CAP. 45

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VERDADES QUE DESTROZAN

Pov. Miranda:

Intento levantarme pero un peso en el abdomen me lo impide. No sé ni qué día es ni dónde estoy. Lo último que recuerdo de la noche anterior es a Mitzi invitándome a un trago y disculpándose. Aun no me fío de ella pero tampoco le podía negar la disculpa ya que parecía genuina.

Pasan unos segundos hasta que empiezo a razonar. No recuerdo nada de la noche anterior y estoy en la cama con lo que supongo que esa una persona. Eso me indica que probablemente esté en problemas... ¡Mierda!

Intento abrir los ojos y moverme pero un dolor agudo en la cabeza me lo impide. Madre mía... ¡¿Qué coño me pasa?! A pesar del dolor, abro los ojos para ver quién me acompaña y ahí está. Es Will... ¡Mierda! Entre todas las personas con las que podía acabar, acabo con él. ¿Enserio, universo?

No me fío mucho de él pero no creo que haya hecho nada al estar yo en el estado en el que estaba. Ahora que lo menciono... ¿Qué habré hecho? No me habré dejado en ridículo... ¿no?. Dios, tengo que saberlo. No me puedo quedar con la intriga.

— Ya estás despierta, por lo que veo... —Dice Will mirándome.— Te he puesto una aspirina y un vaso de agua encima de la mesilla. Tómatelo, te sentirás mejor. —Me señala la mesilla y vuelve a acomodarse en mi vientre. No digo que no sea agradable pero... es raro. No creo que tengamos que estar así teniendo en cuenta la química que hay entre nosotros dos. Pero bueno... lo voy a dejar pasar por esta vez, no estoy con fuerzas como para discutirle algo.

— Me vas a contar lo que pasó anoche... No habremos... ya sabes. —Lo miro con intriga y noto como reprime una sonrisa.

— No... vamos, solo ha pasado lo normal... —Me observa con picardía.

— ¿Que ha pasado lo normal? Explícamelo, por favor. —Ya me estoy poniendo nerviosa. ¿Y si se ha aprovechado de mí? Seguro que lo disfruté pero... me gustaría recordarlo, no sé.

— Ya sabes... dos adolescentes, chico y chica, en una casa va...

— Ya basta. Estoy bien sin detalles...

— Es broma, Miranda... ¿Cómo me podría aprovechar de ti? —Comenta y por fin me puedo tranquilizar un poco más. Teniendo en cuenta que por fin se ha cansado de insistir en lo nuestro, si algo así hubiese pasado entre los dos... complicaría las cosas.

— Entonces dime... ¿Cómo he acabado aquí? Se suponía que tú no estabas en la fiesta.

— Y así fue. Estaba yo tranquilamente durmiendo hasta que me llamaste y empezaste a decir cosas sin sentido...

— ¿Que cosas dije? —Eso es lo peor de estar muy ida, que no te acuerdas de nada. Y si dijiste algo que no querías que alguien supiera, tampoco lo recuerdas y por lo tanto, no puedes negarlo o echarle la culpa al alcohol.

— Eso no es importante.

— Vale... sigue.

— Entonces, oí a Mitzi decir algo a tus espalda y deduje que estabas en la fiesta.— Noto como se tensa un poco. —Entonces, decidí ir a por ti porque sabía que estabas mal. ¿Por qué si no me llamarías a mí?

— Buena deducción. —Cojo el vaso de agua y le doy un trago tras meterle las pastillas en la boca. Miro mi vestimenta y veo que esta no es mi ropa... es la de Will.— Y... ¿Cómo es que he acabado con tu ropa?

— Ah, se me olvidaba un detalle pequeñito, hiciste un striptis en la fiesta.

— ¡¿Que hice qué?! —No me lo puedo creer... que vergüenza. ¿Cómo he podido hacer algo así?

— Sí... y lo ha visto todo el instituto.

— Me voy a cambiar de instituto... lo tengo decidido.

— Claro que sí... —Por fin se levanta y por un segundo hecho de menos el calor que emanaba.— ¿Qué quieres desayunar?

— Una hamburguesa. —Digo sin siquiera pensarlo. Quiero ahogarme en comida.— Voy a comer hasta morir. — Él se empieza a carcajear y coge un teléfono que está situado en la mesilla.

— Quiero dos hamburguesas con patatas y dos zumos de naranja. —Cuelga y me mira.— Que sana eres.

— Lo sé.

Se mete a bañar y yo me quedo observando su habitación. Si alguien lo conociera un poco, pensaría que estaría desordenada y que sería negra o algo así. Para mi sorpresa, no es nada así. Es blanca y tiene algún que otro detalle en gris. Algo que me llama la atención es la cantidad de libros que hay. ¿Será que le gusta leer? No lo creo... seguro que ni siquiera tiene tiempo para eso.

Unos treinta minutos más tarde viene nuestra comida y nos la comemos juntos. Estas hamburguesas están de muerte. Tengo que conseguir el número de este chef que las ha preparado.

Tras un rato, ya me siento mucho mejor. Ya le e hechado el ojo a los libros de Will y me ha dicho que su madre se los había regalado. Al notar que se estaba tensando en hambiente, decidí no volver a preguntarle nada sobre su madre, aun teniendo unas ganas inmensas de saberlo todo. AHora parecemos más amigos. La química sigue estando ahí pero la sabemos ignorar y disfrutamos nuestra compañía.

Cuando ya es hora de irme, Will se ofrece a llevarme pero le digo que he llamado a Marco. No puedo permitirme ser tal incordio para él, no después de todo lo que ha hecho por mí. De no ser por él, no sé cómo habría acabado mi noche.

— Oye... —Le empiezo a decir ante de abrir la puerta principal.— Gracias por lo que has hecho por mí. No tenías porqué hacerlo y me has tratado muy bien.

— De nada. Estoy a su disposición, Miranda. —Me responde con una reverencia. Le sonrío y abro la puerta. Me desconcierta la persona que estaba por llamar al timbre.

— ¡Hola! —Me grita Mitzi abrazándome con entusiasmo, algo que me parece un poco exagerado.

Mira a Will y se lanza a besarlo. ¿Que coño...? Pensé que lo habían dejado antes de él estar conmigo. Me quedo anonadada viendo la escena pero me obligo a no sentir nada.

— Ah... espera. —Me mira con una sonrisa de oreja a oreja.— ¿No te lo ha contado verdad? — Will parece muy incomodo.— Cuéntaselo cariño, es tu amiga, tiene que saberlo.

— Amm... sí. Yo... Nosotros... somos novios. —Me quedo paralizada. Ha jugado conmigo... Se suponía que él no salía con nadie, que yo era... especial. Dios... lo peor de todo es que me lo he creído como una tonta. No dejo que las ganas de echarme a llorar me impidan sonreír.

— Me alegro mucho por vosotros. —Lo miro fijamente mientras continúo.— estáis echos el uno para el otro.

Me largo de ahí dejando a la parejita feliz intercambiando babas. Lo triste de la situación es que yo me he reído cada palabra que me a dicho, patético por mi parte. 

DESPREVENIDA *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora