CAP. 50

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LA VUELTA

Pov. Will:

— El entrenador nos va a matar de tantos entrenamientos...—susurra Aron a mi lado mientras me abrocho los cordones de los zapatos.

— Si fuéramos tan buenos como podríamos llegar a ser, no tendría porqué. —Le contesto.

Antes me vino a pedir perdón por lo que pasó en la fiesta. Yo, tragándome el orgullo, le dije que no tenía que disculparse, que el que hizo mal fuí yo. Se sorprendió al oír una disculpa por mi parte pero no me importa en lo absoluto. Lo que me importa es que estoy haciendo el esfuerzo en ser mejor persona de lo que antes era. Si soy sincero, poco a poco me estoy empezando a sentir mejor de lo que hacía antes.

También me he dado cuenta de que ahora pienso más en mi madre. Antes también lo hacía pero de otra manera. Ahora ya no la odio como antes. Cuando me vienen a la cabeza todos los momentos buenos que vivimos, no dejo que el dolor de su marcha haga que intente olvidarlos por medio de alcohol o otras substancias ilegales.

— ¡Chicos! Desde hoy tendremos una nueva intengrante en el grupo. — Dice el entrendor y todos lo miramos con incredulidad.

— ¿Una chica? — Pregunta Aron.

— Sí, pero como podréis deducir, no jugará con vosotros. —Oigo algunos suspiros de los chicos al oír que no tendrán que jugar con una chica.

— Será mi ayudante así que tendréis el doble de presión. ¡Que emoción! —Me mira.— Que empiece vuestro sufrimiento... ¡Al campo! ¡Ya!

El entrenador me dice que me ponga el primero y que empecemos a trotar hasta el terreno de juego. Voy saliendo y al llegar al campo, la veo. Ahí está. Con ropa de deporte que le queda de muerte. Me quedo embobado hasta que Aron me da un codazo para que siga trotando.

Sigo trotando pero no dejo de mirarla. ¿Qué hace aquí? Seguro que ha venido a verme... Le regalo una sonrisa y ella pone los ojos en blanco. Me encanta.

— Esta es Miranda y será mi ayudante por esta semana o más, depende de cómo la vea... —Empieza a decir el entrenador mientras nos agrupamos.

— ¡No! — Lo corta Miranda. —Es solo por esta semana.

— Bueno... si veo que no haces tu trabajo bien convenceré al director para que te ponga otras semanitas más.

Ella rueda los ojos y se muerde el labio seguramente porque querría decir algo al respecto. No puedo ignorar el hecho de que vaya a entrenarme por toda una semana. Parece que cada vez que quiero poner algún obstáculo entre nosotros, nos unimos aún más.

Durante el entrenamiento me doy cuenta de que Miranda no quiere estar aquí ni en sueños. Supongo que por eso le está poniendo tantas ganas. Es dura, muy dura. Casi me atrevería a decir que los es más que el entrenador. Pero no solo nos mete prisa y nos insulta de vez en cuando, intenta motivarnos con ello.

Terminamos el entrenamiento casi muertos. No ha habido otro entrenamiento en el que me había puesto así. Todos los chicos están exhaustos. Antes de entrar a cambiarme decido mirar una última vez la belleza que una vez tuve. Entonces, la veo hablando con alguien. No solo está hablando con alguien si no que está riendo y coqueteando con alguien. Sé que no tengo que ser así y que ella puede hacer lo que quiera pero me sigue doliendo verla con otro.

Miro al chico y veo a un Aron sonriente. Lo peor de todo es que parece que se lo están pasando bien. Me hierve la sangre pero sé que esto tenía que pasar tarde o temprano asique me trago el orgullo y las ganas de ir a darle un puñetazo y me meto rápidamente al vestuario.

— ¡Bien hecho chicos! —Les grito al entrar.

Tras salir de ahí, me dirigo hacia el aparcamiento y me monto en mi coche. No se cuanto tiempo pasa hasta llegar a mí casa pero noto algo raro. Ningún coche está aparcado delante de la casa. En otras circunstancias no se me haría raro pero sé que a esta hora mi padre y mi hermana ya están aquí y que casi nunca aparcan en el garaje.

Hace mucho que no veo esto así. Mi madre les obligaba a todos a meterlos en el garaje porque le encantaba ver que todo está ordenado y limpio. Intento no sonreír al recordar todas las risas que me echaba con mi hermana al ver cómo se excusaba mi padre por dejarlo siempre donde no debía.

Entro en casa y noto un ambiente tenso. Desde la entrada veo que mi hermana está en la sala y al oír el ruido de la puerta delantera, me mira con preocupación. Algo grave tiene que haber pasado por que mi hermana nunca se preocupa por nada.

Voy con cautela hacia el salón. Al entrar, mi madrastra y mi padre me sonríen de una manera muy rara. Parece que están nerviosos o algo... que raro. No sé porqué se están comportando tan raro...

— Hola hijo... —Dice alguien. Pero no es mi padre. Miro hacia una esquina y la veo ahí. Parece que no han pasado ni dos horas desde que la ví por última vez. No me lo puedo creer. Es mi madre.

— ¿Qué haces aquí? —Pregunto anonadado.

— He venido a veros... —Se intenta acercar a mí pero yo me voy para atrás.— Oye... sé que será difícil para vosotros pero... quiero teneros en mi vida.

— ¿¡Ahora!? ¡¿Cuando por fin he empezado a mejorar?! ¡¿Cuando por fin he empezado a perdonarte?! ¡No! —Mi corazón va a mil.

Necesito respirar aire fresco. Creo que no puedo respirar. Salgo con paso decidido de la casa y me meto en mi coche sin saber a dónde ir. Empiezo a conducir y el primer nombre que se me viene a la cabeza es el de Miranda. Pero sé que no puedo seguir haciéndole lo que le hago asi que sigo conduciendo hasta llegar a la casa de Derek. Lo sé, patético. 

DESPREVENIDA *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora