Estoy cansada. Cansada de tener que levantarme a las 6:00 para ir al instituto. Cansada de tener que trabajar cada tarde para poder seguir adelante. Cansada de tener que decidir si estudiar o trabajar. Cansada de tener que dormir pocas horas por el echo de estar estudiando. Cansada de no tener amigos a los que acudir cuando me siento triste. Cansada de tener que lidiar con mis padres. Cansada de tener que cerrar la puerta con pestillo. Cansada de todo.
Lo único que me mantiene, de alguna manera, viva, es la esperanza de que todo esto mejore algún día. Tengo ganas de ver mundo. Ganas de salir y descubrir nuevas cosas. Ganas de ser una joven normal...
Ahora mismo estoy esperando a que terminen los últimos 5 minutos de clase pendientes para poder ir a trabajar. Me gusta ir al instituto pero todo se complica cuando es viernes y estás exhausta. Es viernes, por fin. Hoy podré dormir todo lo que me apetezca ya que el turno que tengo mañana es a la tarde.
Cuando suena el timbre, recojo mis cosas y me dirijo a la salida. Bajo las escaleras de dos en dos y saco las llaves de mi Mini One D. Me lo regaló mi padre hace unos años. Antes de que todo se fuera al garete... Antes de ser un alcohólico, mi padre, era dueño de una pequeña empresa. A decir verdad, no me faltaba nada. Pero, cuando vió que todo no salia tan bien como el deseaba, se refugió en el alcohol... Todo lo bueno termina, ¿verdad?
Arranco el motor y me pongo en marcha. Tengo exactamente 20 minutos para llegar y ponerme mi uniforme. Los viernes tengo el peor turno ya que no tengo tiempo de descansar. Llego al Hafad's caffe justo 5 minutos antes de mi turno. Entro a toda prisa y me encuentro a Hasun.
-Hola, Miranda- me regala una cálida sonrisa- ¿Que tal tu semana? Ya te han dado la nota del trabajo que hiciste la semana pasada? - dice, mientras ordena unos bollos.
-¡Hola! Si, La señorita Perez ya nos los ha entregado y... - Me mira con un destello de preocupación en los ojos- ¡He sacado un 9,6!
A Hasun se le ilumina la cara y me da un abrazo de modo de felicitación. El es como el padre que nunca he tenido. Hace tres años que trabajo para él, y siempre me ha cuidado. Al principio, me parecía extraña la manera en la que preocupaba pero luego me dí cuenta de que es así. Siempre me ha cuidado y me a ayudado en todo lo que ha podido. Ya está un poco mayor, pero sigue siendo un encanto. Lo veo como un abuelo y padre que nunca tuve. ¡Un abuedre!.
La tarde transcurre como lo habitual. A las 7 siempre vienen los jugadores de fútbol, acompañados de las animadoras. De vez en cuando veo como se ríen de mi pero ya me parece algo normal, de la rutina.
Me encuentro limpiando unos trastos cuando me percato de que unos hombres vestidos de negro están mirándome fijamente. Me acuerdo de que tengo que atenderles y me pongo en marcha. A decir verdad, me intimidan. Me parece que son nuevos por esta zona. Nunca los había visto antes.
- Hola - pongo mi mejor sonrisa- ¿que desean tomar?
- Yo quiero un café...- Me extraña que no especifique nada.
- Un café entonces...- Lo escribo en mi libreta- ¿Cómo quiere el café?
- Me da igual, el que menos te cueste preparar. - Se apresura a decir- Me gustará de todos modos.
- Vale... ¿Y usted? - Pregunto mirando al hombre situado a su lado izquierdo.
- Un... - Mira la barra - Un bollo, por favor.
- Vale, ahora se los traerá mi compañera - digo y anoto el pedido en mi libreta.
Me dirijo a la barra y le digo a Sandra, mi compañera, que les atienda. Miro la hora y me doy cuenta de que ya se ha terminado mi turno. Me voy a quitar el uniforme y a coger mis cosas. Una vez cambiada, me dirijo hacia la puerta para salir y saludo a Hasun y a Sandra antes de hacerlo. El invierno se hace notar en Manhattan ya que nada mas salir, se me eriza la piel del frío que hace.
Me apresuro hacia mi coche, pero unas manos me agarran. Me agarran de ambos brazos y me tiran con fuerza hacia una camioneta negra. Antes de siquiera pensar en gritar, una mano se posa en mi boca. Puedo distinguir los guantes negros y estoy casi segura que son los hombres de la cafetería.
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DESPREVENIDA *COMPLETA*
RomanceLa vida de Miranda da un giro de 180ºC. De tener que decidir entre su educación o trabajar para conseguir comida, a tener de todo y vivir en el barrio más pijo de Nueva York, hay una gran diferencia. Por ello, necesita adaptarse y para hacer eso, l...