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NAPOLEÓN'S.

Retomé el aliento unos dos minutos después de que la mal nacida de Steeven me patease la entrepierna. Cuando me levanté no vi a nadie en la sala ni afuera de la casa esa, por lo que no supe de quién era la voz masculina que escuché. No sabía por dónde correr, porque no había escuchado ninguna puerta cerrarse en ningún momento. Sin pensarlo mucho me fui por la entrada principal, salí corriendo en línea recta con la esperanza de encontrarla y golpearle la cabeza para ver si recapacita de una maldita vez. Corrí por unos diez minutos, pero no encontré a nadie ahí. Reí con sarcasmo, la maldita zorra se me escapó... pero no por mucho.

Tenía que encontrarla antes de que alguien más la encuentre y me incrimine de algo que aún no he hecho. De ninguna manera puede salir viva de aquí, sería mi fin en todos los sentidos. Me estaba comenzando a asustar un poco... ¿y si la fachada de mi sustito yo no está funcionando? Tiene qué... porque si no, la gente sabrá que tengo algo que ver. No sé qué está sucediendo al otra lado del lago, pero eso también puede condicionar mi veracidad en los medios.

Maldije mil veces hasta que comencé a golpear un árbol que está ahí, me lastime las manos obviamente. Quebré una rama que estaba en el piso, agarré otra para golpear el árbol y así estuve por minutos... hasta que sentí su presencia cerca de mí. Ese aire frío que me hacía sentir poderoso se hizo presente en mi nuca, dejándome claro que él iba a hablar en cualquier momento. Cerré mis ojos y esperé a que él hablara.


Algo salió mal, pero lo he resuelto. Te guiaré hasta el lugar donde la tengo solo para ti. Termina tu trabajo, no tengas piedad. – Asentí y sonreí con una felicidad genuina, su voz hostil e increíblemente grave me tranquilizo. Por supuesto que no iba a tener piedad con esa maldita zorra.


Abrí mis ojos lentamente, encontrando al frente mío un camino en color rojo que de inmediato supe que era su manera de guiarme hasta el lugar donde estaba Stevie. Mi sonrisa no se iba de mis labios, comencé a caminar como si estuviera en medio de la pasarela más importante de mi vida y seguí el camino rojo. Cada paso que daba lo sentía mucho más importante que el anterior, me sentía poderoso, invencible, intocable. Maravillosos sentimientos.

Después de meses de planear todo, luego de que la maldita desgraciada se escapara cuando mató a Jack de una manera tan sádica... luego de dejarme cuando le di dos años de mi vida que nunca podré recuperar. Pude pasar con muchas otras mujeres, tan hermosas o mucho más hermosas que ella, sin necesidad de involucrarme con ninguna de ellas a nivel sentimental... pero no. Ella tuvo que llegar a mi vida y enamorarme desde el principio, tuvo que aceptar ser mi novia y formalizarnos luego de unos meses juntos. La cuidé, la acompañé, la escuché, la apoyé, hice todo lo que una pareja se supone debería de hacer... ¡le fui fiel todo el maldito tiempo! Incluso dejé de lado las asombrosas curvas de Luisa para que ella no tuviera ningún motivo para dejarme. Pero cuando no aguanté más y nos peleamos decidió dejarme... ja, maldita desgraciada. Ella era la mujer perfecta, en todos los sentidos, ¿por qué no pudo seguir así? ¡Sus malditos traumas y alucinaciones jodieron todo lo que me costó construir para estar con ella, maldita sea! No se merece vivir, desde que despreció a Jack como si él no valiera nada dejo de merecer vivir. Perra infeliz, no se merecía a Jack y mucho menos a mí.

Todo cambiará sí, en cuestión de minutos.

Caminé por algo más de quince minutos hasta que el camino rojo se acabó... pero no tenía sentido. Me dejó en frente de un lago... supongo que es el lago divisor, pero no entiendo por qué estoy aquí. Di vueltas en mi lugar y busqué con mi mirada el cuerpo de Steveen. Debía de estar cerca, él no me dejaría a la deriva solo porqué sí. Entre unos árboles algo apartados del lago pude ver una pequeña casa de madera... ¿hay personas aquí? Mi cara cambio por completo, ahora estaba asustado. Tengo que irme, no me puede ver nadie.

Box. | Laughing JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora