La segunda batalla de Hur V

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Elmisai decidió intervenir en la batalla de forma más directa viendo el duro escollo que tenían que afrontar sus soldados. Los sharpatianos habían llegado con sus grandes escudos y lanzas y empezaban a hacerse notar en la línea del frente. Empujaban con sus escudos hacia delante sin detenerse, apoyados por los hombres de retaguardia, haciendo perder terreno poco a poco a los agotados tancorianos. Los combates se habían recrudecido al máximo: las lanzas de los sharpatianos lograban alcanzar la carne enemiga con mayor frecuencia que los vegtenos y los mercenarios, derramando sangre rebelde. Las fuerzas de Tancor que se les oponían habían formado una inmensa masa de hombres peor armados, sin apenas escudos con los que protegerse de aquellos guerreros, por lo que las lanzas imperiales, certeras en sus manos expertas, eran usadas para aprovechar cualquier punto débil del enemigo, perforando escudos, atravesando cotas de malla y armaduras. Alcanzaban a los rebeldes con una facilidad pasmosa, hiriendo o acabando directamente con la vida de cada vez más tancorianos.

Las lanzas poco a poco iban astillándose, siendo sucedidas por las afiladas espadas de punta curvada del Imperio. Los soldados profesionales de Sharpast, aprovechando el caos y la desorganización que reinaba en las filas rebeldes, sumado a la inexperiencia de muchas de sus unidades, la carencia de un armamento de calidad y al agotamiento tras horas de batalla, estaban provocando una verdadera masacre entre sus filas. Solo en el centro, donde estaban situados los mejores soldados de Tancor, mantenían más a ralla a los sharpatianos.

El rey de Tancor se adentró entre las filas del flanco derecho junto a sus escoltas, donde peor parecían ir las cosas. Arnust y Halon nada hicieron por impedirlo; ambos sabían que la situación no era nada buena y se hacía necesaria la presencia del rey en el frente. Los dos magos se limitarían a protegerle si éste corría algún peligro. Elmisai cogió un estandarte y lo agitó mientras animaba a sus hombres:

—¡Soldados de Tancor, no desfallezcáis! ¡Seguid luchando! ¡Luchad por vuestras familias! ¡Luchad por vuestro reino! ¡Luchad por todo lo que amáis en esta vida!

Ver al rey en primera línea agitando un estandarte insufló valor en los corazones de los desanimados y exhaustos rebeldes, que se veían abrumados por el enemigo, y prosiguieron la lucha con renovadas energías y con gritos de valor y lealtad:

—¡Por el rey! ¡Por Tancor! ¡Por Elmisai!

Con su espada en mano, habiendo dejado el estandarte clavado en el barro, Elmisai entró en liza con un primer contendiente. Un sharpatiano con espada y escudo se dirigió hacia él y lo atacó, pero Elmisai esperó a que fallara y, aprovechando la vulnerabilidad que había provocado su golpe al dejar prácticamente al descubierto todo su cuerpo, bajó su espada con contundencia y le golpeó en el casco. El impacto fue tan tremendo que fracturó el cráneo de aquel guerrero, que cayó al suelo inconsciente y medio muerto. Varios sharpatianos se acercaron a él viendo en el rey de Tancor una presa aparentemente fácil. Con sus lanzas le hicieron retroceder. Elmisai ya había tenido una mala experiencia con una lanza en la batalla de los Campos de Alanbur y no quería repetirlo; pero tampoco podía retroceder y que sus hombres lo vieran; eso causaría el desánimo en sus filas. Intentó quebrar las lanzas con su espada con golpes certeros, pero la madera resistió. Uno de los leales intervino para ayudar a su rey, pero éste, después de herir con su espada a uno de ellos, cayó atravesado por una lanza.

En ese momento intervinieron los dos magos, viendo la vida del temerario Elmisai peligrar. Arnust con su vara y Halon sin nada más que sus manos, hicieron que media docena de sharpatianos salieran disparados con fuerza por un repentino golpe de viento. Los dos magos apartaron al rey de la primera línea del frente con ayuda de algunos escoltas.

—¡No durarás ni un minuto aquí solo, Elmisai! —le dijo Arnust con voz seria.

—¡El frente se va a desmoronar si no hago algo! —dijo Elmisai, contrariado.

Sangre y Oscuridad II. La Venganza del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora