CAP. 4

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Me despierto y por un momento no reconozco donde me encuentro. Claro que eso termina al recordar todo lo sucedido estos últimos días. Tardo un momento en darme cuenta de que me están tocando la puerta. Corro a abrirla y me encuentro a Carlita. Ella es como una ¿sirvienta? No me gusta esa palabra así que no, no es mi sirvienta. Es una chica que trabaja en esta mansión. Sí, eso me gusta más. 

-Buenos días- me regala una cálida sonrisa y se adentra rápidamente en la habitación. -Tenemos muy poco tiempo. Pensé que me llevaría menos hacer el desayuno. Ten en cuenta que nunca me he despertado tan pronto por tener a una estudiante en casa. Pero lo siento, no volverá a p...

- Está bien, no te preocupes. - Le contesto. Toma un largo suspiro. Por lo poco que hemos conversado estos días, me he dado cuenta de que cuando se pone nerviosa tiende a hablar mucho, demasiado. 

- Vale, lo siento. Estoy un poco nerviosa... - Suelta una risa nerviosa y prosigue-  Come algo de lo que te he preparado mientras yo busco tu uniforme- entra en el vestidor y no tardo en empezar a zampar. Se me olvidó mencionar que en este nuevo colegio al que voy, tengo que llevar uniforme. A mi me parece muy conveniente ya que odio tener que tomar tiempo para pensar en lo que me voy a poner. 

Me pongo el uniforme y me doy cuenta de que la falda es un poco corta, más de lo que me gustaría. Aunque a decir verdad, me queda bastante bien. 

- Hola - digo con poca gana subiéndome al Range Rover negro que me espera en la entrada. 

Imagino que será el que me lleve a la escuela ya que no creo que me den mi coche. Puede que por que si lo tuviera, creen que me escaparía. Están muy equivocados. Estoy más que lista para recuperar lo que ¿es mío?. Técnicamente esta vida me pertenecía a mi, así que... sí, la vida que me pertenece. 

-Hola, Miranda. - Me contesta Marco con una sonrisa forzada. Parece que hoy no está de humor. Mejor, así no tendré que fingir más de la cuneta. 

Miro por la ventana todas las lujosas casas de mi alrededor, aunque a decir verdad, no son tan grandes como la de mi padre, mi verdadero padre. 

Nos adentramos en una carretera rodeada por arboles majestuosos. No son arboles cualquiera. Parece que están puestos al milímetro ya que en conjunto hacen un paisaje muy ¿lujoso?. Es precioso. 

Cuando llegamos a la entrada. Me quedo boquiabierta. Es majestuoso. Y muy grande. Muy muy grande. Empiezo a sentir los nervios cuando veo a multitud de gente, aparentemente rica, que baja de los coches y se dirige a la entrada. Todos ellos están acompañados por lo que parecen amigos, supongo que tendré que ir sola. 

En este momento me doy cuenta de que me estoy incorporando a esta escuela en mitad de la primera evaluación. Todos se conocerán desde, al menos, el principio de año escolar... 

Esto solamente hace que me ponga más nerviosa. Si sigo pensando en estos pequeños detalles, solo conseguiré ponerme más nerviosa. Abro la puerta del coche y me dirijo a la entrada de, lo que viene a ser, mi nuevo instituto. Me doy cuenta de que Marco apaga el motor. 

- ¿Vas a acompañarme? Que caballeroso... - Digo con intención de que se retire ya que quiero pasar desprevenida y no lo aré con un hombre de dos metros embutido en un traje caminado a mi lado. 

-Tengo que acompañarte a la sala del rector para que te dé tus horarios. También te tiene que explicar lo que harás por no haber estado medio trimestre en la escuela. - Dice como si lo hubiera estado pensado desde hace tiempo.  

DESPREVENIDA *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora