CAP. 49

42 3 0
                                    

MALOS CASTIGOS

Pov. Miranda:

No me acuerdo de la mitad de lo que pasó el sábado. Sólo recuerdo el final de la noche y a decir verdad, preferiría no recordarlo. Cuando se fue Will empecé a llorar por todas las frustraciones que sentía. Me daba rabia todo lo que hacía Will pero me enfadaba más es el hecho de que Marco insinuara algo conmigo. Al principio estaba muy confusa al escuchar de la boca de Thalía lo sucedido. No me podía creer que Marco hubiera dicho algo para provocar a Will. Él sabía que a Will le iba a molestar lo que decía. Pero no le importó. Se comportó como un completo idiota inmaduro. Es más, toda esa madurez y sabiduría que lo caracterizaban se esfumaron. Ya no parecía el mismo que conocí nada más llegar.

— ¡Miranda, contesta a la pregunta! — Grita la profesora y me obliga a salir de mis pensamientos. Miro a mi alrededor y veo que todos me observan. También logro ver a Mitzi con una sonrisa malvada.

— Lo siento... yo... — Empiezo a excusarse.

— Salga inmediatamente a la sala del director. — Vaya... parece que aquí se lo toman todo a pecho.

Recojo mis cosas porque sé que no me apetecerá volver a clase después de hablar con el director. Me encamino hacia la salida pero antes, miro a Toni. Últimamente no me está gustando su forma de actuar pero tampoco creo que haya hecho algo para merecerse que lo ignore. Tiene una cara de preocupación enorme. Puede que sea porque no me haya sentado en el sitio de siempre, es decir, a su lado. O porque no le he contestado ningún mensaje el domingo.

El domingo no me apetecía nada hablar con nadie. De no ser por la presencia de Thalía, ni siquiera me hubiera levantado de mi cama. No estaba en condiciones para hacerlo. Entre el dolor de cabeza, as cien llamada perdidas y los cincuenta mensajes de Toni, no podía seguir viviendo. Puede que haya exagerado un poco, pero no quería salir de mi burbuja. Creo que todos necesitamos un día así de vez en cuando.

La recepcionista me dice que el director está listo para mí llegada así que entro en su despacho. Ya no le tengo miedo. Antes le tenía un poco de miedo porque, al fin y al cabo, es el director. Pero ya no. Teniendo el hijo que tiene y sabiendo como se pone cuando algo que quiere no sale como lo planeado, se me ha quitado todo el miedo que una vez he podido tenerle.

— No me esperaba que alguna profesora te hiciese venir aquí... — Dice con una sonrisa en los labios.

— La gente no es lo que parece ser ¿verdad? — Le respondo desafiante.

— Oye... No sé qué es lo que ha pasado entre tú Will pero sé que lo podéis arreglar. — Me dice y instantáneamente me empiezo a enfadar. ¡¿Quién es él para decir si lo vamos a arreglar o no?!

— Con todo el respeto, no creo que lo que haya pasado entre Will y yo le incumba en lo absoluto. — Digo intentando no alterarme.

— Claro, Miranda. No me quiero meter pero pensé que es por eso por lo que estás tan distraída en clase. — Me responde poniéndose nervioso.

— Entonces... ¿Qué castigo me va a poner? — Pregunto deseando que se termine esta tortura de una vez por todas.

— ¿Castigo? No creo que eso sea necesario en tu cas...

— No. — Lo corto. — No quiero tener un trato especial. Póngame un castigo, por favor. — Digo decidida. No pienso dejar que me traten de una forma distinta por tener el padre que tengo. No quiero ser ese tipo de persona.

— ¿Me estás pidiendo que te dé un castigo? ¿Es en serio? — Pregunta incrédulo.

— Sí, efectivamente. — Contesto.

— Vale... lo que tú digas. — Empieza a teclear en su ordenador hasta que para y me mira fíjamente. Creo que no está seguro de hacer esto. — Sólo tengo un castigo que concuerda con tu horario de esta semana...

— ¿Y qué pasa? Démelo. No entiendo cual es el problema.

— ¿Te da igual qué castigo sea? — Me pregunta.

— Por algo se supone que es un castigo... Si yo lo pudiese elegir no sería un castigo. ¿No cree? — Pregunto poniéndome nerviosa. No sé porqué no quiere darme el maldito castigo y ya está. Estoy pidiendo un mísero castigo. ¿Es tanto pedir?

— Tienes razón... — Empieza a teclear de nuevo y segundos después, un papel se imprime en la impresora. No lo gro ver lo que dice hasta que me lo da. — Desde hoy tendrás que estar de ayudante del entrenador de fútbol.

— No...¡¿Entre todos los castigos tienes que darme el único que involucra a Will? — Pregunto con incredulidad. No puede ser, no puedo tener tan mala suerte en la vida. ¡¿Que he hecho para merecerme esto, universo?!

— Como ya te e dicho, es el único que concuerda con tu horario de esta semana. Es por eso que quería preguntártelo...

— Vale, ya no quiero un castigo. — Digo apresuradamente.

— Lo digas ya no cuenta. Como tu has dicho "por algo es un castigo". — Hace unas comillas con los dedos y por poco me lanzo a por él.

Salgo del despacho del director y veo lo que menos me apetecía ver. Un Will besando apasionadamente a Mitzi. Que asco. Pero para ser positivos, ya no me hace tanto año como antes, o al menos, de eso me intento convencer.

Esta semana será definitivamente la mejor semana de mi vida... Yuju... 

DESPREVENIDA *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora