CAP. 46

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MALAS COINCIDENCIAS 1/2

— Así que te emborrachaste y no recuerdas nada de lo que pasó... Y acabaste en la cama de Willl... Y además, se supone que no habéis hecho nada. —Le acabo de contar lo sucedido a Thalía. Ha venido a mi casa porque teníamos que hacer un proyecto de la clase de Historia y después de insistirme mucho, le he contado todo lo que pasaba.

— Sí... y ya sé que parece un poco... loco. Pero sé que Will no haría nada conmigo si no estoy en disposición de hacerlo.

— Pero... Algo no me cuadra. Si se supone que habéis dormido juntos... ¿Cómo es que tiene novia? Y... además, que esa novia sea Mitzi.

— Yo también me he quedado en shock al descubrirlo pero el fallo ha sido mío en creerle desde un principio. Sabiendo la clase de persona que es. — He sido una tonta pensando que podía cambiar por mí. Los chicos como él nunca cambian. Ni por mí, ni por nadie.

— Creo que después de nuestro historial amoroso podemos decir que estamos destinadas a ser solteras. — Comenta y yo no puedo evitar sonreír.

— No me puedes comparar lo de Will con lo de Derek. Él no puede estar contigo porque le perjudicaría... es más, podrían hasta matarlo si se enteran de que te ayudó a escaparte. Lo vuestro en un amor imposible... lo nuestro no lo era. SI no fuera por sus acciones, ahora mismo estaríamos juntos, pero no es así... Tú al menos tienes la satisfacción de saber que te quiere y que ha arriesgado su culo por salvarte. Will no haría ni la mitad de eso por mí.

— Me da mucha rabia que por su cobardía tengamos que estar separados para siempre... No sé, pensaba que era el chico de mi vida. Mira que suena alocado si nos ponemos a pensar que me secuestró... pero, no lo sé. Puede que haya sido el síndrome de estocolmo.

— ¿Podemos ya dejar de hablar de ellos? Mientras antes nos los borremos de la cabeza, antes podremos encontrar a alguien más. —Digo frustrándome.

— Y si... ¿Vamos de fiesta? —Pregunta Thalía.

— ¿Qué? ¡No! No quiero volver a ir a una fiesta en la vida... —Le respondo recordando el desastre que armé en la última en la que estuve.

— No digo una fiesta si no... una discoteca. —Me mira y yo niego con la cabeza.— Piénsalo, En una discoteca habrá gente que no conocemos y podremos olvidarnos de todo por una noche.

— No... es una pésima idea. Además, ni siquiera tenemos veintiún años.

— No te preocupes por eso, puedo conseguir unos carnés de identidad falsos en menos de una hora.

— Pero... ¿Cómo harás para escaquearte de los guardias de seguridad que te acompañan a todos lados?. —La miro y parece que está armando un plan.

— Ya sé... Le diré a mi padre que estaré en tu casa para dormir... y... no sé, puede que Marco nos pueda ayudar en despistarlos.

— No, no y no. Marco no haría eso... se preocupa demasiado por mí, no me dejaría irme.

— Por favor, Miranda. —Empieza a rogándome poniéndose de rodillas en frente de mí. — Es nuestra única opción... Y la necesito. Tengo que olvidarme de él lo antes posible y tú tienes que hacer lo mismo.

Treinta minutos después he podido convencer a Marco de que nos ayude. No ha sido tan difícil como pensaba pero por mi desgracia, él nos acompañará. Ya se ha encargado de todo y lo único que nos falta por hacer es encargarnos de los carnés de identidad y arreglarnos. Ahora mismo son las casi medianoche y Thalía está haciendo unas llamadas.

— Vale, perfecto. — Da por terminada la llamada y me mira con una media sonrisa. —Ya está todo listo, dentro de media hora tenemos que ir a por ellos.

— Esto sigue sin convencerme... no creo que ir a una discoteca sea la mejor manera para olvidar nuestros problemas. — Se sienta delante mío y me mira con seriedad.

— Miranda, deja de tenerle miedo a todo. Has podido sobrevivir a una fiesta con Mitzi y medio instituto... ¿Te crees que no podrán con una noche un poco loca?

— Esque... nunca he ido a una discoteca. —Confieso.

— No pasa nada, Miranda. Es como si estuvieses en una habitación con música alta, alcohol y tios buenos. Será la mejor noche de tu vida, te lo prometo. —Me abraza y por fin empiezo a pensar que puede que nos venga bien.

Treinta minutos más tarde, ya estamos casi preparadas. Doy gracias a que me duché a la mañana porque de no ser así, no habría tenido tiempo de hacer nada.

Me observo en el espejo mientras Thalía se viste en el vestidor. Me veo muy guapa. Tengo puestos unos jeans ajustados y un top corto de tirantes con escote de un color rojo granate. Se me marca la figura y parezco mucho mayor de lo que en realidad soy. Llevo un pintalabios nude y Thalía me ha maquillado como una pro. Las sombras oscuras hacen que mis ojos azules resalten.

— Dios mío... —Oigo que dice Thalía.— ¡Estás de muerte, tía! No creo que necesites el carnet de identidad. —La miro y me regala una sonrisa.

— Tú también estás muy guapa. —Le digo mientras inspecciono su vestimenta.

Lleva un vestido negro corto y que hace que sus piernas kilométricas destaquen. Parece una modelo de Vistoria's secret. Lleva un maquillaje perfecto para su cara, uno que resalta sus rasgos más bonitos.

— Venga, tenemos que irnos ya. De no ser así, no llegaremos.

Salgo la primera y bajo hasta la primera planta. Ahí me encuentro con Marco, que me mira embobado.

— Vaya... pensé que no podrías estar más gua...

— Buena. Dilo, no es ningún pecado admitir la realidad. —Lo corta Thalía. Siento como mis mejillas empiezan a arder y agacho la cabeza con esperanza de que Marco no lo note.

— Qué señorita... —La responde y nos encaminamos hacia la salida.

No tardamos más de cinco minutos en aparcar frente a un edificio no muy lujoso. Thalía se baja y minutos después vuelve con nuestros carnés. Seguimos en el coche hasta que llegamos a la discoteca. Salimos y miro la larga fila en la que tenemos que entrar. Empiezo a caminar hacia el final de esta pero una mano me agarra.

— ¿Enserio crees que vamos a esperar la fila? —Me pregunta Marco con una leve sonrisa.— Que empiece la fiesta, Miranda. 

DESPREVENIDA *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora