CAP. 44

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CONFESIONES

— ¿A dónde has ido? —Me pregunta Miranda mientras entro en el coche.— He intentado salir pero las puertas no funcionan. Para ser un coche caro tiene una mierda de puertas. —No puedo evitar reír al oírla decir tonterías como esta, creo que me gusta la versión de Miranda borracha.

Ahora ya está vestida. Tiene puesta mi camiseta blanca y mi pantalón de deporte gris. Esa es una ventaja de tener siempre ropa en el coche, uno nunca sabe con lo que se puede encontrar.

— No funcionan porque las he cerrado, Miranda. —Intento decirlo con calma y no reírme por las tonterías que dice.

Parece que no me ha hecho caso porque al mirarla, me doy cuenta de que está muy pensativa. Arranco el coche y me dispongo a llevarla a casa.

— ¿A dónde vamos? —Pregunta aún pensativa.

— Te voy a llevar a tu casa. ¿Por qué lo preguntas?

— No puedo volver a casa a estas horas. Las cámaras de seguridad me captarán y me meteré en un lío por llegar a estas horas. —La miro de reojo y veo que me está mirando con intensidad. —Llévame a tu casa. Sé que cuando esté sobria me arrepentiré pero me da igual ahora mismo, lo único que quiero es dormir.

— ¿Quieres que te lleve a mi casa? ¿Y qué pasa si me meto yo en un lío por eso? —Intento jugar con ella para levantarle el ánimo porque parece un poco deprimida.

— Tus padres ya estarán acostumbrados a verte llevar chicas a casa. Seré una más... —No puedo evitar mirarla al oír eso. ¿Tan mal piensa de mí?

— Tampoco es que me lleve una chica distinta cada noche...

— No me mientas, ya me has mentido lo suficiente en nuestra corta pero intensa relación. —La miro de soslayo y veo como agacha la cabeza.

— ¿Quieres que te diga la verdad? Nunca he llevado a ninguna chica a mi casa para follármela y tampoco he dormido con nadie excepto tú. —Intento que note la sinceridad en mi voz pero sigue pareciéndome que no es suficiente.

— Eres tan distinto a lo que aparentas... eso es lo que me llamó la atención de ti.

Dejamos los sentimentalismos y por el resto del viaje hacia mi casa hablamos de cosas random. Mejor dicho, Miranda va soltando chorradas que me roban más de una carcajada en diferentes ocasiones. Me encanta ver que aun estando separados, sigamos teniendo la química de siempre.

Llegamos a mi casa y entramos juntos. Le pregunto haber si tiene hambre y me responde que sí. Entonces, nos dirigimos hacia la cocina. En la cocina, por desgracia, encontramos a Irati y al ver con quién estoy, se sorprende.

— ¡Hola! — Grita demasiado energética y abraza a Miranda.

— Hola... — Responde Miranda y Irati nota de inmediato que está borracha.

— Oh no... — Me mira y logro veo un atisbo de furia en sus ojos —¿No le habrás emborra...

— ¡¿Qué?! — La corto de inmediato—¿En serio me ves capaz de hacer algo así?— Pregunto un poco dolido por su cuestión.

— Es que... sé que ella no es así. O al menos, eso parecía. —La vuelve a mirar y parece que Miranda está sintiendo vergüenza, que se arrepiente de beber.

— No... es que las chicas me invitaron a algunos chupitos para hacer las paces y me di...

— ¿Qué chicas? — Pregunta mi hermana.

— Mitzi, Adrianne y... la otra, que no se como se llama. —Responde con sinceridad.

— Cómo no... ¡Hijas de puta! ¿Que coño tramarán ahora? —Me mira con disgusto.— Y pensar que te liabas con esa perra... que asco.

Irati empieza a hacerle distintas preguntas a Miranda mientras empiezo a preparar los sándwiches que aprendí ha hacer con Miranda. No sabía que algo tan barato y fácil que hacer pudiese saber tan bien hasta conocer esta cosa.

— Will... cómo te aproveches de ella te ju...

— Cállate, psicópata de mierda. —Le digo mientras subo con Miranda las escaleras hacia mi habitación.

Subimos varias escaleras porque me ha comentado Irati que lo averiaron mi padre y sus colegas narcos borrachos. Ha dicho que ha sido tan mierdoso como siempre y que por eso no la había visto por ahí, porque se estaba escondiendo en un rincón.

— Me gusta mucho tu casa. Es grande. —Comenta Miranda y yo me río de lo irónico de la situación.

— La tuya es cuatro veces más grande.

— Lo sé pero siempre está tan vacía, sin vida... No sé, la tuya parece más... habitable.

Seguimos caminando hasta llegar a mi habitación. Entro y enciendo la luz. Me dirijo hacia el armario y saco un pijama para Miranda. Se lo entrego y antes de darme cuenta, ya se está cambiando delante de mí.

— ¿No te importa que mire? —Pregunto mientras me tumbo en la cama. Creo que voy a dormir con el uniforme porque me da mucha pereza volver a levantarme.

— No es nada que no hayas visto antes. —Eso no me lo esperaba. Se me escapa una risilla al notar que lo dice con naturalidad.

Nos tumbamos y por un momento me relajo al sentir que se mueve para que nos juntamos más. Apago las luces y me dispongo a dormir.

— ¿Will? —Pregunta.

— ¿Qué?

— Yo también te quiero. —Responde y me quedo anonadado. Antes de poder decirle nada, noto como su respiración se relaja y concluyo que está dormida. 

DESPREVENIDA *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora