos a mi hermano.

—Aquí estáis a salvo —les aseguró el sargento—. Podéis dormir tranquilos hasta que decidáis continuar. Os proporcionaría una escolta, pero somos una guarnición demasiado pequeña y solo disponemos de un caballo para el enlace, y que ha de partir ahora a Lasgord a informar al Emperador de vuestra llegada. Ellos os proporcionarán la escolta.

—Os lo agradezco. Ya era hora de reencontrarme con la hospitalidad de un nacido de Sharpast —dijo Mencror, sabiendo por el acento del sargento y por su rostro de tez morena, que era un soldado nacido en Sharpast y no uno de provincias.

—Estamos a vuestro servicio, mi señor.

En la torre comieron comida caliente y en abundancia, saciando su apetito. Habían pasado mucho tiempo racionando la comida, pero allí repitieron varias veces hasta llenar sus estómagos hambrientos. Tomaron estofado de conejo con verduras. No había mucha carne pero el guiso era muy sabroso y estaban tan hambrientos que no les importó. Lo único que Mencror echó de menos fue acompañar la comida con vino; tuvo que conformarse con un poco de agua. Al terminar, los tres se acostaron en las literas que los soldados les cedieron. Mencror se tumbó en el colchón agotado y dolorido; le dolían hasta los párpados; se sentía enfermo sin estarlo. Se tumbó en aquel incómodo colchón de paja y se durmió nada más cerrar los ojos con la tranquilidad de un bebé en el regazo de su madre.


Como sigilosas serpientes se arrastraron lentamente por la tierra de aquella colina, en silencio absoluto, evitando llamar la atención. La oscuridad de la noche y el viento eran sus aliados. Aquellos hombres llevaban consigo un grueso tronco que habían talado cerca de allí. Tardaron varias horas en subir la colina acarreando el pesado bulto, pero lo hicieron de forma imperceptible para la vista y oído de un hombre a menos que éste se encontrara muy cerca.

Neilholm había cambiado de parecer a la hora de marcha. Había estado pensando dubitativo hasta que tomó su decisión y detuvo el caballo de inmediato para sorpresa de sus hombres. Les contó su nuevo plan y todos le secundaron sin vacilaciones. Su plan era arriesgado, pero podría funcionar. Atacarían la torre bien entrada la noche, aprovechando que la mayoría dormiría. Derribarían la frágil puerta con el tronco y entrarían en el recinto matando a todos menos a Mencror. Podían conseguirlo.

Sangre y Oscuridad II. La Venganza del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora