-Ochenta Siete-

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Luna V.

Si esa era yo otra vez mirando al espejo asegurándome de verme bien antes de ir a a hablar con Matteo.

Estaba nerviosa.

-En verdad no se como es qué llevo conociendo a su padre casi tres años y aún me pone nerviosa. -acarició mi vientre en qué camino por toda la habitación-. Si todo sale bien ya verán como ambos le daremos todo él amor de mundo pequeños.

-¿Con quién hablas? -sobresalta volteo a ver a Ambar quién me mira con una sonrisa divertida.

-Con los bebés, luego te explico. -digo al ver su expresión de confusión.

-Está bien... -alarga achicando sus ojos- ¿Y qué haces aquí si todos están abajo? De recuerda qué debemos socializar.

-Eres la qué menos socializa.

-Intento ser más social. -finge una sonrisa alegré.

-Si claro... -musito en qué presionó una mano al bajó de mi vientre.

-¿Y esa cara? ¿te sientes bien? -pregunta ella acercándose a mi.

-Si, sólo qué desdé hace rato siento una incomodidad. -digo sintiendo como aquél dolor se va esparciendo por todo mi vientre.

-¿Quieres qué llamé a Cecilia? -se alarma.

-Creó que si... ¡Oh Dios! -me inclinó hacia delante al sentir una pulzada de dolor que me quita él aliento y pone mis piernas a temblar. Ambar corta la distancian entre nosotras y me hace recostar en mi cama pero él dolor no cesa-. Me duele, me duele mucho.

Noto como ella se pone nerviosa y un gemido de dolor sale de mis labios al sentir esa sensación de cómo si me apuñalaran. Desde su lugar trata de llamar a Cecilia y asegurarse de qué este calmada, bajó una mano hasta mi entrepierna sintiendo humedad y cuando veo mis dedos manchados de sangre todas las alarmas se encienden en mi.

-Sangré, no, no, no mi bebés. -habló llamando la atención de Ambar, sus ojos se abren horrorizados y yo siento él peor miedo qué experimenté en mi vida. Mis ojos se llenan de lágrimas y empiezo a sollozar-. Estoy sangrando, me duele Ambar ayudarme.

-¡Cecilia! -grita ella desesperada. Era como si todo estuviera destruyéndose dentro de mi, posee mis manos a mi vientre temiendo por mis bebés, entonces mi verdadero punto de quiebre pasó cuando las sabanas que hacen un momentos fueron blancas ahora están manchadas de sangré.

-No mires, no mires. -pide Ambar tomándo mi rostros desviando mi mirada a aquel punto, yo seguía llorando del dolor y miedo qué tenia- Tu y tus bebés van a estar bien, solo es un susto... ¡Ayuda!

-¿Qué es lo qué pasa...? -la voz de Matteo queda al aire, sus ojos me miran horrorizado en qué todo su color se drena. Todo comenzó a darme vueltas y lo único qué pedía era ayuda-. ¡Joder! Luna no cierres los ojos amor ¿si?

Su voz es temblorosa, el dolor aumenta más cuándo me toma en sus brazos y sale conmigo de la habitación. Lo último qué recuerdo de esté momento es a Matteo bajando las escaleras, los gritos de Cecilia, el alboroto de mi familia y mis ojos cerrándose en una oscuridad vacía.

Matteo B.

Hoy experimenté el peor momento de mi vida.

Ver a Luna en aquella situación fue lo peor, tuve miedo de perderla a ella y a nuestros bebés. Tanto en cómo la mansión como en el camino había perdido mucha sangré y eso era preocupante, lo peor era qué no sabíamos nada de ellos desde qué ingresaron al hospital.

La sala de espera estaba en total silencio, todos estamos ahí menos mi madre qué estaba por todo el hospital como loca buscando alguna información sobre Luna.

Ámbar quién había estado con ella sé encontraba sumergida en algún shock después de habernos contando qué Luna de un momento a otro se empezó a sentir mal y qué todo paso muy rápido. Sus manos tenían sangre y un borrón de esta marcaba su rostro después de hacer el intentó de limpiar sus lágrimas.

Unos pasos llamaron nuestra atención, se trataba de mi mamá no me molesté en estudiarla me puse de pie en un salto y me acerqué a ella.

-¿Cómo están? ¿Sabes donde está? -la ataco con preguntas.

-Matteo ella está bien, la pudieron establecer y está en la habitación ciento tres pero perdió mucha sangre y... ¡Matteo! -no la dejo terminar, me doy media vuelta con el propósito de buscar la habitación donde está.

Cuándo llegó a dicho lugar entró, se siente como un dejavú de hace meses cuando paso el accidente. La encuentro acostada sobre aquella camilla, está pálida y sus ojos están cerrados, tiene puesta una intravenosa.

Me acercó a la camilla y tomó asiento a su lado, entrelazó mis dedos con los suyos mientras posó una mano sobre su vientre abultado. Siento algo de alivio cuándo vuelvo a ver aquellos ojos verdes abrirse.

-Matteo. -musita en un tono débil, beso sus nudillos dejándole saber qué estoy aquí- Los bebés.

-Shh tranquila...

-Matteo. -mi madre entra a mi habitación juntó a la de Luna. Ella al vernos pone una expresión qué qué no logró descifrar, sólo sé que no se trata de nada bueno-. Tenemos qué hablar chicos.

-Si pero primero dime cómo están mis bebés, ¿están bien? -pregunta Luna con la voz pastosa.

-Sobré eso quería hablarles. -atrás veo como Monica cierra la puerta de la habitación dando más privacidad-. Chicos no saben cómo lo siento. -se lamenta ella con los ojos cristalizados-. En los análisis se detectó un abortivo Luna, no sé cómo eso llegó a tu cuerpo pequeño pero... Dios estos es tan difícil.

-¿Perdió a los bebés? -pregunto casi en un murmuro. Odié ese silencio, odié qué ese silencio fuera la respuesta afirmativa de lo qué más temía, la mano qué tenía sobre su vientre la aparté dolido por saber qué dentro de el no había nada.

El mundo se me cayó a los pies, aquel sentimiento de tristeza y dolor se aferró a mi pecho.

Cuando Luna soltó un sollozo todo terminó de destruirse ella se negaba a créelo entre llantos. Su madre la envolvió en sus brazos y sus manos de aferraron a ella, no era capaz de enfrentar esto dolía como jamás imaginé.

-Matteo cariño. -mamá trata de acercarse pero yo niego con mis ojos llenos de lagrimas. Me pongo de pie y salgo de la habitación como si me quemara estar allí.

Simón es quién me recibe afuera, no se en qué momento llegó pero no dudó en dejarme abrazarlo por el y finalmente dejar de ser fuerte y quebrarme.

Luna Valente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora