13.

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Me quedé congelada. No sabía que decirle a Jason, pero no iba a contarle la verdad ni a él ni a nadie.

No sé si está en mi mente en este momento, pero por si acaso no pensaré en nada para evitar cualquier cosa (principalmente para evitar que me siga él o le diga a Tobby).


— ¿Ya sabes a lo que vengo? – preguntó ignorando por completo su comentario anterior y pidiendo mucho que no lo vuelva a recalcar.

— Algo así... ¿qué es lo que quieres saber primeramente?

— Lo primero que quiero saber no tiene que ver conmigo: ¿el bosque es peligroso de noche?

— No, da miedo porque es muy tenebroso y silencioso, pero nunca hay un alma ahí.

— Bien... ¿hay animales?

— Muchos conejos y animales silvestres, no hay serpientes ni nada por el estilo.

— Bueno...

— ¿En qué momento me preguntaras sobre ti?


La pregunta que me hace Jason me deja callada. No sé ni siquiera que preguntarle sobre mí porque no tengo ni idea de qué quiero saber. Estoy muy confundida conmigo y mis los recuerdos que tengo en mi cabeza no me ayudan, solo hacen que me confunda cada vez más.

Tratando de formular una pregunta comienza a dolerme la cabeza y tomo un banco de la mesa y me siento apoyando mi cabeza en la mesa de trabajo de Jason. ¿Por qué me duele tanto cada vez que intento recordar algo?


— ¿Qué tanto te duele? – me pregunta Jason quitando mi mochila de mi hombro y dejándola sobre la mesa.

— Mucho... a veces siento que me están pateando la cabeza.

— ... Stevie, créeme que odio verte aquí. – La confesión de Jason me impresiona ya que siempre está tratando de mantenerme aquí. – Quiero que te vayas, pero... algo no me deja.

— ¿Algo? – No estaba entiendo nada y el dolor de cabeza seguía persistente en mí.

— Yo... camina conmigo.


Jason se levantó de golpe de la mesa de trabajo y camino a paso rápido a una puerta morada que estaba al lado de unos muebles infantiles. Yo iba caminando pero me tropezaba y golpeaba con algunas mesas. Alcance a Jason, que ya estaba del otro lado de la puerta morada; abrí la puerta y entre en la que creo que es la habitación de Jason... el primer lugar que conocí en la casa.

Me tomo del brazo y me halo sin brusquedad para sentarme en su cama.


— Mira, Stevie... tú tienes que quedarte aquí por un tiempo.

— ... ¿Por qué? No... no logro entender porque. Odio estar aquí, me siento intimidada todo el tiempo... sobre todo cuando estoy cerca de Laughing Jack.

— Solo créeme. ¿Por qué no confiarías en mí? Yo te ayude con tus heridas, ¿recuerdas?

— Fuiste el primero que conocí...

— ...Eso no es del todo cierto, pero sí, se podría decir que soy el primero que conociste.

— ¿Por qué no puedo salir?

— Porque te mataran, ya te lo había dicho.

— ¿Quién va a matarme? ¿Los de aquí? Yo no trato mal a ninguno como para que quieran matarme.

— Sabes bien que a ellos no les importa matar a nadie... me incluyo ahí porque a mí tampoco me importaría.

— ... ¿Tú eres el que me quiere matar? – pregunto asustada mientras me aparto un poco de Jason por miedo a que responderá.

— No... yo no lo haré. – Su mirada esta seria pero noto como siente pena.

— ¿Por qué sientes pena por mí?

— No salgas de la casa nunca, no sola. Te pueden matar y esa vez puede que no te ayude.

— ... ¿Me estas chantajeando para qué no salga de la casa?

— Estoy tratando de protegerte.

— ¡¿Pero protegerme de qué?! ¡Me estas volviendo loca y no respondes ninguna pregunta!

— Stevie, no me hagas molestar y deja de gritarme – me pide serio y antipático.

— ¡Me largo!


Tomo mi mochila y salgo trotando del cuarto de Jason. Antes de llegar a la puerta del taller, esta se cierra bruscamente. Me quedo quieta y helada.

Hice enojar a Jason... hice enojar a Jason.

Siento como me toma de los hombros y me hace girar para verlo. Sus ojos están verdes y sus manos negras. Está enfadado... me va a matar.

Abre la boca para decirme algo... pero al final no dice nada. Me suelta y me da un pequeño empujón, se pasa las manos por su cara repetidas veces tratando de calmarse. Unos segundos después voltea a verme con la mirada más calmada. Se acerca lentamente hacia mí y me señala con su dedo que aun esta negro.


— Yo no te voy a matar, Stevie, no lo haré yo, sería un total desperdicio de tiempo. Pero no me hables así, me altero rápido y no soy dueño de mis impulsos cuando estoy enfadado. – Habla mientras camina en círculos y me ve.

— ... ¿Por qué no me respondiste nada de lo que te pregunte? – Mi tono de voz me asombra. Es demandante y nunca había hablado así aquí.

— Te respondí lo que debes saber... y ya, eso es más que suficiente.

— No me aclaraste nada. Ahora tengo muchas más dudas que antes... eres el único que puede saber algo más de mí.

— ¿Por qué no dejas de insistir de una buena vez?

— Porque quiero saber que hago aquí, porque no puedo irme... ¿es por ustedes? No le daré su dirección a nadie, lo prometo.

— Steeven, ¡ya cállate! Deja que el tiempo pasé y ya.

— ... ¿Me llamaste "Steeven"?



Dos de siete.

Box. | Laughing JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora