CAP. 48

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— Para... — Dice Miranda cortando nuestro beso. — No podemos seguir con esto. No es sano... — Sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas.

— Lo sé... Es que no soporto ver que me odias de esta manera. — Confieso sin poder guardármelo dentro por más tiempo.

— Yo no te odio, Will. Es solo que quiero empezar de nuevo sin ti. Quiero que seas feliz y se que nosotros no somos compatibles.

— ¡Deja de decir eso de una vez! — Grito fuera de mí.

Me mira y una lagrima cae por su rostro. Intento secarla pero me aparta la mano de un guantazo.

— Will... Tienes que dejarme ir de una vez. Tienes novia y tendrías que respetarla.

Tiene toda la razón. No estoy diciendo que tengo que respetar a la putizorra de Mitzi pero si que tengo que alejarme de Miranda. No hay ningún futuro para nosotros pero lo peor de todo es que me sigue importando. Me ha hecho cambiar. Ahora me importa lo que los demás sientan, un poco. Ahora intento pensar dos veces las cosas antes de llevarlas a cabo... Puede que sea porque esté madurando pero esa chica ha tenido impacto en mí.

— Tienes razón... Siento mucho todo lo que te he hecho pasar. —Si estuviera bebido me habría puesto a llorar ahora mismo. — Lo mejor que puedo hacer es despedirme de ti. De una vez por todas.

Empiezo a encaminarme hacia la discoteca para buscar a Derek y largarme de aquí de una vez por todas. Cuando me llamó Derek diciendo que la había visto, no me lo podía creer. En un principio venía a sacarla de esa local de mala muerte. No está nada mal en lo que a aspecto se refiere porque al fin y al cabo, es mío. Pero la gente suele consumir cosas más fuertes que el alcohol allí dentro.

Aún recuerdo el día en el que me lo regaló mi padre. Hace cinco años de eso pero nunca lo fuí a ver hasta hace un año. Lo único que me importa es el dinero que gano con él. Es, básicamente, mi única fuente de ingresos. Esa fue la razón por la que mi padre me lo regaló. Se supone que quería que hiciese dinero por mi cuenta, trabajando. Pero la realidad es que no me muevo ni un dedo para mantenerlo. Derek se ocupa de muchas cosas y también contraté a gente para todo.

Entro en la discoteca y subo a la zona VIP para poder buscar a Derek. Ahí veo a un Marco borracho bailando con una chica rubia. Siento como la furia se hace con el control de mis emociones y me dirijo hacia el con un paso decidido.

— ¡Tú! — Le grito y se gira para mirarme. — ¿Cómo se te ha ocurrido traer a Miranda a un lugar como este? ¡¿Acaso tu puto sueldo de matón no te permitía llevarla a otro lugar?!

— Tio... — Empieza ha acercarse a mí tambaleante. — Ella quería venir aquí y no podía decirle que no porque está buena y ya sabes... — Suelta una risotada y entonces me doy cuenta de que está más borracho de lo que parecía. Eso hace que me enfade aún más.

— Hijo de puta... — No me doy cuenta de cuando he empezado a pegarle de puños.

Vuelvo a ser consciente de lo que pasa a mi alrededor cuando alguien me agarra del brazo y me tira. Miro para ver de quién se trata y veo que Derek es el que me está agarrando.

— Eh... tío. — Me mira y empieza a hacer ejercicios de respiración para que lo siga. Intento hacerlo pero antes de poder hacer nada, veo como Miranda se acerca hacia mí.

— ¡Serás gilipollas! — Me grita y empieza a darme puños que ni siquiera siento. — ¡¿Por qué coño tienes que pegarle?! ¡Animal!

— ¡Salid todos! — Grito y miro a los trabajadores que asienten con caras de haber visto un fantasma. Miranda ni siquiera se percata de que la gente empieza a salir de la discoteca.

— Tío... ¿En serio quieres que te deje solo? — Me pregunta Derek preocupado.

— Sí... Necesito que me dejes solo... con ella. — Suspiro derrotado. — Lleva a Thalía y a ese engendro a casa. — Lo miro y él asiente.

— Vale tío... cuídate. — Y se larga.

Vuelvo a mirar a Miranda y me doy cuenta de que ya no me está pegando. Ahora está haciendo algo peor, está mirándome como si fuera un monstruo. No me doy cuenta de lo fuertes que son mis sentimientos hacia ella hasta que una lágrima empieza a caer por su rostro. Eso me hace sentir como el gilipollas más grande del mundo.

— Miranda... yo...

— No. Déjalo. Deja de engañarme así. Eres la persona más maléfica que he conocido en mi vida. ¿Por qué tienes que estropear cada momento de felicidad que tengo? ¿Por qué? ¡¿Que te he hecho?! — Empieza a sollozar y aunque me intenta apartar, la abrazo. La abrazo para que sienta que la quiero. Para que sienta que aunque lo nuestro haya terminado, nunca la dejaré de querer.

Intento no ponerme a llorar yo también pero mis fuerzas desvaneces. Verla así me mata. Hace que me sienta la peor persona del mundo. Por eso es por lo que voy a intentar dejarla. Tengo que dejar que viva su vida sin preocuparse porque yo le fastidie los momentos. Tengo que dejarle espacio porque cuando ella sea feliz, yo también lo seré.

— Venga... te llevo a casa. — Me mira indecisa y con los ojos hinchados de tanto llorar. — Marco no está en condiciones para hacerlo...

— Gilipollas... — Susurra y se encamina hacia la salida.

No intercambiamos ni una palabra en el camino hacia su casa. Pongo el freno y ella sale del coche.

— En el fondo se que eres bueno, tienes un corazón bueno. — Confiesa y se va.

— Te quiero, Miranda. — Susurro para mí mismo y me voy sabiendo que será la última vez que nos hablemos.  

DESPREVENIDA *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora