XXI

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Kara

Pasé la tarde descansando en mi apartamento, no me llamaron de la DEO para detener algún robo, para incendió o algo relacionado con alienígenas rebeldes, absolutamente nada, cosa que me hizo bien tomar una siesta, todo ese malestar que tenía pasaron. Pero aún así sentía que algo no iba bien conmigo aunque mi hermana me dijo que todo estaba bien, bueno eso fue lo que dijo ¿será verdad? ¿o las pruebas salieron mal?

Dejé mis pensamientos de lado, giré en mi cama buscando mi teléfono. Cuanto quería hablar con... con Lexa.

KARA: ¿Cómo va el trabajo?

LEXA: Ni te imaginas como me tienen en la sección de deporte... Cómo me gustaría estar trabajando como tú paseando por la ciudad.

KARA: En una de esas me puedes acompañar cuando tenga que hacer alguna entrevista para que veas que mi mundo no es tan fácil.

LEXA: Lo tendré en consideración.

LEXA: A todo esto ¿cómo te has sentido hoy? Después de lo de anoche...

KARA: No te mentiré... me sentía un poco mal en la mañana, pero ahora me siento mejor. Lo malo ya pasó.

O eso creía yo, después de todo esa siesta pudo recargar algo de la energía que me faltaba.

LEXA: Anda a tu puerta...

¿Qué?

KARA: ¿Qué clase de truco estás haciendo?

LEXA: Sólo estoy utilizando de mi magia, pero no resultará si no vas a ver que hay fuera.

Con una sonrisa me levanté, pensé utilizar mi visión de rayos x, pero preferí que sea una sorpresa.

Me coloqué los lentes como de costumbre y con emoción fui hasta la puerta, la abrí y ahí estaba ella con una sonrisa de oreja a oreja con una caja de donas en sus manos.

— Sorpresa.— me dice dándome un beso en la mejilla para luego pasar adentro. 

— ¿No estabas en el trabajo?— dije recordando el primer mensaje que me mandó.

— Mentí.— se sentó en uno de los taburetes de la cocina abriendo la caja dejando escapar ese rico aroma.— Quería sorprenderte.

Con una risa silenciosa fuí a sentarme al lado de ella, disfrutar de esas deliciosas donas y de la compañía.

Mientras estábamos comiendo, Lexa me contaba de su día, algunas cosas de su familia, además que me contó que practicaba artes marciales, que tiene cinturón negro. Entre conversa y conversa, el tiempo pasó volando, se hizo tarde y el transporte público ya no estaba pasando por estos lados.

— Rayos, tendré que pedir un uber para llegar a casa.— dijo Lexa mirando la hora que era.

— Si quieres te puedes quedar esta noche.— le dije casi en voz baja.

— No quiero ser una molestia, Kara. Ya me quedé la noche anterior, no quiero parecer que estoy abusando de tí.

— A mí no me molesta que te quedes, me molesta lo peligroso que debe ser que vayas sola a tu casa a esta hora. Así que te quedaras esta noche aquí.— caminé a mi dormitorio para ir al cómoda sacando un pijama, al volver donde estaba Lexa sentada se lo lancé cayendo en su cabeza.— Ahí tienes un pijama para esta noche.— escucho como se ríe por debajo del pijama quitándoselo del rostro.

— Eres la mejor.— se levantó caminando a mí, me tomó de mi camisa y con su fuerza me llevó hacia ella dándonos un beso.

Mientras nos estábamos besando me empujaba camino a la habitación, yo lo permitía, al llegar escucho que se saca la chaqueta que llevaba puesta y que luego me empuja a la cama cayendo encima mío. 

Nada es lo que parece [SuperCorp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora