XXII

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Lena

Me quedé acostada apoyada de mi lado derecho del cuerpo mirando a la ventana. Sólo estuve mirando esa vista que da a la ciudad, pensando en cómo hubiera sido todo si no fuera tan estúpida.

Escuché a la enfermera entrar para dejar la bandeja de almuerzo sobre la mesa que estaba cerca de mi cama, ni me inmute a darme vuelta.

— Señorita Luthor, aquí tiene su almuerzo.

— Gracias.— respondí aún sin mirarla.

Escuchaba sus pasos al salir y cerrar la puerta de la habitación.

Cerré mis ojos, respiré profundo y contuve la respiración con la estúpida esperanza de volver el tiempo atrás. Cosas locas que pienso.

No iba a comer, no tenía hambre, no quería moverme, no quería hacer nada. En estos momentos lo que más quería era desaparecer, o por lo menos nisiquiera haber nacido. ¿Alguno ha visto la película "Efecto Mariposa"? Pues uno de los finales que tiene esa película es que vuelve al pasado, cuando era solo un bebé en el vientre de su madre, con el cordón umbilical se afixia y así que en el presente, la gente que estaba cerca de él, no sufrieran. Eso quiero ahora mismo, tener mi propio efecto mariposa.

En unas horas llegó Sam com Ruby, al parecer vieron la bandeja de comida intacta, ya que Sam me regañó.

— Lena tienes que comer.— decía con un tono medio enfadado.

— No tengo hambre.— seguía mirando hacia la ventana, viendo como el tiempo pasaba.

— ¿Pasó algo?

— Nada.— dije casi inaudible aguantando las ganas de llorar.

Ruby se acercó a mí para darme de su mano, al sentirla ahí me giré y la miré, me dio una sonrisa.

— Vas a estar bien.— me dijo inocentemente.

— Eso espero.— le contesté tocando su rostro.

Se quedaron un rato conmigo, Ruby me contó como le iba en la escuela, que iba a tener una presentación de canto, que incluso me invitó para asistir.

Luego llegó la Dra. Torres para ver que todo fuera bien, la infección realmente estaba mejorando. Sam y Ruby se retiraron para ir a casa, tenían varias cosas que hacer aún.

— Que buena compañía tienes, Lena.— me decía la doctora para iniciar una conversación.

— La única que tengo.

— ¿Y Kara?— la miré confundida.— Me enteré que vino a verte.— me decía con ese tono que hablan entre chicas de chismes, rumores, etc.

— Sólo vino a dejarme en claro que no la vuelva a ver nunca más.

— Oh. Lo siento...

— No te preocupes... ¿A todo esto como vas tu con tu chica?— mientras seguía limpiando de la herida sonrió de oreja a oreja.

— En unos días parto a Seattle para ir a verla.

— Cuéntame como va con tu plan.— terminó de revisarme, se sacó los guantes. De su bata sacó una pequeña libreta con un lápiz anotando algo.

— Aquí tienes mi número.— miré el papel leyendo el número de teléfono.

— En cuánto tenga mi teléfono te mando un mensaje para que me agregues.

— ¿Y el que tienes ahí? — dijo señalando mi celular que estaba sobre el velador al lado mío.

— Voy a cambiarlo...

Nada es lo que parece [SuperCorp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora