CAP. 30

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DESCUIDOS

Me despierto más feliz de lo normal. Puede que sea debido al dios griego que me abraza por detrás. Me levanto con cuidado y sonrío al oír un gruñido por su parte.

— Te despiertas una hora y media antes de entrar... Con quince minutos basta.

Le tiro una almohada a la cara y la esquiva. Eso es tener reflejos. Me agarra de las manos y hace que me caiga encima de él de vuelta en la cama.

— Quédate conmigo un ratito más —Susurra y no puedo reprimir la sonrisa boba que se me dibuja en la cara.

Cuando ya solamente quedan 45 minutos, decido levantarme a pesar de las quejar por parte de Will. Parece que no se va a levantar en un rato. Me meto al baño y no salgo sin antes ducharme, limpiarme los dientes, ponerme el atuendo y maquillarme un poco.

Salgo y veo a un Will medio desnudo sentado en mi cama. Dios... Si tuviésemos tiempo para hacer lo que se me está ocurriendo ahora mismo...

Se levanta y se acerca a mí. Nos fundimos en un abrazo que vale más de mil palabras. Siempre me había reído de las parejas ñoñas pero lo nuestro es otro nivel... algo más espiritual. Es como si pudiéramos comunicarnos sin hablar. No lo sé, me transmite mucha tranquilidad.

Me dice que se tiene que duchar y me pregunta si quiero ducharme de nuevo pero yo, a pesar de lo tentador que suena, le digo que ya estoy lista. Se mete de mala gana la ducha y cuando escucho el agua, decido salir de la habitación para buscar algo de comida.

Al entrar a la cocina, me encuentro a mi padre sentado tomándose un café. ¡Mierda! Me había acostumbrado tanto de que no estuviera en casa que se me había olvidado que vivíamos juntos.

— Buenos días. —Dice con una sonrisa genuina.

— Buenos días... —Digo un poco insegura.

Cuando me dispongo a subir para decirle a Will que tendrá que salir desde la ventana, un Will despeinado y con la ropa de ayer, se adentra en la cocina sin ver a Jack. Cuando se da cuenta de que Jack lo está mirando como si quisiera matarlo, se le cambia el color.

— Buenos días señor Monteblanco. —Le dice intentando sonar seguro y estrechándole la mano.

— ¿Me puedes explicar por qué un chico acaba de bajar de la habitación de mi hija a primera hora de la mañana?

— Eh... est.... estábamos... —Me quedo en blanco. ¡Qué vergüenza!

— Estudiando —Termina diciendo Will.

Jack nos mira con una leve sonrisa en la cara. Parece que hacernos pasar vergüenza le es increíblemente divertido.

— Claro, ¿cómo se podría estudiar la anatomía humana si no es en una cama a oscuras? —Pregunta levantando una ceja y me quiero morir. Tierra, por favor trágame.— Bueno... creo que tampoco he hablado sobre las normas de esta casa contigo Miranda así que esta vez lo dejaré pasar. Pero por ahora ve mentalizándote de que si estas con algún chico en esta casa, que sea con las puertas abiertas y con mi consentimientos. ¿Está claro chiquilla?

— Si. —Digo demasiado rápido.

Entonces, cómo se me ha cerrado el apetito, salgo de la puerta y Will me sigue. Nos montamos en mi coche en silencio y ni siquiera me planteo hablar sobre el tema cuando empiezo a oír carcajadas de su parte.

— Cállate, Will. Ha sido un bochorno...

— ¡Joder, y tanto! Madre mía, la cara que tenías era para partirse el culo.

Y sigue riéndose de mí hasta que llegamos a su casa para que coja su uniforme. Yo me quedo en el coche esperando pero me dice que lo espere en el suyo ya que por su "caballerosidad" quiere llevarme él a clase y no al revés.

Espero unos minutos hasta que aparece y se monta en el coche. Le queda genial el uniforme, parece sacado de una revista para adolescentes.

Vamos a clase más rápido de lo recomendado y cuando por fin aparcamos, doy las gracias al diablo por haberme salvado de morir en un accidente con Will. No deja que me baje hasta que me abre la puerta. Entonces, agarra mi mano y salimos así. No puedo ignorar todas las miradas de la gente de nuestro alrededor. Me siento famosa. Los susurros aumentan cuando Will me besa de la nada, creo que para marcar territorio por qué justo nos encontramos delante de los chicos que siempre me sonreían y saludaban.

Nos adentramos y lo que menos me espero está delante mío. Nos paramos en seco y nos miramos el uno al otro. Nuestras sonrisas se han borrado, parece que nunca han estado ahí. No me lo puedo creer. Estamos en problemas.

Delante nuestro está Talía. Sí, a la que secuestraron para darle una lección a su padre. Y lo peor, es que dos policías la acompañan. Nos mira de arriba abajo para luego decir algo señalándonos.

Los policías se acercan a nosotros y yo, inconscientemente, me pego más a Will. Entonces, él me susurra:

— No te preocupes, lo tengo todo controlado. 


...............


DESPREVENIDA *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora